Monica -
Capítulo 31
Capítulo 31:
POV: Mónica.
Llego el momento de la cena, todos vestían cómodos, pero elegantes a la vez si es posible.
Cuando entraron los Spencer pude ver a Isabel qué lucía muy elegante con un vestido que resaltaba su cabello y sus curvas, realmente es muy guapa.
Todos se saludaron, cuando Alonzo me saludó lo hizo con un poco de duda, me dio un beso y los demás no notaron en absoluto qué realmente estábamos peleados.
Cuando Isabel me saludó noté una extraña sonrisa en su rostro, ella si sabía que Alonzo y yo no estábamos tan bien, creo que el beso de ayer fue premeditado y eso me enoja más.
Conversamos entre todos como si nada pasara Ester no pudo evitar decirme lo guapa que es la nueva amiga de Alonzo.
Pasamos al comedor, Alonzo estaba sentado a mi lado.
“¿Podemos hablar después de cenar?”, dijo en tono serio casi en un susurro para que solo yo escuchara.
“Claro”, respondí con cierta amargura, aún estaba molesta.
Al terminar la cena, los papás de Alonzo se fueron y llevaron a Isabel con ellos, aunque ella insistía en esperar a Alonzo, al final terminó aceptando irse con los Señores Spencer cuando Alonzo le dijo que no era necesario que lo esperara.
Fuimos al jardín.
“Sigues molesta”, dijo más como una afirmación qué como una pregunta.
“¿No debería?”, dije viéndolo a los ojos.
“Claro que no, lo de Isabel no es nada solo fue un beso sin importancia, ella no era consciente de lo que hacía”
“¿Estás seguro de que no era consciente?”
“Claro que sí, tú la viste”
“Está bien, supongamos que ella no era consciente, pero tú si lo eras, en lugar de molestarte te pareció divertido qué te besara”
“Lo ha hecho antes de nada me sirve molestarme con ella, a la mañana siguiente no recuerda nada de lo que hizo, simplemente dejé de darle importancia a eso”
“Eres un idiota”, dije llena de ira, con mis ojos llenos de lágrimas.
Ella lo ha besado muchas veces antes y lo dice como si nada, estaba a punto de irme, pero sus palabras me detuvieron.
“Puedes dejar de comportarte como una niña”, dijo evidentemente molesto.
“No, no puedo dejar de comportarme como lo que soy”, le grite y me miró con asombro.
Nosotros jamás nos habíamos gritado por muchas discusiones qué tuviéramos.
“Si te molesta mi actitud de niña búscate una qué no lo sea”
“Mónica…”
“Mónica nada, tú fuiste el que él que se equivocó y ahora soy yo la que tiene actitud de niña, no bromees Alonzo”
Me miró y su mirada estaba llena de preocupación.
“¿Estás terminando conmigo?”, dijo con evidente miedo en sus palabras y su mirada.
Yo solo me límite a llorar, se acercó a mí y me abrazo en cuando me vio llorar.
“Amor, lo siento, lo siento, sé que me equivoque, por favor no me dejes”
Esperó a que me calmara, lloré hasta que me quede sin lágrimas, levanté la vista y él también estaba llorando.
“Prometo que lo solucionare, hablaré con ella, por favor confía en mi”, dijo con mi rostro entre sus manos.
“Ya no quiero discutir”
“Ya no lo haremos”
Quiero creer en sus palabras no quiero dejarlo, realmente lo amo, y sé que él me ama.
Una vez tranquilos hablamos más calmados, y ambos nos comprometimos a solucionar lo que está afectando nuestra relación.
A la mañana siguiente él regresaba a Massachusetts, fui al aeropuerto a despedirlo, fuimos abrazados todo el camino e Isabel se veía muy seria creo que sí habló con ella sobre el o los besos.
Antes de subir al avión me besó como si su vida dependiera de ello.
“Te amo, nunca lo dudes”, me dijo juntando nuestras frentes.
“Yo también te amo”
Subió al avión y partió.
Espero no tengamos más discusiones de ese tipo.
Estuvimos relativamente bien el resto del año, para navidad regresó y estuvimos muy bien un nuevo año llego y en un abrir y cerrar de ojos el verano volvió y con él mis problemas con Alonzo.
Él decidió que sacaría unos cursos vacacionales en la universidad y como todos los años yo viajaría a Italia, esta vez me fui con mis amigos y eso a él no le gustó tanto.
Yo iba a disfrutar mis vacaciones con o sin él.
Me enfoqué en disfrutar mis vacaciones con mis amigos sin pensar o poner mucha mente en mis problemas con Alonzo, hubo días en los que me olvidé por completo de él y él no se molestó tampoco en contactarme.
El día de mi cumpleaños llego, una vez bajé a la sala de estar vi un enorme arreglo de flores no tuve que ver la tarjeta para saber de quién era.
Cada vez que Alonzo se perdía una fecha importante para nosotros acostumbraba a enviar un enorme arreglo como si eso remplazara su ausencia.
No me tomé la molestia de leer la tarjeta fui directo a la cocina donde para mi sorpresa estaban todos mis amigos.
James, Sebastián, Rafael, Miriam, Cristina y Federico gritaron al unísono cuando entré en la cocina:
“Feliz cumpleaños”, gritaron.
Aparecieron con una torta y comenzaron a cantar, me sentía feliz y bendecida de tenerlos conmigo ellos han sido mi polo a tierra este año.
Martha, Mario y el abuelo se unieron a nuestra pequeña celebración pasé un día muy entretenido y no recordé a Alonzo hasta que al llegar a la sala.
Cristina y Miriam quedaron asombradas por el enorme arreglo.
“Es precioso, ¿Quién lo envío?”, dijo Cristina.
“Es obvio quien lo envío, quiero ver que dice la tarjeta”, dijo Miriam emocionada.
“Ya sé lo que debe decir, que lamenta no estar aquí y bla, bla, lo mismo de siempre”, dije restándole importancia.
“Pero se tomó la molestia de enviarte esto”, dijo Cristina.
“Siempre lo hace cuando no está presente como justificación por hacerme a un lado cuando tiene cosas importantes que hacer”
Puedo sonar inmadura, pero realmente él cambio nuestros planes de viajar juntos a Italia con la excusa de unos cursos vacacionales, pero todo lo que va del verano ha estado de fiesta con sus amigos incluida Isabel, no quiero calentarme la cabeza, él puede hacer lo que se le venga en gana.
Ese día estuvimos en la hacienda y el día siguiente viajamos a la ciudad para celebrar mis dieciocho años como corresponde.
Salimos a un club nocturno con mis amigos y por primera vez tome alcohol de manera legal, aunque admito que consumir bebidas alcohólicas no es algo nuevo para mí ya que mi familia se encarga de producirlas.
No soy ajena a ellas, pero por primera vez nadie me pone un alto con la excusa de que soy menor de edad.
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