Capítulo 446:

«Después de pensarlo un poco, creo que Benjamín debería encargarse de los arreglos de la vivienda», dijo Julio, cambiando el enfoque. «Es más adecuado que un hombre se ocupe de una mujer en esta situación. En cuanto a ti, es otra historia».

Eileen tenía sus propios problemas y, con tantos ojos siempre puestos en ella, sabía que si alguien descubría que cuidaba de una embarazada, los rumores se extenderían rápidamente.

El apoyo de Julio a la educación universitaria de Dalores no había sido un secreto, y esta conexión no resistiría el escrutinio.

«De acuerdo, lo hablaré con él», aceptó Eileen. Luego trataron algunos asuntos de trabajo antes de que ella se marchara.

Cuando Eileen comunicó a Benjamin la decisión de Julio, éste la aceptó sin vacilar.

Sin poder contener su curiosidad, Eileen preguntó: «¿No tienes ninguna opinión sobre el camino que está eligiendo Julio?».

«Algunas personas valoran más el amor que su vida, mientras que otras no», respondió Benjamín, haciendo una pausa para enfatizar. «Personalmente, priorizo mi carrera sobre mi vida amorosa. Si no lo hubiera hecho, tú y yo no estaríamos en esta situación».

Benjamin se habia arrepentido muchas veces de no haber renunciado a su puesto como ayudante de Kian para perseguir a Eileen en el País de Wist.

Su miedo a perder tanto su trabajo como su oportunidad con ella significaba que valoraba más su futuro profesional que su vida amorosa.

«La situación de Julio es mucho más complicada. Ha conseguido hacerse con el control del Grupo Freguson, pero su posición dentro de la familia sigue siendo frágil. Necesita el apoyo de los Harrison y no puede permitirse enemistarse con ellos».

Las palabras de Benjamin aliviaron el peso en el corazón de Eileen.

«Es natural sentir simpatía como mujer, pero no puedes involucrarte. En el futuro, intenta distanciarte de Dalores. Déjame este asunto a mí».

Eileen asintió con la cabeza. «Gracias. Entonces te lo dejo a ti. Va a ser una tarea difícil. Si encuentras algún problema, dirígete directamente a Julio».

Aquella tarde, cuando Eileen llegó a casa y aparcó, sonó su teléfono. Era Roderick.

«Eileen, esta tarde he encontrado un piso. El alquiler está casi liquidado, y antes era un pequeño restaurante, así que puedo ahorrarme los gastos de reforma…»

El entusiasmo de Roderick era palpable mientras explicaba que los preparativos para el restaurante de fideos durarían como mucho dos semanas.

Su entorno tranquilo sugería que llamaba desde un lugar discreto.

«Judie y yo lo tenemos todo planeado. Ella trabajará de cajera. Como mamá no quiere trabajar, se encargará de la limpieza. La vigilaré a diario para asegurarme de que no afloje…»

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