Presa entre tus brazos
Capítulo 51

Capítulo 51:

Bruno se limpió con la mano la sangre que brotaba de su labio.

Al verse al espejo notó que tenía el ojo muy inflamado.

Una parte empezaba a ponerse oscura.

Tomó el botiquín que estaba en su baño, para limpiar la herida.

Dante entró a su oficina en ese momento.

“Hey, ¿Qué ha pasado?”

Dante llegaba justo en el momento que sacaban a Leandro.

Intentó preguntarle, pero Leandro se marchó sin siquiera saludarlo.

Bruno salió del baño.

Aún estaba furioso por lo ocurrido.

“El imbécil de Leandro De Santis”.

“Te dio una buena tunda hermano”.

“Me agarró desprevenido”.

“¿Qué le hiciste? Fue algo serio como para que se atreviera a venir hasta aquí a golpearte, afortunadamente Nicole salió por un rato, tenía reunión en el cole de Santi”.

“¿Acaso estás de su lado?”, preguntó molesto.

Sólo eso faltaría que su hermano defendiera a Leandro.

“De ninguna manera, pero te conozco perfectamente y sé que eres capaz de sacar de sus casillas a cualquiera”.

“Le dije a Nicole lo que Sondra ha dicho, que él fue el causante de lo que pasó aquella noche, ella tenía derecho a saberlo”.

“No entiendo como aun puedes confiar en lo que dice esa víbora”.

“Me molesta ver como Nicole es con él, como jamás será conmigo”.

“¿Te has fijado en cómo es él con ella, para que ella sea así con él?”

Quería hacerlo entrar en razón.

Quería que se diera cuenta que con su comportamiento lo estaba arruinando todo.

Bruno guardó silencio.

Dante tenía razón.

Leandro era atento y amoroso con ella y su hijo.

“Debes de ir a que te revisen esas heridas, si quieres te acompaño”.

“No es nada hermano, ya pasará”.

“Ok, al menos ponte algo para que baje la inflamación de ese ojo, Santi se asustarla si te viera en ese estado, me voy Sophie me espera”.

Dante salió apresurado.

Su rubia lo esperaba, y ese día había cocinado para él.

Bruno se sentía feliz por su hermano.

Parecía que la relación con Sophie iba enserio.

Sophie lo esperaba impaciente.

Había puesto una mesa elegante, quería estar a la altura de Dante.

Sentía que le faltaba mucho para estarlo, pero lo intentaba, al menos eso creía ella.

Ella provenía de una familia de clase media, había crecido en los suburbios, definitivamente su mundo era muy diferente al de él.

Su padre se esforzó mucho para poder pagarle los estudios en las mejores escuelas, así fue como conoció a Nicole.

En la universidad se burlaban de ella por como vestía o porque era la única que usaba el bus para llegar, hasta que su padre pudo comprarle un modesto auto.

Sus compañeros se reían al verla feliz, no era un último modelo, pero a ella le parecía el mejor.

Nicole era la única que la apoyaba y la defendía, desde que se conocieron se volvieron inseparables.

Buscaron estar siempre en las mismas escuelas y en el mismo grupo.

El timbre de la puerta, la sacó de sus pensamientos.

Se apresuró a abrir.

Al hacerlo, estaba Dante sonriente con un hermoso ramo de rosas.

Ella se emocionó.

Era la primera vez que él tenía un detalle así con ella.

Su relación era más se%ual que romántica.

“Son hermosas”, exclamó emocionada.

Jamás le habían regalado rosas.

“Me alegra que te gusten”

Sophie se quedó parada disfrutando el aroma de las rosas.

Dante sonrió.

“Lo siento pasa, por favor”

Estaba sumamente nerviosa.

Era la primera vez que cocinaba para él, esperaba haberlo hecho bien.

Dante pasó.

Ya había estado ahí antes, pero en esta ocasión era diferente.

Se notaba que Sophie se había esmerado en la decoración.

Sobre todo de la mesa que lucía muy bonita y elegante.

La rubia sirvió la cena.

Él la notaba diferente, algo extraña.

Se sonrojaba cuando él la miraba, y eso le agradaba.

Al terminar de cenar la ayudó a levantar la mesa.

“Gracias, por la cena y por cocinar para mí, todo estuvo delicioso”.

“No tienes que agradecer lo he hecho con gusto”.

Se sentaron en la sala.

Ella jugaba nerviosa con sus manos.

“¿Pasa algo? Te noto extraña”.

“No es nada, bueno… sí”.

“¿Qué sucede?”

“No sé qué me está pasando contigo”.

Prefirió ser directa y decirlo de una vez.

“No entiendo”.

“Se que tenemos un acuerdo, de disfrutamos mutuamente siempre que queramos o lo necesitemos”.

“¿Y?”

“Qué ya no puedo seguir con el acuerdo”.

“¿Estás terminando conmigo?”

.

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