¿Quién se atreve a encantar a mi reina encantadora?
Capítulo 106

Capítulo 106:

La repentina acción de Neil dejó tanto a Katelyn como a Lise ligeramente desconcertadas.

La expresión de disgusto de Katelyn se acentuó. Qué estaba pasando con Neil? No era el divorcio exactamente lo que él había querido?

Los ojos de Lise también se abrieron de par en par.

Era el momento perfecto. ¿Por qué Neil no había firmado el documento? En lugar de eso, ¡lo había destrozado!

¿Significaba esto que se arrepentía de la decisión de divorciarse de Katelyn? ¿Seguía sintiendo algo por ella?

Lise logró esbozar una sonrisa tensa y preguntó con cautela: «Neil, ¿por qué has roto eso?».

¿No le había prometido que seguiría adelante con el divorcio? Katelyn lo miró con frialdad y le preguntó: «¿Qué pretendes? ¿No es esto lo que querías desde que tuviste una aventura?».

Con expresión pétrea, Neil metió los papeles rotos en la trituradora.

«Nada. Es sólo que no quiero ponerte las cosas fáciles. Cuanto más quieres, menos dispuesto estoy a dártelo».

Lise se sintió casi llevada a la frustración. ¡Qué excusa más patética!

Estaba claro que aún sentía algo por Katelyn.

Katelyn apretó los puños, permaneciendo en silencio. Debería haber sabido que Neil era como su archienemigo, siempre buscando complicar las cosas.

Siempre había sido así, aprovechando cualquier oportunidad para molestarla.

Katelyn señaló a su abogado. Él comprendió al instante a qué se refería, sacó varias copias más del acuerdo de su maletín y se las entregó. La expresión de Katelyn era gélida.

«No importa. Si quieres, puedes romperlas también. Aquí tengo más».

La mirada de Neil se tornó acerada. Este momento era un marcado contraste con el anterior, cuando estaba decidido a divorciarse de ella.

Si no recordaba mal, entonces había pronunciado palabras similares.

En efecto, lo que se repetía, se repetía.

Neil apretó la mandíbula. «No te lo voy a poner fácil».

Al verlo, Lise estuvo a punto de perder la compostura y maldecir. Respiró hondo, manteniendo su actitud amable y considerada, y sugirió suavemente: «Neil, creo que deberías seguir adelante con el divorcio en esta situación. Continuar con una mala relación no sólo perjudicará a la otra persona, sino también a ti».

Lise eligió cuidadosamente sus palabras para ser diplomática, pero la respuesta de Neil la tomó por sorpresa.

Neil esbozó una fría sonrisa. «Me da igual. Mi único objetivo es hacerla desgraciada».

Lise estaba indignada. ¿En qué estaba pensando?

Obviamente era una excusa interesada.

Katelyn se echó el pelo hacia atrás y dijo con decisión: «A partir de ahora, enviaré diez acuerdos de divorcio a su empresa cada día. Si no los firmas en tres días, nos veremos en los tribunales. Estoy decidida a conseguir este divorcio».

Luego, se dio la vuelta y se alejó con decisión.

No habría acudido al Grupo Wheeler si no hubiera tenido la intención de que Neil firmara el acuerdo en persona. Aquella empresa le resultaba tan repulsiva como el propio Neil.

Rechinando los dientes, Neil observó la figura de Katelyn que se alejaba.

Era Katelyn quien había jurado amarlo para siempre. Era impensable que rompiera esa promesa ahora.

Observando todas las emociones que se reflejaban en su rostro, Lise se sintió frustrada, pero intentó una vez más empujar los papeles del divorcio hacia él.

«No te enfades, Neil. Sinceramente, puedo entender a Katelyn. Después de todo, ha encontrado a alguien a quien ama, así que, naturalmente, quiere dejar todo lo demás atrás para seguir a su corazón. Si yo fuera tú, elegiría respetarla y bendecirla. Después de todo, estuvisteis casados muchos años».

Sin siquiera echar un vistazo a los papeles, Neil los metió en la trituradora.

«Katelyn está tan ansiosa por irse con otro hombre. No voy a permitirlo».

Lise apretó los puños, volvió a respirar hondo y finalmente formuló la pregunta que le rondaba por la cabeza.

«Neil, ¿por qué haces esto? ¿Aún quieres a Katelyn en el fondo de tu corazón?».

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