Presa entre tus brazos -
Capítulo 68
Capítulo 68:
Ella tomó la nota y la entregó a Sophie.
“¿De este grupo, a quién te llevarías a una isla desierta?”
La chica sintió que las mejillas le ardían.
Pensó en tomar el chupito, pero no lo hizo.
Tomó aire antes de contestar.
“Bruno”, dijo mientras lo señalaba.
Nicole se sintió incómoda.
No sabía porque si ella había insistido en divorciarse, Bruno puso rostro de fastidio.
Sí que era atrevida esa chica.
El resto del grupo se quedó callado.
Sus miradas iban de Alizza a Bruno y después a Nicole.
Alizza giró la botella, esta vez tocó el turno a Nicole.
“¿Qué es lo más vergonzoso que te ha pasado en la vida?”
Nicole se ruborizó al recordarlo.
“Creo que lo más vergonzoso fue el otro día en la oficina de Bruno, al entrar tropecé y caí en cuatro frente a él, mi rostro quedó muy cerca de su pantalón, en ese momento entró Dante y al vernos se dio la vuelta y salió corriendo; creo que se imaginó algo que no era, jajaja”.
“Jajaja, lo recuerdo, pensé que les había interrumpido su momento”.
“Los rostros que pusieron los dos era de fotografía en verdad me divertí mucho ese día, jajaja”
Bruno se rio divertido al recordar ese momento.
“Jajaja”
Todos los demás se rieron, excepto Alizza.
“Bueno chicos, me despido, me muero de sueño”, dijo Nicole.
“Estoy igual, así que hasta mañana chicos”
Se despidió Sophie.
Dante la siguió para no dejarla sola.
Amadeus y Max, hicieron lo mismo.
Al final solo estaban Alizza y Bruno, quién tomaba una copa.
“No debería tomar tanto”
Le dijo la chica.
Bruno la volteó a ver, arrugó el entrecejo.
Estaba tan metido en sus pensamientos que olvidó que la chica estaba ahí.
“Hasta mañana.”
Tomó su copa y se retiró, dejando a la chica sola.
La chica tomó el teléfono y marcó un número.
Después de unos segundos, la voz de un hombre respondió al otro lado.
“Aló”.
“Estoy en casa de los Leone”.
“Bien, muy bien, sabes lo que tienes que hacer, espero un informe de cómo van las cosas”.
“Creo que las cosas entre ellos han terminado, dudo que si pasara algo con ella a él le llegue a importar”.
“Magnífico”.
El hombre cortó la llamada.
Alizza se retiró a su recámara, en la casa designada para los invitados.
Bruno había elegido la habitación al lado de la de Nicole, salió al balcón y ahí estaba ella, con la mirada perdida viendo hacia el mar.
El rugido de las olas golpeando las rocas se escuchaba fuertemente, y la observó detenidamente, ya se había cambiado, llevaba una bata larga de seda en color oscuro, su largo cabello suelto, se mecía con el viento.
Bruno saltó la pequeña baranda que los dividía, se paró detrás de ella y la abrazo, ella sintió la calidez de sus brazos y ese aroma inconfundible que tanto recordaba.
Giró su cuerpo, quedando frente a él, sus miradas se encontraron.
“Esto no está bien”
Intentó retirarse de él, pero él apretó el abrazo, impidiéndole alejarse.
“Solo por esta vez, olvidemos todo lo pasado”
La beso intensamente.
Quería que su sabor y su aroma quedará impregnado en ella y así no lo pudiera olvidar.
La llevó hasta el interior de la habitación.
Afortunadamente Santi estaba con sus abuelos.
Luego la recostó en la cama mientras seguía besándola,
Nicole no intentó resistirse más.
No tenía fuerzas para hacerlo.
Después de todos esos años, estaba de nuevo entre los brazos de Bruno, cerró los ojos y se dejó llevar por todas las sensaciones que él despertaba en ella.
Bruno se sentía en la gloria.
Por fin la tenía de nuevo entre sus brazos.
Había soñado tantas noches con la suavidad de su piel, con recorrer con sus manos las formas perfectas de su cuerpo.
No sabía si ella le correspondía porque así lo deseaba o por el efecto que él alcohol le provocaba, pero no pensaba desaprovechar la oportunidad de volver a poseerla.
“¡Joder! Estas tan estrecha”
Le susurro al oído.
Ella cubrió su boca con su mano.
No deseaba que nada interrumpiera ese momento.
Los pequeños g%midos que salían de su boca lo enloquecían.
Desde aquella noche que la tuvo por primera vez, no había existido otra mujer, lo había intentado varias veces, pero no lo había conseguido.
Hicieron el amor toda la noche, porque eso era lo que sentía.
Amor, no era simple atracción, no era tan solo placer, lo que sentía al estar dentro de ella era casi divino.
…
Mientras tanto en otro lugar…
En la casa donde se hospedaban los invitados, Max no podía dormir.
Él decidió salir a dar un paseo por la playa.
El cielo estrellado a esa hora lucia impresionante.
Cuando regresaba de su caminata nocturna, en la entrada vio que alguien se encontraba recargado sobre la puerta mientras fumaba.
“¿Insomnio?”, preguntó aquel hombre con voz ronca.
Max abrió enormemente los ojos y dio dos pasos hacia atrás cuando se dio cuenta de que aquel hombre era Amadeus.
Después agarró valor y sin contestar la pregunta pasó junto a él para dirigirse hacia su habitación.
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