No te pertenece
Capítulo 324

Capítulo 324: 

Punto de vista de Scarlett:

Sentí frío cuando di un vistazo al cuchillo que estaba en el suelo. Era evidente que Charles me odiaba lo suficiente como para quererme realmente muerta.

«¿Cumplirás tu promesa? Si muero, ¿Te encargarás de los gemelos por mí?» pregunté, mirándole expectante. Sin embargo, Charles se limitó a darme una mirada fría sin decir ni una palabra. Parecía como si estuviera seguro de que no me atrevería a recoger el cuchillo. Pero había algo que él no sabía. Era el hecho de que una madre haría cualquier cosa por sus hijos. Incluso moriría para mantener a sus bebés a salvo. Con una sonrisa amarga, tomé el cuchillo de la fruta y me apunté a la muñeca. Justo cuando estaba a punto de cortarme la muñeca, Charles se precipitó a mi lado y me agarro la mano.

«Scarlett, ¿No tienes miedo a la muerte? ¿Estás tan loca como para sacrificar tu vida por los niños? ¿Los hijos de William? ¿De verdad crees que haría realidad tu deseo después de morir delante de mí?» Estaba furioso mientras me agarraba la barbilla y me miraba con un imperceptible toque de pánico en los ojos.

No dije ni una palabra. «¡Nunca te dejaré ver a esos niños! Scarlett, ¡Deja cualquier idea tonta que tengas en la cabeza!». Charles me apartó con disgusto antes de desplomarse de nuevo en el sofá. Sorprendida, le miré, preguntándome por qué rompía su promesa de repente. Sintiéndome impotente, dejé el cuchillo de la fruta. Justo cuando me devanaba los sesos para dar con una idea que le hiciera desistir, algo se me ocurrió.

Richard y Janet debían de haberse llevado a mis hijos. Si no hubiera sido así, no habrían dejado a Tracy fuera de combate con tanta facilidad.

Pensando en eso, supuse que Richard debía saber dónde estaban los dos niños.

Charles estaba tan resentido conmigo que era imposible que me entregara a mis hijos de buena gana, lo único que podía hacer ahora era confiar en mí misma.

Me levanté del suelo y estuve a punto de preguntarle a Richard dónde estaban los niños.

Sin embargo, antes de que pudiera dar un paso, Charles se dio cuenta de lo que estaba planeando. «Scarlett, no intentes obtener ninguna pista de Richard o Janet. Yo soy el que escondió a tus hijos, ¡Y nunca te lo pondré tan fácil para encontrarlos!», me amenazó mientras se levantaba del sofá y se dirigía lentamente hacia mí.

Me detuve y le miré fijamente.

Ese atisbo de esperanza en mi corazón desapareció en un instante y volví a sentirme impotente.

«Scarlett, te lo advierto, si intentas molestarme una vez más, solo verás a los niños como cadáveres». Dijo Charles, ignorando el hecho de que yo estaba tan furiosa como él. Le miré a los fríos ojos con incredulidad. Nunca pensé en él como alguien que haría daño a mis hijos.

«¿De verdad quieres verme morir? Si me impides ver a mis hijos, moriré delante de ti». Diciendo eso, tomé el cuchillo de la fruta y me apunté al cuello.

Charles me dio una mirada indiferente como si no le importara si yo vivía o moría.

Bajé el cuchillo con desesperación, sin saber cómo hacer que se comprometiera

«Charles, ¿Has visto alguna vez a los gemelos?» Me acerqué a él y le tomé la mano.

Sabía que, si los había visto alguna vez, sabría lo adorables que eran.

Después de todo él era su padre, y seguramente los querría.

“Scarlett, eres tan desagradable. No voy a ver a esos bastardos ni a tener piedad de los hijos de otro hombre, ¡Ríndete ya!» Claramente, me malinterpretó. Me empujó de nuevo con una mirada desdeñosa.

La fuerza me hizo retroceder hasta golpear mi espalda contra el reposabrazos del sofá, casi cayendo al suelo. Al ver la mirada fría y de asco en sus ojos, me desesperé, sin saber ya qué hacer.

«Lo más estúpido que hice fue creer que me amarías de corazón. Si hubiera sabido que serías tan repugnante, ni siquiera te habría tocado». El odio ardía en sus ojos mientras seguía negando que compartimos alguna vez momentos juntos.

«Tú puedes descargar tu ira en mí. Pero te lo ruego, por favor, déjame ver a los niños».

No me importaba ser humillada por él, siempre y cuando se calmara, solo deseaba que no sacara su ira con mis bebés.

Charles me miró fijamente, y parecía que no quería decir nada más.

Parecía que se iba a ir, pero cuando estaba a punto de pasar a mi lado, se detuvo.

Con una gentil sonrisa en los labios, me preguntó: «¿Qué piensas de Nancy? Me gustaría que James fuera cuidado por ella».

Pensando que debía estar bromeando, lo miré con incredulidad

«¿No debería James vivir en la Mansión Moore y ser cuidado por los mayores? ¿Por qué debería Nancy tener algo que ver con él?» La idea de que Nancy fuera la madrastra de mi hijo me daba pánico y asco.

Si Charles se casaba con ella, tendrían su propio hijo.

Y cuando eso ocurriera, ¿Seguirían cuidando bien de James?

«Nancy es una mujer amable y estoy dispuesto a dejar que cuide de James. Viviremos una vida feliz en el futuro como familia»

Sus palabras me imitaron, así que le grité con rabia: «¡Charles, eres un auténtico desvergonzado! ¡Tú no eres apto para ser el padre de James en absoluto! ¡Devuélveme a mis hijos, incluido a James! Él también es mi hijo, ¡Y nunca permitiré que lo trates así!»

«¡No va a suceder!» Charles sacudió mi mano con decisión y amenazó.

«Scarlett, no quiero verte nunca más. Si te atreves a volver a mostrarte delante de mí, ¡Te juro que mataré a esos gemelos!

Sus palabras parecieron exprimir la vida de mi corazón. Lo miré con rabia cuando sentí el sabor de la sangre en mi garganta

«Tú, ¿Eres siquiera humano? ¿Cómo puedes decir algo así?», tenía miedo de que realmente pudiera matar a mis hijos, la ansiedad me hizo escupir sangre.

Al ver eso, se detuvo e inmediatamente se acercó para abrazarme con una pizca de pánico en sus ojos. No me hizo pensar que estaba a punto de morir. Me sentí impotente y nerviosa al dar un vistazo a su bello rostro. Recordé el dulce pasado entre nosotros.

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