Capítulo 21:

Tanto Katelyn como Aimee dirigieron su atención hacia la puerta cuando ésta se abrió. Sharon entró furiosa, apuntando con el dedo a Aimee mientras lanzaba una diatriba.

«¿Qué demonios te pasa, que hablas de los demás sin respeto? ¿Cómo te atreves a acusarnos de arruinar las posibilidades de Katelyn de tener una vida mejor? ¿Sabes el tiempo, el esfuerzo y la energía que invertí en criarla, cuando estaban destinados a mi verdadera hija?».

Las pestañas de Katelyn delataron la tormenta de emociones que luchaba por contener.

Poco acostumbrada a tal hostilidad, Aimee se enfureció al instante y su compostura se vino abajo.

«¡El verdadero error aquí es tuyo! ¿Cómo pudiste no reconocer a tu propia hija? ¿No era Katelyn inocente, sólo una niña? ¿Qué podía saber? La está culpando de su propia negligencia y fracaso».

Sharon, hirviendo de furia ante la contundente exposición de sus defectos, replicó: «¡Es un asunto familiar, no es asunto tuyo! No te metas».

Mientras Katelyn observaba el acalorado intercambio, sus labios se separaron para hablar, pero antes de que pudiera pronunciar palabra, Lise entró, tocando suavemente el brazo de Sharon, intentando mediar.

«Mamá, cálmate. Puede que Katelyn esté luchando por aceptar los cambios repentinos y se esté comportando mal. Entiendo que esté enfadada. Deja que se desquite conmigo, no se lo reprocharé».

A lo largo de sus palabras, Lise evitó culpar a Aimee, redirigiendo hábilmente el foco -y la culpa- hacia Katelyn. Lise lanzó una mirada a Katelyn, con un delgado barniz de disculpa nublando sus ojos. Su suspiro tenía el peso de un juicio tácito.

«Katelyn, ¿quién habría podido predecir que el destino sería tan cruel con nosotras dos? Pero ahora que las cosas han salido así, debemos aceptar lo que la vida nos ha deparado. La familia Bailey te ha cuidado todos estos años. No les pagues con dolor sólo porque te sientas temporalmente defraudada».

Lise siempre se mantenía en el terreno moral, con un tono rebosante de empatía, pero con sutiles indirectas dirigidas a Katelyn. Era su estrategia de siempre.

Al oír esto, Katelyn no pudo evitar encontrarlo todo terriblemente divertido, sus ojos claros rebosaban sarcasmo tácito.

«¿Cuándo he hecho yo algo para hacerles daño?

Lise insistió: «Si hiciste esas cosas, ¿por qué dejaste que tu amiga dijera cosas tan duras? ¿Tienes idea de cómo…?»

La postura de Lise produjo una clara satisfacción tanto en Sharon como en Jeff. Sharon alargó la mano, cogió la de Lise y la acarició con ternura, con el corazón henchido de emoción.

«Es cierto. Sólo nuestra verdadera niña sabe cuidar de nosotros. En cuanto a la impostora, por mucho que hagamos por ella, nunca pertenecerá de verdad».

El elogio de Sharon a Lise era también una condena apenas velada de Katelyn. A los ojos de Sharon, Lise era ahora la hija perfecta, la que siempre había deseado. A su lado, Katelyn no era nada.

Katelyn permanecía sentada en un silencio sepulcral, con las manos agarrando la manta con fuerza. Sus ojos estaban ensombrecidos por una profunda decepción, teñida de un profundo dolor no expresado. Las palabras de Sharon fueron como sal abrasadora en sus heridas ya supurantes.

La furia de Aimee era palpable. La actitud intrigante de Lise, su capacidad para manipular la situación con tanta facilidad, era realmente exasperante.

«De principio a fin, todas esas palabras fueron sólo mías», espetó Aimee. «Katelyn nunca ha pronunciado una palabra contra tu familia. Si tienes algún problema, háblalo directamente conmigo. Deja de esconderte detrás de tu acoso a Katelyn».

Lise soltó otro suspiro cansado, con la mirada llena de fingida sabiduría. «Conozco el juego de Katelyn. Siempre ha utilizado a los demás para librar sus batallas, mientras mantenía una fachada de inocencia».

Los ojos de Katelyn se volvieron aún más agudos, su sarcasmo cortando el aire. Su voz era gélida y cada palabra estaba impregnada de frustración. «Lise, ahórrame tus juegos engañosos. Los entiendo perfectamente».

Lise se quedó momentáneamente en silencio por el comentario, sus dientes rechinaron mientras luchaba por contener su creciente ira. ¿Por qué Katelyn no había perdido ya la compostura y estallado en un ataque de ira?

La ira de Katelyn, cuando se desatara, pintaría a Lise como más delicada, lamentable e, irónicamente, más digna. Sin embargo, a pesar de la mordacidad de las palabras de Lise, la calma de Katelyn la hacía parecer absurda, casi como una marioneta en una obra de farsa.

Incluso ahora, Katelyn mantenía su aire de altiva superioridad, como si nada pudiera tocar su tranquila confianza.

Al ver la angustia de Lise, Sharon perdió la paciencia. Se acercó a Katelyn con voz despectiva.

«De principio a fin, todo es culpa tuya. Si no fuera por ti, ¿cómo habrían podido maltratar así a Lise? La has privado de todo e incluso ahora sigues atormentándola. Katelyn, te has pasado de la raya».

Cada palabra se sentía como una daga retorciéndose en el corazón de Katelyn. No había hecho nada malo, ¿por qué todos la condenaban?

Lise aprovechó el momento para intervenir, con voz calmada: «Mamá, por favor, no se lo tengas en cuenta a Katelyn. Entiendo que los incidentes anteriores no fueron culpa tuya».

Los puños de Katelyn estaban tan apretados que los nudillos se le pusieron blancos mientras luchaba por contener su creciente decepción y angustia. «Después de ocultar tu verdadero yo detrás de esta fachada durante tanto tiempo, ¿realmente crees que la gente va a creer que esta fachada tuya es tu verdadero yo?

La ira de Sharon se reavivó al instante. «¡Desgraciada! Cómo te atreves a hablarle así a mi hija».

Incapaz de contenerse por más tiempo, la mano de Sharon salió disparada, descargando una fuerte y sonora bofetada en la cara de Katelyn.

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