Presa entre tus brazos
Capítulo 32

Capítulo 32:

“¿Qué significa eso doctor?”, preguntó Leandro.

“Qué corresponde a una maternidad prácticamente probada, es el mismo resultado para ambos casos”.

Leandro soltó la mano de Nicole y cubrió su rostro con sus manos.

Las lágrimas brotaron sin que pudiera detenerlas.

Su pequeña de grandes ojos azules, el amor de su vida, por quien daría la vida sin pensarlo, era su hermana.

Menuda broma del destino.

Sentía un dolor tan fuerte que pensó que su pecho en cualquier momento explotaría.

Se dio la vuelta y sin decir una palabra se alejó para encerrarse en su oficina, por ahora no quería saber nada.

No podía.

Sacó una botella de tequila, la abrió y le dio un gran trago.

Quería ahogar sus penas con alcohol.

No porque fuera un cobarde y no quisiera enfrentar la realidad, sino porque el dolor que sentía en ese momento era tan grande que se quería morir ahí mismo.

Sabía que tendría que alejarla de él, porque cada vez que la viera sería muy difícil resistir la tentación de besar sus labios.

El pensar que quizá haría su vida al lado de otro hombre lo estaba matando, eran tantas cosas que daban vueltas en su cabeza, como si todos los pensamientos posibles se hubieran agolpado a la vez en su mente.

Nicole se quedó absorta.

No podía procesar todo aquello.

El médico al ver lo que ocurría decidió salir de ahí sin decir una palabra, cuando ella por fin logró reaccionar, fue tras Leandro.

Toco la puerta de su oficina con desesperación, pero no recibió respuesta.

Cuando se dio la vuelta para alejarse de ahí, escuchó un golpe y el sonido de vidrios quebrándose.

Escuchó sus gritos y sollozos.

Tenía miedo por él.

No sabía qué hacer ante aquella situación.

Le pidió a su nana que mantuviera a su hijo alejado de todo aquello.

Pasaron dos días, Leandro no había salido de su oficina, Nicole le dejaba bandejas con comida fuera de la puerta, pero no las había tocado, decidió llamar a Sergio explicándole la situación, al llegar pidió la llave para abrirla puerta.

“¿Qué demonios haces aquí? Lárgate”

Leandro se enfureció al verlo.

“Eres un cobarde, te ahogas en el vicio en lugar de enfrentarte a la realidad”.

“Siempre había sido duro con su hijo”.

“Tu sabías perfectamente que éramos hermanos y lo callaste, permitiste que me enamorara de mi propia hermana, como pudiste hacerme esto”.

“No creí que Rina se atreviera a contar la verdad, que secuestraras a Nicole convenía a mis intereses, creí que así Rina se mantendría alejada por miedo a que dañara a su hija, esa mujer podría quitamos toda nuestra fortuna”.

“Fortuna que por derecho le pertenece a Nicole, fuiste capaz de callar y de hacerme sufrir, solo por dinero, que al final es lo único que te importa”.

“Me ayudarás a controlar a Rina, si intenta recuperar su fortuna la quitaremos de en medio”.

“Conmigo no cuentes, ten en cuenta que no te permitiré hacerles daño, ahora lárgate no quiero verte”

Nunca había sentido el impulso de golpear a su padre, apretaba los puños intentando controlarse.

Sergio salió muy molesto.

Nicole le preguntó cómo estaba Leandro, pero simplemente la ignoró.

Pasó por su lado casi atropellándola.

Ella tuvo que quitarse para que pasara, era un hombre muy prepotente, al pensar en todo lo que le había hecho a Rina, sintió mucho asco.

Más tarde Leandro por fin salió de su oficina y se dirigió hacia su habitación.

Durmió todo el día, Nicole bajo con Santi a la cocina, para darle de cenar, con todo lo que estaba pasando sentía que lo había estado descuidando, le estaba dando de comer, cuando el niño se bajó de la silla y salió corriendo.

Nicole volteó y vio que Leandro había bajado, cargo al niño y le dio un beso en la frente, lo colocó de nuevo en la silla, después se sentó frente a Nicole.

Ella pudo ver en sus ojos el mismo amor de siempre, unas grandes ojeras enmarcaban su mirada, Nicole pidió a Sara que subiera con Santi.

“Siento mucho que estés pasando por esto Nicole, mi padre lo sabía y aun así decidió callar”.

“También lo siento Leandro, creo que será mejor que me vaya, no está bien que sigamos viviendo juntos”, dijo con infinita tristeza, se había imaginado una vida a su lado.

“Quiero que te quedes, si te vas no podré protegerte, sabes que aquí no les faltará nada, o si prefieres yo me mudare, puedes seguir en la empresa, si no te sientes cómoda siendo mi asistente, puedo colocarte en otro puesto”.

“No Leandro, ya lo he decidido, hablaré con mis padres y les contaré la verdad sobre mi relación con Bruno, sé que me apoyarán, antes callé por la salud de mi padre, no quería preocuparle, tanto para mí como para ti es difícil aceptar que Rina sea nuestra madre, pero es la realidad, una realidad que prefirieron ocultamos, las mentiras de nuestros padres han provocado esto”, explicó ella.

“Respeto tu decisión, para mí será muy difícil no tenerlos aquí conmigo, aunque comprendo la situación, sería una tortura tenerte junto a mí y tener que hacerme a la idea de que somos hermanos, es algo que me será difícil aceptar”

Sentía el impulso de abrazarla, pero sabía que no era correcto.

Después cada quien subió a su habitación, estaban sumidos en sus pensamientos, todos los planes que habían hecho se habían derrumbado en un instante.

Por la mañana Nicole habló con Gío y Rina, se mudaría de nuevo con ellos.

Vivirían en Nueva York hasta llegar a un acuerdo con Bruno sobre su hijo, no aceptó regresar a vivir con Noah y Emma porque Sondra vivía de nuevo con ellos y no quería exponer a su hijo al tenerlo cerca de esa mujer.

Su hermana era capaz de todo con tal de dañarla.

Leandro se despidió de ella antes de irse a la oficina, se veía muy guapo, traía una playera negra y unos jeans, unos lentes oscuros ocultaban su mirada, se acercó y le dio un tierno beso en la frente.

“Espero que no dudes en llamarme cada vez que me necesites, sabes que estaré disponible para ti siempre, te pido que me dejes ver a Santi de vez en cuando, no me gustaría que se olvide de mí”.

“Eso no tienes ni que pedirlo, es un derecho que te has ganado, gracias por todo tu apoyo y por estar siempre para nosotros”

Leandro se despidió con una sonrisa.

Logró contener las lágrimas.

No quería que ella se llevara un mal recuerdo de él.

Después que se fue, Nicole terminó de recoger sus cosas, dio una última mirada a la habitación y al resto de la casa.

Extrañaría ver su cálida sonrisa por las mañanas y los hermosos ramos de rosas rojas que no faltaron un solo día durante todos esos años.

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