Mamá psicóloga -
Capítulo 78
Capítulo 78:
POV Lizbeth
“¿Qué cosas mamá?, hablaste con Jeremías sobre mi accidente sin decirme nada”, niego
“Pero eso no importa ahora porque ya todo acabó”.
“¿Acabó?”
Mi madre me entrega una taza de té.
“Eso no puede ser, ese hombre parecía quererte y no me niegues que tú también lo querías, no puede…”
“Teníamos un trato, él solo estaba conmigo porque hicimos un pacto”, confieso mirando a mi madre.
“Pero si tienes razón, me enamore de él, de esos niños y justamente por eso acabé las cosas, porque más adelante podré hacerle daño”, niego.
“Además, si ahora duele no puedo imaginar que sucederá más adelante”
“Cariño, no creo que eso sea correcto”
Mi madre sostiene mi mano.
“Piensa bien las cosas estás haciendo las cosas mal, además los niños no puedes hacerles esto”.
“Es por ellos que lo hago madre”, admito.
“Además, me están amenazando, realmente no tenía mucho sentido, pero ahora comprendo el por qué lo estaban haciendo, así que mejor esto, ¿Verdad?”
Mis lágrimas caen una vez más.
Bebo la tasa de té tratando de convencerme de que estaré bien y cuando mi madre me pide darme una ducha.
Hago lo que me pide sintiéndome como una tonta por haber vuelto a la habitación en la que crecí y en la cual pasé casi un año sintiéndome miserable.
Trato de alejar mi mente de Jeremías, de mis sentimientos de los niños, pero se me hace imposible y rechazo la propuesta de mi madre para ir a ver a papá.
Me quedo sola en mi habitación una vez más, la tarde comienza a caer como los días anteriores.
Cierro mis ojos para intentar dormir, pero mi móvil vibra junto a la cama haciéndome imposible no mirarlo.
El número en pantalla lo conozco.
El nombre de mi esposo me hace dudar si tomarlo o no, pero la preocupación es tan fuerte que tomo la llamada.
La tomo incluso si esto va en contra de mis planes para alejarme de ellos.
“Te dije que no me llamaras, te dije que…”
“Lucas está enfermo, Lizbeth”, su voz es cansada.
“Muchas cosas están pasando ahora mismo, mis hijos te necesitan”.
“No creo que eso sea buena idea, me iré más adelante y los niños…”
“Los niños están bien, lo seguirán estando si estás aquí, por favor ven aquí”
Niego con mi corazón doliendo por ir por ahora mismo.
“Tenemos un contrato”
“El contrato terminó Jeremías”, digo.
“Lucas está bien, yo no tengo nada que hacer ahí, así que no me llames más ni…”
“Lucas está inconsciente, tiene fiebre y lo único que hace es llamarte, Lizbeth”
Jeremías me grita.
“Te guste o no, él te necesita, yo te necesito, pero eso es lo de menos hazlo por él”.
“Bien iré, pero no voy a quedarme, esto es lo mejor para todos Jeremías, yo…yo no quiero sufrir más, no quiero que ellos lo hagan”
“Estás sufriendo porque quieres”, responde.
“Tú estás haciendo esto porque yo quiero que estés aquí, té lo dije, pensé que tú también creías que este matrimonio, si podía ser real”
POV Jeremías
Abro la puerta de la casa cuando escucho al auto detenerse más allá de esta, la mujer que baja de dicho coche evita mirarme a los ojos, pero mi corazón desbocado me impide no mirarla.
Han sido tres días terribles, tres días de angustia, frustración y sobre todo de necesitarla.
“Gracias por venir Lizbeth, yo…”
“No hablemos”, me pide.
“Voy a ocuparme de los niños y hablaré con ellos, así que solo pretende que no estoy aquí”.
Paso una mano por mi cabeza.
Su aroma me golpea dolorosamente en mi rostro cuando pasa a mi lado y tengo que hacer de mis manos un puño para no tomarla para impedir que se aleje de mí.
Camino en silencio dentro de casa cuando ella se marcha escaleras arriba.
Mi móvil comienza a sonar una vez más antes de que pueda siquiera intentar seguirla y contesto porque estoy en un momento crucial.
He conseguido algunas pruebas, tengo el testimonio del sujeto que aún no me ha revelado su rostro.
He tratado de mantener todo bajo el telón para que mi tío no sospeche absolutamente nada de esto porque el día que vaya por el todo terminará y pagará cada una de sus culpas.
“¿Qué sucede?”, cuestiono regresando a mi despacho.
“¿Qué conseguiste?”
“El juez que dirigió todo el proceso, el policía y todos los involucrados directa o indirectamente con el caso de tu hermano eran conocidos de tu abuelo”
Mi amigo Antón dice esto con preocupación.
“Esto es inaudito Jeremías, estamos hablando de jueces y fiscales, la corrupción es increíblemente grande”.
“No puedo permitir que mi tío tenga escapatoria”, respondo.
“Por favor, consigue a alguien que no puedan corromper, pon alguien de confianza”.
“Me encargaré de eso, Darwin también era mi amigo”.
“Lo sé, por eso eres el único que sabe lo que estoy haciendo”.
Me despido de mi amigo después de unas cuantas palabras más, trabajo en los documentos que enviaron los auditores por una hora.
Evito todo lo que puedo no correr hasta la planta superior de mi casa, pero el deseo es demasiado fuerte, así que ni siquiera me reclamo algo más antes de detenerme en la puerta de la habitación de mis hijos.
Lizbeth está sentada junto a Lucas.
Puedo ver la angustia en su rostro mientras trata de comprobar su temperatura.
Mi hija está de pie a su lado, tomándola de la mano como si realmente no pensara permitir que se vaya, pero sé que Lizbeth no quiere estar aquí.
Entiendo que no quiere sufrir.
Comprendo perfectamente, piensa que realmente no me importa más allá que por el bienestar de su hijo, pero fue real lo que dije.
Quiero que ella esté conmigo.
Quiero que seamos un matrimonio real y cuide de mis niños.
Quiero que cuide de todos porque es una mujer única.
Ella es una mujer que me ha hecho confiar otra vez en alguien más.
“¿Podemos hablar?”
Mi voz reverbera en la habitación.
“Necesitamos hablar Lizbeth, sobre…”, carraspeo mirando a la niña.
“Sobre lo que tu madre me contó”.
“Prefiero no hacerlo”, responde ella después de cargar a Lucia en brazos.
“Vine a ocuparme de los niños, nada más”, acaricia el rostro de Lucia.
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