Mamá psicóloga -
Capítulo 36
Capítulo 36:
POV: Lizbeth
Mi hijo asiente tomando la mano de la pequeña niña antes de llevar también de la mano a Lucia y una vez están entrando al área infantil me enfoco en el hombre frente a mí.
“Lamento molestarlo así de repente, pero estoy muy preocupada por el niño y…”
“No hay nada que disculpar Lizbeth, eres una de mis mejores alumnas, además, tenía que sacar a pasear a mi hija, así que no es una molestia, cuénteme exactamente qué sucede”.
Caminamos hasta la mesa.
La empleada nos sirve un café y después de sacar el expediente que ni siquiera he leído de mi bolsa se lo ofrezco a mi profesor.
“Sé que el niño tiene crisis nerviosas y de ansiedad cuando escucha gritos fuertes o algún sonido, su padre dijo que no puede recordar nada de lo que vivió hace cuatro años y vi una de las crisis personalmente cuando el intento espontáneamente decirme algo de su pasado”
“Comprendo, pero ¿Por qué crees que el doctor que lo atiende no está haciendo un tratamiento correcto?”
“Vi que el chico tiene los síntomas de un estrés postraumático más que de un trastorno de estrés, pero lo que realmente me preocupó que el doctor le exigió directamente recordar cosas del pasado o hablar del accidente y por lo que vi, Lucas ni siquiera puede explicar lo que le sucedió”.
Mi profesor asiente.
Luego hojea rápidamente el expediente y después de unos minutos me mira con lo que parece una respuesta en sus palabras.
“Veo bastantes inconsistencias en los diagnósticos anteriores del niño, además, los médicos han variado bastante”
Me ofrece la última hoja del expediente.
“Y este último médico, solo sugirió una terapia de choque que es bastante violenta si tomamos en cuenta los informes del doctor anterior”
“¿Está teniendo un tratamiento incorrecto, verdad?”
“La verdad es que sí, pero no podría asegurarlo hasta que no hiciera una evaluación oficial”, se cruza de brazos.
“Dijiste que eres su madrastra ahora, ¿Verdad?”
“Si”
“Bien, los niños con la condición de exposición al estrés o con estrés postraumático necesitan bastante trabajo intrafamiliar, quizás si intentas conversar ligeramente sobre temas relacionados o similares al accidente o su pasado puedas contribuir a su mejoría”, sonríe.”
“Puedes llevarlo a mi consulta la próxima semana si así lo quieres, podría hacerle algunas pruebas y decirte cómo proceder”.
“Eso sería realmente perfecto”, respondo agradecida.
“Sé que puede ser un poco molesto, pero ¿Le gustaría ser el nuevo Doctor de Lucas?”
“Vamos a comprobar primero si su médico actuar no estaba equivocado y luego hablamos de ese tema”, suspira.
“¿Qué tal van las prácticas?”
Me encojo de hombros.
Luego le cuento todo lo que sucedió con mi ex novio y como me casé hace poco con mi esposo
Intento no sentirme una vez más extraña al pensar en él y dejo que la conversación con mi profesor se mueva de un lado a otro por casi dos horas.
Después de ir por los niños, ambos nos despedimos y sonrío al ver a Lucas parlotear sobre cómo se divirtió con la hija de mi antiguo profesor.
Muerdo mi labio dudando de si obedecer a lo que dijo mi esposo o no en la mañana, pero cuando estaciono el coche frente a un colegio y veo a mi nuevo hijo emocionado mirar por la ventanilla del coche.
Decido soportar los gritos de mi marido a no explorar esta opción.
No hay nada más importante para una terapia que el apoyo emocional y una escuela es el lugar perfecto para eso.
Tomo a Lucia en un brazo antes de caminar con Lucas de la mano hacia la puerta de dicho colegio.
Le informo al guardia que tengo una cita con la directora y después de comprobarlo nos permite ingresar.
Noto la emoción en el niño que camina a mi lado cuando recorremos el puente que conecta la cancha con la planta superior del edificio.
“¡Veo muchos niños aquí mami!”, me dice emocionado.
Le pido no acercarse demasiado a la valla del puente y charlo con la directora durante unos minutos mientras veo cómo reaccionan ambos niños a este lugar.
Después de despedirme de la directora y guardar el folleto que me entregó dentro del bolso, regreso con los niños hasta el estacionamiento.
“¿Te gustó el lugar, cariño?”
Miro a Lucas que sigue junto a la ventanilla.
“Me gustó mamá, quiero ir al colegio como esos niños”.
“¿De verdad?”
Miro por el retrovisor.
“¿Qué tal tu Lulu, te gustaría ir a la escuela?”
La niña asiente tímidamente y asumo que tendré una discusión bastante grande con Jeremías, pero eso da igual si puedo conseguir que me permita llevar a los niños al colegio.
Enciendo el auto después de darle una rápida sonrisa a los pequeños niños.
“Bien, ahora iremos a conocer a mi madre”, les digo.
“¿Les gustaría?”
“¡Sí!”, grita Lucas mientras Lucía sonríe emocionada y pienso que quizás ellos puedan traer alguna emoción a mi madre después de todos estos momentos desagradables que hemos estado viviendo.
Sé que mi madre necesita algo de felicidad después de todos estos meses.
Después de todos estos años sufriendo la enfermedad de mi padre, así que por qué no presentarle a los niños.
Son mis hijos ahora, justo como dijo ese hombre que me confunde y molesta a un punto tan absurdo que ni siquiera sé qué quiero hacer o sentir por él.
POV Jeremías
Miro la hora con prisas antes de continuar con mi trabajo, termino de hacer todo lo que tengo pendiente mientras las horas siguen pasando sin que mi esposa regrese y cuando por fin son más de las diez de la noche decido llamarla.
Me molesta muchísimo que ella no conteste la llamada y aunque estoy segura de que los niños están perfectamente bien.
No puedo creer que se atreva a regresar tan tarde sin siquiera contestar mi llamada.
Espero unas dos horas más antes de intentar llamar otra vez, pero esta vez su teléfono simplemente suena apagado.
Decido esperar unas horas más ocupándome de encontrar un nuevo doctor y alguna otra niñera.
Me digo que esta vez las entrevistaré una por una antes de tomar una decisión.
Separo seis currículos antes de quedarme completamente dormido en la sala de estar a la que me mude para esperar a que mi mujer llegara.
Me despierto cuando alguien toca mi hombro y me pongo en pie con prisas al notar que la empleada del servicio es quien me despierta con preocupación.
“¿Sucede algo, señor? Aún no lleva su uniforme ¿Pasó aquí la noche?”
¿La noche?
Frunzo el ceño antes de tomar mi móvil en una mano, la molestia más absoluta me llena cuando descubro que son nada más y nada menos que las cinco de la mañana.
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