No te pertenece
Capítulo 711

Capítulo 711:

Punto de vista de Helen:

Rebuscando en mi memoria, suspiré ya que George siempre era así.

Irrumpía en mi vida en los momentos más inoportunos, me rompía el corazón e incluso se inmiscuía en mis asuntos personales.

Giré ligeramente la cabeza para atrapar una mirada lateral hacia él.

Pero como temía que se diera cuenta, me volví a girar y miré por la ventana.

Cuando llegué a casa, encendí todas las luces como de costumbre.

No soportaba la oscuridad.

Parecía que quería metafóricamente la iluminación.

El salón estaba vacío.

Ni siquiera había un sofá para que George se sentara así que se quedó en la puerta con sentimientos encontrados.

«Te ayudaré a comprar muebles nuevos mañana. Mira este apartamento vacío. Es totalmente inhabitable»

Dijo George.

Le di un vistazo, molesta por haberme seguido.

¿Por qué entraba en mi apartamento sin pedirme permiso?

¿Por qué siempre entraba aquí y se sentía como en casa?

¿Pensaba quedarse otra vez a dormir?

Ni siquiera éramos amigos con derecho a roce, y definitivamente no estaba de humor para tener se%o con él.

«Tú puedes retirarte. Gracias por traerme»

George al escuchar mi respuesta, estalló en una risa sarcástica.

«Estás quemando tus puentes, Helen. ¿Crees que soy el tipo de persona que se puede comprar y vender tan fácilmente?».

Lo miré, sorprendida por su elección de palabras. Él siempre había sido de principios y alguien muy firme.

Ahora resulta que en todo el tiempo que tenemos juntos, también tenía la piel más gruesa que antes. Antes era tan orgulloso que cuando le ofendía, daba un portazo y se iba.

Sin embargo, ahora, no importaba lo que dijera, no podía herirlo.

Era un George totalmente diferente.

Se negaba obstinadamente a irse.

Le miré con desdén y me dirigí al baño.

Después de ducharme, me sequé el cabello frente al espejo.

De repente, sentí que algo iba mal.

La luz del cuarto de baño se hizo cada vez más tenue hasta que se apagó por completo.

Mi reflejo en el espejo se volvió borroso y poco a poco se oscureció.

Todavía podía sentir el calor del secador en el aire, pero todas mis extremidades se volvieron extrañamente frías.

No podía moverme ni un centímetro, ya que sentía que todo mi cuerpo se agarrotaba como un cadáver.

La sensación de estar envuelta en la oscuridad me invadió.

Me quedé allí, congelada en el sitio, sabiendo que estaba alucinando.

Grité en voz alta a George para que viniera a ayudarme.

Esperé lo que me pareció una eternidad, pero seguía sin responder.

La puerta del baño seguía cerrada y George no se mostraba.

Estaba presa del terror.

Sentía como si un par de manos invisibles me estrangularan.

La sensación de asfixia me engullía y el tiempo parecía haberse detenido.

El sonido del secador de pelo era cada vez más débil y lejano y finalmente desapareció.

Me sentía como si estuviera en el vacío, aislada del resto del mundo.

Estaba sumida en un abismo de oscuridad asfixiante y maligna. No sabía cuánto tiempo había pasado antes de que las manos invisibles se aflojaran gradualmente.

Mi cuerpo se tambaleó un poco y estiré las manos hacia el lavabo para apoyarme.

Finalmente, estabilicé mi cuerpo y me puse de pie con firmeza.

La sensación de asfixia desapareció poco a poco y respiré con dificultad.

Cuando volví a dar un vistazo al espejo, me di cuenta de que la luz seguía encendida y mi reflejo era muy claro.

¿Qué tipo de alucinación era ésa?

Me tranquilicé rápidamente, me sequé el cabello y salí del baño, actuando como si nada hubiera pasado.

George estaba doblando mi ropa.

Probablemente no me oyó llamarle en absoluto. O quizás ni siquiera le llamé.

Tal vez todo estaba en mi cabeza…

“¿Te sientes mal? Parece como si hubieras visto un fantasma en persona».

George levantó las cejas al verme.

«No, estoy bien. Solo estoy un poco cansada», respondí.

En lugar de compartir con George lo que había sucedido en el baño, me fui rápidamente a la cama y me metí bajo las sábanas.

En ese inoportuno momento, recibí una videollamada de Lucy.

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