Presa entre tus brazos
Capítulo 13

Capítulo 13:

Cuando terminó de cenar, paso por el comedor para poder subir a su recámara.

Bruno se le quedó viendo.

“Necesito hablar contigo Nicole, con tu padre hice un acuerdo, que cuando terminarás la carrera, vendrías a trabajar a mi compañía, así que desde mañana a primera hora el chofer te llevará, saliendo regresarás a casas enseguida, yo llevaré a Sondra a la compañía de tu padre todas las mañanas, nos veremos en la oficina”.

“¿Tengo otra opción? No lo creo, así que mañana me presentaré en tu oficina tal y como lo estás pidiendo, perdón, ahora recuerdo que tú no pides, tu ordenas tal y como lo dijiste, así que lo haré tal y como lo estás ordenando”

Bruno la observaba con atención.

Parecía una muñeca.

Se sentía molesto por la forma tan sarcástica en la que se dirigía hacia él.

Noto que a Sondra por el rostro que puso.

No le agrado lo que dijo Bruno, imagino que ya había aprendido a conocerlo porque no se atrevió a decir nada, siguió comiendo en silencio.

Tentando al diablo Nicole se levantó muy temprano en la mañana.

Se dio un baño, y ese día se esmeró aún más en su arreglo.

Se puso un capri color vino , un top negro y un blazer al color del pantalón, usó unos stilettos negros para resaltar su figura.

Se maquilló ligeramente y se dejó el cabello suelto con algunas ondas, se puso su perfume favorito, se paró frente al espejo y se sintió satisfecha con el resultado.

Al bajar Jack ya la esperaba para llevarla a la oficina.

“Buenos días Jack”.

El hombre le respondió con un gesto que intentaba ser sonrisa.

Al llegar al edificio, no tenía idea de donde se encontraba la oficina de Bruno, al preguntar a la recepcionista, está la guío hasta el último piso.

“El Señor Leone me ordenó que la acompañara hasta su oficina”.

Al estar frente a su oficina, noto que la secretaría no estaba, se acercó a la puerta después de dudar unos segundos tocó suavemente la puerta.

Entró en cuánto le ordenó que pasara, la oficina de Bruno era amplia, con enormes ventanales que mostraban una magnífica vista de la ciudad.

Todos los muebles eran en madera color caoba, Nicole pensó que sería moderna, pero se había equivocado, era seria y elegante como él.

“Vaya, eres puntual”

Le hablo en tono molesto.

La observó detenidamente, se veía hermosa y se%y como siempre.

Por un momento tuvo el impulso de pedirle que buscará la manera de cambiarse, pero sabía que pensaría que estaba celoso, en realidad lo estaba, pensar que los empleados pudieran admirar su cuerpo le molestaba demasiado.

Tuvo que respirar profundamente para controlarse.

Pensó que si la hubiera conocido en otras circunstancias se hubiera enamorado indudablemente de ella.

Su suave voz lo volvió a la realidad.

“Dime qué función es la que haré, como sabes sé dibujar y hacer planos, además de que se me facilita usar varios programas en la computadora”.

“De ninguna manera, serás ayudante de mi secretaria, tendrás un lugar al lado de ella, te encargarás de ordenar los archivos, sacar copias y preparar café, tendrás un sueldo de acuerdo a tus funciones”

“Te podría decir que no permitiré que me humilles de esa forma, pero como eres el todopoderoso y omnipotente Bruno Leone, haré lo que me pides”

Trató de calmarse.

Era un imbécil que solo pretendía humillarla.

“No te lo estoy pidiendo, te lo estoy ordenando, recuerda esto siempre, yo no acostumbro pedí, yo ordenó y tomo lo que me agrada cuando me da la gana”.

Nicole salió de su oficina, no sin antes hacer una reverencia, al verlo estaba segura que de sus ojos salieron chispas.

Cuando salió, ya se encontraba en su lugar la secretaria.

Era una señora de unos cincuenta años,

Imaginó que trabajaba ahí desde que era presidente de la compañía don René, se acercó para presentarse educadamente.

“Buenos días, soy Nicole, el Señor Bruno me ha dicho que estaré a su disposición”.

“Buenos días, señora, soy Bertha, sé que usted es la esposa del jefe, no sé porque le dio este puesto, pero no se preocupe, trataré de no hacerlo muy cansado para usted”.

“Muchas gracias, sé que podremos ser buenas amigas, no me hable de usted, solo llámeme Nicole”.

Sonrió al decirlo.

Esa mujer era muy agradable.

“Está bien, entonces puedes llamarme Bertha”.

La mujer le sonrió amigablemente.

El día transcurrió sin contratiempos.

A la hora de la comida decidieron bajar juntas al comedor.

Bertha le comentó que Bruno contrató excelentes cocineros para que la comida de los empleados fuera de lo mejor.

Nicole pensó que cuando menos el ogro se preocupaba por sus empleados.

Estaban esperando el elevador de empleados para bajar, cuando de pronto del elevador de los ejecutivos salió Sondra y entró en la oficina de Bruno sin avisar.

“Amor he venido por ti para ir a comer como quedamos”

Su terrible voz se dejó escuchar.

Bruno entrecerró los ojos.

¿Es que la voz de esa mujer no podía ser más chillona?

Era realmente insoportable.

No soportaba la prepotencia de Sondra, ni su manera de tratar a los empleados, la toleraba con el fin de molestar a Nicole.

Salieron de la oficina tomados de la mano, pasaron junto a Nicole ignorándola, ni siquiera se tomaron la molestia de voltear a verla.

Sintió pena de que Bertha se diera cuenta en lo que se había convertido, en una completa burla para esos dos.

“Nicole, perdón por mi atrevimiento, me parece que ella es tu hermana ¿Algo va mal con el Señor Bruno?”

“No pasa nada, en realidad no importa”

La mujer sintió profunda pena por ella.

Llegaron al comedor, justo cuando iban a empezar a comer, escucho la voz de Max.

“Pequeña libélula, he venido a comer contigo, tu padre me dijo que hoy es tu primer día de trabajo, así que me dije que tenía que venir a verte”.

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