Capítulo 22:

Katelyn, ya frágil y debilitada, sintió toda la fuerza de la bofetada de Sharon. El impacto le azotó la cara hacia un lado, dejándole la mejilla abrasada por un dolor ardiente y punzante, y los oídos zumbándole con un zumbido incesante.

«Esta bofetada sirve de advertencia», declaró Sharon, con la voz fría por la furia. «Si te atreves a volver a atormentar a Lise, no encontrarás piedad en mí».

Aimee, aturdida por la inesperada violencia de Sharon, se puso rápidamente delante de Katelyn, protegiéndola.

«Has sobrepasado todos los límites», espetó Aimee. «Has entrado en la habitación de Katelyn, has sembrado el caos y ahora debes irte. Si no lo haces, llamaré a seguridad».

Sharon, rechinando los dientes de rabia, replicó: «No ha dejado de atormentar a Lise. Sólo le estaba dando una lección que necesitaba desesperadamente».

Dominada por la furia, Aimee replicó: «¿Estás ciega? He estado reprendiendo a Lise desde el principio. Si tienes valor, enfréntate a mí. Katelyn, por respeto a los cuidados que ha recibido de ti, ha soportado tu acoso. Y ahora, descaradamente, le pones las manos encima».

Las palabras de Aimee encendieron la ira de Sharon hasta su punto máximo.

Aunque hirviendo de ira, Sharon no se atrevió a enfrentarse directamente a Aimee. En su lugar, arremetió contra Katelyn. Su arrebato no sólo se debió a su frustración por haber criado a la niña «equivocada», sino también a su creencia errónea de que Katelyn no opondría resistencia. Si Katelyn hubiera optado por defenderse, Sharon habría aprovechado la oportunidad para crear un escándalo, influyendo en la opinión pública en su contra.

En ese momento, Katelyn recuperó la compostura. El escozor de la bofetada de Sharon cortó el último hilo de afecto que aún albergaba hacia ella.

Al notar la intención de Aimee de seguir discutiendo, Katelyn intervino rápidamente, deteniéndola antes de que pudiera decir más. «A partir de este momento, romperé todos los lazos con Neil y no interferiré en vuestras vidas. Podéis estar seguros de ello. En el momento en que me traicionó, perdió todo derecho a mi afecto».

Su voz se mantuvo firme, su mirada tranquila, a pesar de la huella enrojecida de la palma de la mano que marcaba su mejilla derecha.

«Puesto que mi presencia os desagrada, me retiraré de vuestras vidas. En cuanto al dinero que gastasteis en mí, os lo devolveré multiplicado por cien».

Todo lo que Katelyn deseaba ahora era cortar toda conexión con esta familia, hacer una ruptura limpia y definitiva. No tenía sentido pensar en otra cosa; su decepción había llegado al límite.

Jeff y Sharon guardaron un silencio atónito, totalmente desprevenidos ante la decidida declaración de Katelyn.

Jeff se adelantó, con expresión inflexible, y se burló: «¿De qué sirve decir todo esto ahora? Vuestro dinero es nuestro dinero, ¿no?».

Aimee soltó una carcajada aguda y burlona, clavando en Jeff y Sharon una mirada desdeñosa.

«Katelyn siempre ha sido capaz de ganarse su propio dinero. Nunca ha necesitado el vuestro. ¿Habéis olvidado que dejó de aceptar vuestro dinero en el instituto? Erais vosotros los que alardeabais de haber criado a una hija tan capaz».

Todas sus fanfarronadas y alabanzas del pasado rebotaban ahora como un bumerán, golpeando con toda su fuerza el orgullo de Jeff y Sharon. Siempre se habían sentido orgullosos de Katelyn, sobre todo de su éxito económico, un hecho bien conocido en su círculo social.

La voz de Katelyn se mantuvo distante al afirmar: «Te compensaré con mil millones».

¿«Mil millones»? Sharon y Jeff se quedaron momentáneamente sin habla ante la declaración. No era una cantidad trivial.

Lise se clavó las uñas en la palma de la mano y aprovechó la oportunidad para dar un paso al frente. Tenía la cara pintada con una máscara de tristeza. «Katelyn, ¿qué significan estas palabras? ¿Deseas cortar todos los lazos con la familia? Siempre he deseado ser tu hermana».

Las palabras de Lise encendieron de nuevo la ira de Sharon. «Después de todos los años que te hemos cuidado, ¿quieres cortar los lazos por una simple bofetada? ¿Cómo no me he dado cuenta antes de lo melodramática y frágil que eres? Eres tan despiadada y egoísta que has desperdiciado todo el amor y la orientación que invertimos en ti».

Lise sujetó suavemente el brazo de Sharon, avivando las llamas con su voz calmada. «Mamá, no te enfades con Katelyn. Sólo está desahogando sus frustraciones. Y en cuanto a los mil millones, es una cantidad enorme, ¿cómo podría Katelyn reunir tanto? No dice más que tonterías».

La risa de Sharon era fría, cargada de desprecio. «Katelyn, ¿es éste el resultado de mi educación? Me has decepcionado mucho. Si hubiera sabido que acabarías así, nunca me habría molestado en criarte».

Katelyn respondió con una leve sonrisa, optando por el silencio. Lo único que sentía ahora era una profunda e implacable decepción.

Incapaz de soportar sus palabras por más tiempo, Aimee cogió el teléfono directamente de la mano de Katelyn.

«Basta ya de tonterías. El dinero ya ha sido transferido. Ahora, ¡fuera!»

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