Mamá psicóloga
Capítulo 73

Capítulo 73:

POV Jeremías

Ni siquiera he tenido tiempo de llegar a la oficina cuando me doy cuenta de que algo no está bien.

Después de salir de casa temprano en la mañana y escuchar a mi mujer decirme que la madre de los niños apareció de repente, lo último que necesito es verla a ella, tranquilamente sentada en mi oficina.

“¿Me extrañaste bombón?”

Su voz sigue siendo la misma, pero ya no me afecta.

“He vuelto por ti, por lo nuestro”.

“Te dije que no te acercaras a mí o a mi familia Elena, lárgate de aquí”

Señalo la puerta, pero ella no me escucha.

Ella rata de acercarse a mí, pero la detengo sujetando su mano.

Sin embargo, ella solo usa su otra mano para tocar mi rostro con una pequeña sonrisa que la hace lucir como si realmente estuviera enamorada.

“Te extrañé, sé que fui una tonta al dejarte, pero en aquel entonces yo no sabía que tú…”

“¿Qué?”, gruño.

“¿Qué tomaría el lugar de mi hermano?”

La empujo.

“¿Qué tendría todo el maldito dinero de mi familia en mis manos?”

“Jeremías entiéndeme”, dice.

“Soy una mujer hermosa y aunque te amaba no podía condenarme a vivir siendo solo la mujer de un médico”.

“Tú de verdad eres un monstruo”, gruño.

“No sé cómo pude pasar tantos años contigo como yo…”

“No hablemos del pasado bombón”, pide acercándose una vez más.

“Podemos empezar ahora, esa mujer que conseguiste para reemplazarme ni siquiera me importa”, dice.

“Puedes dejar que siga cuidando de los niños y nosotros podríamos irnos a vivir a otro lugar”, ella coloca una mano sobre mi pecho.

“Podemos irnos a esa casa de tu hermano tan linda que siempre…”

Aparto a Elena una vez más.

Doy dos pasos hacia atrás para apartarme de ella y sigo pensando en lo imbécil que fui al estar con ella por tantos años.

Elena nunca tuvo interés en nada que no fuera mi dinero.

Solo que no lo vi hasta que me abandonó.

“No quiero nada contigo, no me importa si volviste si me extrañaste o no tú no eres nadie”; le repito.

“No eres nada para mí y tengo bastantes cosas que hacer para andar perdiendo el tiempo contigo, así que solo vuelve por donde viniste”.

“¡Sé que también me extrañas!”, dice empujándome contra la mesa de mi oficina.

“No puedes haberme cambiado por una estúpida mujercita como la que vi”

Ella me besa antes de que pueda apartarla.

“Tú me amas y ahora que eres el dueño de todo, nosotros…”

“¡Nosotros nada!”

La empujo.

“No vuelvas a intentar besarme, no vayas a mi casa y no perturbes a mi familia porque ya no eres nadie, no me importas”.

“¡Tu familia!”

Ella niega.

“Podemos seguir siendo una familia, mientras alguien se ocupe de los niños, yo no tengo ningún problema con…”

“¡Cierra la boca!”, le grito.

“Justamente por eso digo que no podemos estar juntos, mis hijos son lo más importante y tú nunca vas a dejarlos de tratar como un estorbo”

Asiento molesto.

“Estoy casi seguro de que mi tío te trajo aquí, así que será mejor que te largues porque ya no me interesas Elena, tú ya no eres nada en mi vida”.

Ella me mira con molestia.

Luego toma su bolsa con rabia y camina hasta la puerta de mi despacho, pero se detiene ahí un momento.

Luego habla sin decir una sola, siquiera mirarme.

“Te voy a recuperar, Jeremías”, su voz es malévola.

“Después de todo, esa pobre tonta ni siquiera sabe todo de ti”

Mira sobre su hombro con una pequeña sonrisa.

“Y soy la madre de esos niños, ¿Verdad?”

“Tú no…”

“Volveré por mi familia bombón, termina con esa pobre estúpida o mantenla, me da igual”

Elena se marcha de la oficina sin decirme nada más, la molestia me llena.

Me digo que necesito terminar con esto de una vez y por todas así que rebusco en mi maletín la dirección que me dio ese sujeto ayer en la noche.

No puedo prolongar más esto.

No quiero prolongarlo más.

Incluso si Antoni sigue siendo mi tío, la muerte de mi hermano no puede quedar impune, no después de todo lo que desencadenó.

Además, mi hermano sea lo que sea que pasó, no lo merecía y él no puede seguir por ahí libremente si realmente mandó a matar a mi hermano.

Salgo de la oficina sujetando el papel.

Coloco la dirección en el navegador de mi coche y conduzco a través de la ciudad hasta ahí sin darme cuenta de que prácticamente estoy yendo al vecindario donde vive la madre de Lizbeth.

Me sorprendo aún más cuando estaciono el auto frente a la casa de color blanco que he visto antes y siento el frío en mis manos cuando atravieso el pequeño jardín para llamar a la puerta.

La madre de mi esposa abre la puerta.

Ella sonríe cuando me ve, pero no soy capaz de hablar, no cuando me estoy dando cuenta de que el mundo es más pequeño de lo que pensaba.

Respiro hondo antes de hablarle a la madre de Lisbeth sin rodeos.

“No vine aquí realmente por algo…”

Trato de encontrar una forma de decirlo.

“Oh más bien no sabía que terminaría aquí yo…”

“¿Qué pasa cariño?”

Ella abre completamente la puerta

“¿Sucedió algo con Lizbeth?, ¿Con los niños?”

“No, no yo…”

Maldigo internamente.

“Quiero saber qué pasó en el accidente que tuvo Lizbeth”, suspiro.

“Puede que… existe la posibilidad que el hombre que salvo fuera mi hermano y…”

Tomo la mano de mi suegra.

“Necesito saber si él le entregó algo a Lizbeth, si ella traía algo con ella cuando todo sucedió”.

“No puedo creerlo”; dice mi suegra.

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