Presa entre tus brazos
Capítulo 127

Capítulo 127:

“¡Cielos! Gente estúpida”

Le dijo Nicole mientras las lágrimas resbalaban por sus mejillas, tanto Max como Amadeus estaban pasando por mucho con tal de poder estar juntos.

“En realidad a pesar que he llevado una lucha exterior, la peor es la interna, aun así, Amadeus es quien ha llevado la peor parte, la gente se siente con derecho a señalarnos y burlarse, sin ponerse a pensar que lo que pasa entre él y yo solo a nosotros nos atañe, es nuestra relación, nuestros sentimientos, no dañamos a nadie con esto, si alguno de los dos tuviera novia o estuviera casado, ahí si estaría mal, no es correcto dañar a otra persona con tal de guardar las apariencias, en eso si jamás estaría de acuerdo, no sería justo”.

“Admiro tu valentía al luchar por ese amor amigo, ten por seguro que jamás te señalaría, por el contrario, me da gusto que hayas encontrado el amor, sea hombre o mujer, tienes derecho a ser feliz”.

“Gracias mi pequeña libélula, sabes que mi amor por ti será eterno”

La abrazo fuertemente, se sentía reconfortado con ese abrazo.

“Hey chicos, ¿Y yo qué? Sabes que pienso lo mismo que Nicole”

Le Sophie integrándose al abrazo.

En ese momento Danna que dormía en su carriola despertó llorando.

“Lo siento chicos, es hora de darle teta”

Sophie se cubrió con una pequeña manta para poder amamantar a su bebé.

“Wao le das pecho a tu bebé”

Le dijo asombrada Nicole,

“Créeme amiga, me contaste que también lo hacías con Santi, es lo mejor que podemos hacer por nuestros hijos, se vinculan más a nosotras y su salud se ve fortalecida”.

Nicole se quedó seria.

Al mismo tiempo se hacía varias preguntas.

¿Qué tantas cosas más había olvidado?

¿Por qué Sophie decía que le había contado, no estaba con ellos cuando nació su hijo?

Mientras tanto en otro lugar…

En Italia, Deborah era la encargada de cuidar a Santi, poco a poco iba cambiando su comportamiento hacia él.

Sergio había notado que cada vez pasaba más tiempo en la habitación del niño.

“Vaya, después de todo tal vez las hienas si tienen sentimientos”

Se cuestionaba así mismo.

Que esa mujer se encariñara con el niño no le convenía, ya hablaría con ella sobre eso.

Tenía pensado deshacerse de ella, así como ella pensaba deshacerse de él, eran tal para cual.

Deborah entró por la noche en la habitación de Santi, había tormenta eléctrica, y el niño se había escondido bajo la cama.

Estaba acostado sobre la alfombra, cubierto con una frazada.

“Santi, tienes que salir de ahí, no te pasara nada”.

“Tengo mucho miedo señora”.

“Te he dicho que no me llames señora, dime abuela, porque eso es lo que soy, Mara no lo es, lo soy yo”.

El niño era inteligente y sabía que no debía llevarle la contraria, se enfurecida cuando lo hacía.

“Me quedaré aquí contigo hasta que te duermas, anda sube a la cama, te contaré un cuento”.

“Sí abuela”.

Era la primera vez que aceptaba llamarla así.

Deborah sintió una calidez dentro de su pecho que nunca había sentido.

Luego se quedó con él hasta que se quedó dormido, después salió en silencio para no despertarlo, entró a su habitación, Sergio se le quedó viendo seriamente.

“¿Qué crees que estás haciendo? Sabes que no puedes encargarte con ese niño”.

“No lo estoy haciendo, me quedé con él para que no estuviera gritando por la tormenta”.

“Vaya, al principio lo amordazabas para no escuchar sus gritos, ahora lo acompañas”

Deborah guardó silencio.

Sergio era muy inteligente.

La conocía a la perfección, así que engañarlo no era fácil.

Mientras tanto en otro lugar…

En E$tados Un!dos, Bruno había organizado una cena romántica en el gran salón de su casa, estaba decidido a hacer que Nicole se enamorara de nuevo de él.

Arregló con cientos de rosas rojas el salón, sabía que esas eran las que más le gustaban, afortunadamente la historia de las rosas y Leandro no la recordaba.

Contrato un violinista, un chef y algunos meseros de confianza para que los atendieran, reforzó la seguridad alrededor de la mansión para prevenir cualquier inconveniente.

Se vistió con un traje negro a la medida.

Nicole había aceptado cenar con él, quería ver si era posible recordar cuando menos un poco del amor que decían que sentía por él.

Y no es que se hubieran olvidado de Santi, al menos Bruno necesitaba distraer su mente para no enloquecer, seguían juntando pruebas en contra de Sergio, así en su momento podrían hundirlo y recuperar todo lo que le había quitado a Nicole.

Ella bajó las escaleras, él la esperaba abajo, quedó impresionado, llevaba puesto el mismo vestido rojo que uso el día de su graduación, que bien que ella no recordaba lo que había ocurrido ese día con su hermana.

Estaba por bajar el último escalón, cuando él extendió su mano para tomar la suya, cuando lo hizo ella pudo ver en su rostro una sonrisa que provocó en ella extrañas sensaciones.

“Luces hermosa”.

“Gracias, tú también te ves muy bien”

Estaba dispuesta a poner todo de su parte por salvar esa relación, después de todo no creía que sus padres estuvieran mintiendo en algo así.

Entraron al salón, ella se quedó maravillada al ver la decoración, al observar la mano de Bruno sobre la suya, pudo notar pequeños cortes en ella.

“¿Tú decoraste el salón?”

“Sí, con ayuda claro está, pero lo hice con cariño, ¿Te ha gustado?”

“Se ve hermoso, las rosas rojas son mis favoritas”.

Él sonrió al verla emocionada.

Ambos cenaron a la luz de las velas.

Después él le pidió bailar.

Ella aceptó con gusto.

Ambos se levantaron de su lugar.

Bruno pasó su brazo por su cintura, ella no sabía si él calor que sentía era causado por el vino que había tomado o por la cercanía de Bruno.

Después de un rato de bailar y tomar unas cuantas copas más, Nicole ya se sentía un poco mareada y alegre.

Además de que estaba un poco más acalorada.

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