Mamá psicóloga -
Capítulo 60
Capítulo 60:
POV Jeremías
Maldigo pensando que probablemente pensó que podría conversar con mi madre o convencerla de alguna cosa.
Cielos, le dije que no se involucrara en esto.
¿Por qué ella no puede simplemente hacerme caso?
Llamo a mi asistente para que cancele el resto de las citas a excepción de la cena que reservé para celebrar su graduación.
Conduzco con prisas hacia la casa de mi madre.
La preocupación se mueve por mí cuando bajo del auto una media hora después y ni siquiera saludo a la empleada que abre la puerta cuando entro en casa.
No me agrada el silencio dentro de la casa.
La chica que abrió la puerta señala la terraza cuando pregunto en silencio por mi madre y me detengo en la puerta cuando veo incrédulo la escena frente a mí.
Mis hijos están sentados en el jardín con algún cachorro aún adornado con un inmenso moño rojo en su cuello.
Frunzo el ceño cuando veo a Lizbeth tranquilamente sentada en los sillones de mimbre junto a mi madre que toma un té en completo silencio.
¿Mi madre está tomando té con Lizbeth?
¿¡Cómo puede ser eso posible!?
“¡Papá!”
La voz de mi hijo hace a las dos mujeres mirar hasta a mí.
“¡Mira el perrito que nos regaló la abuela!”
Lucas toma al animalito con cuidado para correr hasta mí, bajo mis ojos hasta dicho perrito y supongo que mi madre está tratando una vez más de ganarse su cariño con regalos absurdos.
“Está muy lindo cariño”, respondo.
“sigue jugando con él, iré a hablar con la abuela”.
“Mamá dijo que pida quedarse con nosotros”, dice entonces mi hijo.
“¿Puede papá?”
“Sí mamá dijo que sí, no necesitas preguntarme”
Camino hacia las dos mujeres.
Una vez mi hijo regresa donde Lucia con el perrito y Lizbeth me da una pequeña sonrisa antes de que mi madre se ponga en pie para mirarme con su barbilla alzada con petulancia.
“Escúchame bien Jeremías”
Su voz es extremadamente tensa.
“Mis nietos me importan, aunque no lo creas”
Ella me mira.
“Esta mujer no es de mi gusto y me molesta que no me consultaras tu matrimonio, pero si le hace bien a mis nietos me mantendré al margen”.
“¿Qué?”
“Que retiraré la demanda, que puedes quedarte con ella y mis nietos como familia, al menos hasta que meta la pata y mande al drenaje el voto de confianza que les he dado a los dos”
POV Lizbeth
Me despido de la madre de mi esposo con un ligero asentimiento de cabeza, la mujer sigue mirándome con desagrado, pero al menos llegamos a un acuerdo y eso es lo único que importa.
“Abuela, llamaremos al perrito Wellington”, dice Lucas.
“Papá dijo que le gustaba ese nombre una vez”
“¿Lo dijo cariño?”
La mujer frente a mí carraspea.
“Es un lindo nombre”.
“¡Te gusta mamá!”
Me mira Lucas.
“Wellington, de verdad es un lindo nombre”.
“Si tesoro, ahora ve con tu papá”.
El niño se aleja dejándome a solas con la mujer.
Jeremías nos mira desde el auto, pero supongo que no quiere entrometerse en esta conversación.
La mujer cruzada de brazos, un escalón por encima de mi habla con firmeza.
“Realmente no estoy segura de que tan buena seas para mis nietos, pero debo admitir que…”, duda.
“Las cosas están fluyendo bien”.
“Señora, créame que lo único que quiero es el bien de los niños, el día que esté haciéndoles algún daño prefiero alejarme y le expliqué cuál fue la razón de que perdiera mi carrera”, respiro.
“Por favor deje de hacer las cosas difíciles para su hijo, él está realmente preocupado por los niños”.
“Sé que lo está, pero Jeremías nunca fue un hombre de familia”, mira hacia el auto.
“En realidad sigo pensando que un día simplemente se alejará de todos y volverá a vivir como solía hacerlo”.
No digo nada porque realmente es algo de lo que no puedo opinar.
Tampoco siento que deba indagar más de como fue antes la vida de mi esposo, pero sé que él no hará eso con sus hijos.
Jeremías no podría separarse de esos niños.
De eso estoy más que segura.
“Le aseguro que eso no va a pasar”, suspiro.
Tenga buena tarde, Lauren”.
“Felicidades por tu graduación Lizbeth”, me responde.
“Espero consigas un buen trabajo”.
Después de esas palabras, camino hasta el auto.
Escucho el ladrido del perrito cuando me subo en el coche y miro el rostro disgustada de mi esposo mientras coloco el cinturón de seguridad.
Le doy una rápida ojeada a los niños en el asiento trasero.
“¿Qué fue lo que hiciste Lizbeth?”
Jeremías prende el auto.
“¿Como conseguiste que mi madre…?”
“Fui sincera con ella Jeremías”, respondo.
“Sé que piensas que a ella no le importan realmente los niños, pero creo que solo está un poco…”, busco la palabra.
“Deprimida”.
“¿Deprimida?”, niega.
“Mi madre nunca podría estar deprimida”
“Se siente sola, está sola”, respondo.
“Quizás no lo veas desde mi punto de vista, pero esa mujer frívola que crees no está para nada interesada en sus nietos, realmente está muy sola”.
“Mi madre está sola porque quiere”, responde.
“Porque jamás le impedí ir a verme o pasar tiempo con los niños, Lizbeth”.
“Sé que no lo hiciste”, sonrío.
“Pero eres tan terco y orgulloso como ella”.
“No soy orgulloso”, refunfuña.
.
.
.
Si encuentras algún error (contenido no estándar, redirecciones de anuncios, enlaces rotos, etc.), por favor avísanos para que podamos solucionarlo lo antes posible.
Reportar