Presa entre tus brazos -
Capítulo 30
Capítulo 30:
Bruno salió de ahí hecho una furia.
Nicole estaba segura de que los mantendría vigilados, no deseaba regresar a su lado, pero tampoco deseaba que la alejara de su hijo.
Él era capaz de eso y más, tenía demasiado poder y conexiones.
Alejarse de Leandro sería muy difícil para ella y para su hijo, el chico lo veía como si fuera su padre, Leandro la abrazo pidiéndole que no tuviera miedo.
“Yo te protegeré, no temas, no permitiré que te haga daño, estaré contigo en todo momento”
“Gracias, es solo que Bruno tiene demasiado poder, además es un hombre que no tiene sentimientos, no se toca el corazón para hacer daño”.
…
Pasaron cuatro días, Nicole se encontraba en su habitación, tenía que darle una respuesta a Bruno, no estaba tranquila pensando que hacer.
De pronto, escucho que llamaban a su puerta.
Al abrir, era Leandro.
Como todos los días le llevaba un ramo de rosas, le entregó el ramo y le regalo esa hermosa sonrisa que ella le encantaba y no se hacía a la idea de no volver a ver.
Tenía la casa completamente custodiada, había hombres en el jardín y alrededor de toda la manzana.
Era prácticamente imposible que Bruno pudiera entrar.
Santi había dejado de acudir al colegio, Nicole creía que esa no era vida, estar con miedo simplemente no era vivir.
Leandro se acercó y la beso, empezó a acariciarla lentamente.
Sus labios bajaron hasta su cuello, le quitó la blusa y empezó a acariciar sus pechos con sus manos, ella le ayudó a quitarse la camisa.
Observó su cuerpo perfecto, sus músculos muy marcados.
Recorrió su espalda con sus manos, definitivamente Leandro había decidido ya no esperar, quizá esa era la despedida.
Cuando iba a quitarle la falda, tocaron a la puerta.
Un gruñido salió de su garganta.
La soltó para acercarse a la puerta, al asomarse, la empleada le dijo algo que Nicole no alcanzó a escuchar.
Cerró la puerta, volteo y se le quedó viendo muy serio.
“¿Pasa algo?”, preguntó extrañada.
“Vístete, tus padres vinieron, ya pedí que los dejen pasar a la sala”.
“¿Mis padres? Bruno los debió de haber llamado, pediré a Nanny que no vaya a bajar con Santi, es mejor que aún no lo vean”.
Se vistieron y bajaron a la sala tomados de la mano.
Ahí ya se encontraban Rina y Gío, pero también estaban Noah y Emma.
Sus cuatro padres estaban reunidos.
Nicole sintió que era extraño.
Ellos los miraban completamente serios.
Se notaba que estaban molestos.
“Papá, mamá, Rina, Gío ¿Qué hacen aquí?”
“Lo mismo nos preguntamos Nicole ¿Qué haces aquí con Leandro? Cuando desapareciste, Gío y yo estuvimos a punto de volvernos locos de la desesperación, no es justo lo que nos han hecho”.
“Leandro les hizo llegar una carta donde les pedí que no me buscarán, que me encontraba bien”.
“En serio, Nicole ¿Crees que eso fue suficiente?”
Rina estaba demasiado molesta con ellos.
“Lo siento mucho, tenía miedo por mí y por mi hijo, no quería que Bruno me encontrara, me enteré de que sabía que estaba con ustedes”
“Fuiste muy injusta Nicole, Noah y yo estábamos muy preocupados por ti cuando nos enteramos del secuestro, al principio no te buscamos porque tu hermana nos dijo que te habías ido con un ex novio, no tienes idea de todo el sufrimiento que nos has ocasionado”.
“Sondra les mintió, creo que Rina y Gío, les habrán contado lo que en realidad sucedió, de lo que pasó después no soy responsable, mi única culpa es que decidí quedarme al lado de Leandro a pesar de que me trajo contra mi voluntad, estos años ha demostrado ser mejor que Bruno, es un buen hombre que me ama y respeta, pero sobre todo ama a mi hijo como si fuera suyo”.
“No hija, eso no puede ser, ni ahora ni nunca”
Exclamó Rina totalmente angustiada.
Las lágrimas empezaron a escurrir por su rostro.
“¿Por qué lo dices Rina? Habla, si es por Bruno, estoy decidida a conseguir el divorcio, Nicole ya se estaba desesperando, la actitud de Rina era por demás extraña”.
“Lo siento, en verdad lo siento mucho por los dos”, dijo mientras lloraba desconsoladamente.
“Señora Rina, nos está asustando, Nicole trata de controlarte un poco por favor, estás temblando.
“No sé de qué manera decirles esto”
Rina no podía creer que aquello estuviera pasando, estaba a punto de hacerle daño a las dos personas que más amaba.
No sabía si podrían perdonará.
“Deje de llorar y solo dígalo”, dijo Leandro totalmente desesperado.
No entendía que estaba pasando, ni porque actuaba así respecto a su relación con Nicole.
“Hace tiempo, cuando tenía veinte años, me enamore perdidamente de un hombre, vivía con mis padres en California, me fui de intercambio a Nueva York, ahí fue donde lo conocí, quedé embarazada, pero sus padres nunca me aceptaron, a pesar de que mis padres tenían muy buena posición económica, les parecí muy poca cosa para ser la esposa de su hijo, así que cuando nació mi bebé, me lo quitó y desapareció con él, mis padres nunca se enteraron de su existencia, la familia con la que vivía me ayudaron a cubrir mi embarazo, ese tiempo busque excusas para no ver a mis padres”.
Hizo una pausa.
“Tiempo después conocí a Gío que fue obligado a cumplir la última voluntad de su padre que era casarse con otra, quede embarazada, pero él no lo sabía, me case con Noah, haciéndole creer que era el padre de Nicole, al poco tiempo, cuando mi hija tenía ocho meses, Sergio me secuestró, obligándome a vivir con él, sus padres habían perdido toda su fortuna, al ver que no lo amaba, me quitó la herencia que mis padres dejaron a mi hija, me encerró en un hospital psiquiátrico, en todo este tiempo no me permitió ver a mi hijo”
“Siento mucho lo que mi padre le hizo señora, pero ni Nicole ni yo somos culpables de lo que sucedió, eso no es impedimento para que estemos juntos, si usted no ha podido ser feliz, nosotros tenemos todo el derecho a serlo”.
“Desgraciadamente, lo es Leandro, Nicole y tú son medios hermanos, tú eres ese bebé que Sergio alejó de mi lado”
Sentía que al decir esa terrible verdad estaba destruyendo la vida de sus hijos, hubiera preferido morir antes de hacerles daño.
Nicole sintió que le faltaba el aire.
Eso no podía estar pasando.
Tenía que ser una pesadilla.
Rina tenía que estar mintiendo, de seguro Bruno se lo había pedido, Leandro y ella no podían ser hermanos.
Pedía a los cielos piedad, que aquello no fuera cierto.
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