Monica -
Capítulo 43
Capítulo 43:
POV: Mónica.
“Intenté olvidarte, pero es imposible, te adueñaste de todo mi ser, cuando te fuiste te lo llevaste todo”
“Amaneces algo cursi, de hecho, has estado así los últimos tres días”
“Solo soy cursi contigo”, dijo con una sonrisa.
“Está bien, señor cursi, pero es hora de levantarse tengo cosas que hacer, si quiere puedes quedarte a deprimirte un rato en la cama”
“No, quédate conmigo, podemos estar así, abrazados todo el día o hacer algo más”
“No, no voy a hacer nada contigo hasta que no esté cien por ciento segura que no soy un capricho tuyo”
“No eres un capricho Mónica, nunca lo has sido”
“No lo sé, como sea tengo que ir a bañarme, apestamos a alcohol”
“Bien, vamos a bañarnos”
“No dije que juntos, tu aquí y yo en mi habitación”
“¿Por qué eres así?”
“Porque puedo y porque quiero”
Me levante y el hizo un puchero.
“Al menos dame un beso de buenos días”
“No, deja de estar jugando”
Le tiré una almohada y salí de esa habitación.
Justo Antonio venía saliendo de la suya.
“Mocosa ya veo por qué me echaste”
“No pasó nada de lo que crees”
“Eso espero, ese muchacho te hizo llorar, hizo de menos tus esfuerzos por mantener una relación a larga distancia contigo y él no se esforzó en lo mínimo, no se la pongas fácil, que te demuestre que está dispuesto a darlo todo como tú, deja de dar sin recibir nada a cambio”
“Está bien profe, por cierto, deberías, escuchar tus propios consejos”
“Soy bueno para darlos no para seguirlos, ahora ve a ducharte que te vez terrible. ese hombre debe estar muy enamorado para no decirte nada al verte en esas fachas”
“Eres un pesado”
Me fui a mi habitación, al entrar al baño vi a lo que refería Antonio, realmente luzco terrible, me meto a bañar siento y como si la vida se me renueva.
Al bajar, veo a Alonzo sosteniendo su cabeza y a Antonio a su lado ignorándolo completamente, coloco unos analgésicos frente a Alonzo.
“Para la resaca”
“Gracias preciosa”
Los toma y me sonríe.
“Vamos a desayunar”
Nos sentamos los tres en la mesa al terminar, Alonzo se sigue sintiendo mal así que le digo que se puede quedar a descansar.
Nos acompaña a la salida, pero justo cuando abro la puerta siento una cachetada en mi rostro, veo furiosa a la persona que se atrevió a golpearme y claro tenía que ser Isabel.
“No esperaste ni un día para meterte en la cama con mi prometido, eres una cualquiera”, me grita mientras Alonzo me mira preocupado analizando la marca roja en mi rostro.
“¿Estás bien?, maldición”, dice entre preocupado y molesto.
“¿Quién te crees que eres?”, le ruge prácticamente a Isabel.
“Te dije que si la tocabas te ibas a arrepentir”
Se le iba a ir encima, sé que no la iba a golpear, pero se ve realmente molesto que da miedo.
“Estoy bien, no es nada”, le digo con ambas manos sobre su pecho para detener su avance.
“Claro, defiéndela, se las tira de santa, pero apenas puso un pie en el país se metió en nuestra relación”
No tengo que explicarle nada a Isabel y diga lo que diga yo no tuve nada que ver con que Alonzo la dejara.
“Isabel, sal de mi propiedad en este instante, te lo estoy pidiendo de buena manera, no pienso discutir contigo”
“Sabes que lo que digo es cierto, apenas lo viste saltaste sobre él cómo animal en celo”
Alonzo iba a decir algo, pero lo mire muy seria para que se callara.
“No te debo explicaciones de mi vida privada, pero si te hace sentir paz, no he dormido con tu hasta donde sé ex prometido, el cual te dejo porque lo engañaste, le mentiste sobre el bebé y no sigamos discutiendo ese tema porque te deja muy mal parada así que no vengas a crear problemas, no me quieres conocer de malas”, dije con enojo en mis palabras.
“Fuiste hasta Argentina a restregarme que habías ganado y lo toleré, me hostigaste sin razón por dos años, porque yo jamás busqué a Alonzo en los seis años que estuve fuera del país y lo toleré, pero que vengas a mi propiedad, me golpes y me insultes por algo que no provoque, eso no lo voy a tolerar, me estás colmando la paciencia”
Alonzo me miro con el ceño fruncido.
“¿Cómo que te buscó en Argentina y te hostigo dos años?”
“No es nada, tranquilo”, le dije intentando calmarlo pues se estaba poniendo aún más furioso.
“Isabel, sal de aquí ahora mismo”, le dijo lleno de furia.
“Si Mónica no se atreve a destruirte lo haré yo y te aseguro que nadie podrá salvarte, has visto lo implacable que puedo llegar a ser con mis enemigos todos estos años, así que mejor aléjate por las buenas”
“Se creen muy poderosos, pero no saben de lo que soy capaz, ustedes me humillaron y me las van a pagar, ténganlo en cuenta”
Salió hecha una furia de ahí, de la nada sentí algo frio en mi mejilla y sonreí al darme cuenta de que era Antonio con una bolsa de hielo.
“Se te hinchará el rostro Mocosa, debiste golpearla”
“La violencia no va conmigo”
“¿Qué te he enseñado?”
“Ya, no es nada”
“¿Cómo no va a ser nada, mira nada más como te dejó”
Alonzo aclaró su garganta.
“Linda escena, ¿Pero podrías quitar las manos de mi chica?”
Antonio me miró con cara divertida y yo tomé la bolsa de hielo antes de girar hacia Alonzo.
“No seas pesado, además no soy tu chica, por tu culpa esa loca me golpeó”
“Lo siento amor, yo creí que se había ido”, dijo acercándose a mí para abrazarme.
“Lo que sea, tengo que ir a trabajar”
Al final, Alonzo nos terminó acompañando, pero se quejó todo el camino de su malestar como si fuimos nosotros los que lo obligamos a beber sin control.
“Alonzo, si sigues quejándote te juro que te golpeare”
“No seas dura, deberías apapacharme y darme amor”
“No tengo por qué, también Antonio y yo estamos con resaca por acompañarte a beber, además tu sólito bebiste de esa manera, nadie te obligó”
“Antes eras más dulce”, dijo con un puchero.
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