Mamá psicóloga -
Capítulo 23
Capítulo 23:
POV Jeremías
“Lo siento señor, no sabía que usted conocía a la chica yo…”
“Usted no necesita saberlo y tampoco necesita ir por ahí escuchando chismes, así que por favor enfóquese en su trabajo”.
“Lo siento, señor, eso haré”.
La enfermera camina hasta la puerta con prisas, pero la detengo en ese lugar para evitar que algún rumor se esparza por el hospital y mi mujer me acuse de decirle la verdad cuando fui quien quiso mantener nuestra verdadera relación en secreto.
“Señorita González, prefiero que el hecho de que la chica es recomendada por uno de mis socios se mantenga en privado”, la miro.
“No quiero que reciba un trato diferente solo por eso”.
“Está bien, Señor Mark, discúlpeme por importunarlo”.
No digo nada más.
La jefa de enfermeras sale de mi oficina y tomo mi móvil para llamar al número que tengo guardado como ‘Mujer molesta’
La aludida espera alrededor de cuatro tonos antes de contestarme.
“¿Que quiere?”
Alejo el móvil de mí cuando escucho la molestia en su voz.
“Estoy bastante ocupada y molesta ahora mismo, así que no intente reprocharme alguna cosa o lo que sea”.
“Solo quiero saber qué pasó hoy”, respondo tratando de aparentar desinterés.
“Escuche que…”
“¡Oh, te fueron con el chisme!”
Ella deja salir el aire.
“Corren rápido las noticias en este hospital”
Escucho como mueve algunas cosas de lugar.
“Pero créame, quizás si hoy regreso a casa podamos hablar, tengo unas cuantas cosas que decir”.
“¿Por qué no esperar a regresar a casa?”, comentó.
“Les prometió a los niños…”
“Mire, debido a lo que hice hoy ese señor arcaico y molesto que usted asegura que es un excelente doctor, me ha dejado unas veinte historias clínicas para transcribir y también tengo que organizar cronológicamente sus archivos porque soy solo una pasante así que voy a colgar, discúlpeme con los niños”.
El móvil se queda sin tono.
Frunzo el ceño mientras miro la pantalla de bloqueo del celular y miro por la ventana intentando no sentirme molesto no solo con esta situación sino con que ella me colgara el teléfono.
Sonrío cuando me doy cuenta de que estoy haciendo justamente eso de pensar enigmático frente a una ventana como los protagonistas de las novelas románticas que suelen poner a medio día y tomo mi abrigo antes de salir de la oficina.
Bajo en el ascensor hacia el área de psicología, al ser un área si pacientes internos, el lugar está relativamente vacío.
Camino hacia la consulta del Doctor Lois y es entonces cuando veo a mi esposa, sin su bata sentada frente a un inmenso organizador rodeada de carpetas.
Mis ojos se mueven hacia los zapatos a mi derecha, mis ojos se mueven sin remedio hacia los delicados pies doblados hacia un lado y me digo que no debería pensar que sus pies son bonitos.
Carraspeo para hacerla notar mi presencia.
Ella no escucha y camino hacia donde está.
La mujer que tararea alguna cosa desde su lugar sigue sin notar mi presencia, así que me inclino a su lado y saco el audífono inalámbrico en su oído.
Esto hace que dicha mujer grite y me lance un puñetazo qué logro esquivar, pero que me deja caer sobre mi trasero.
“¿Qué hace aquí?”
Lleva una mano a su pecho.
“¿Por qué se acerca de esa manera? Casi me mata de un susto”.
“Usted no me escuchó”, respondo.
“Vine porque colgó sin dejarme hablar”.
“No teníamos mucho más que hablar, ahora deje de molestarme, necesito terminar esto”
La mujer frente a mí me ignora.
Ella toma una de las carpetas a su lado y se arrodilla para colocarla en una de las gavetas abiertas del organizador.
Mis ojos notan entonces el pequeño fragmento de su v!entre que queda a la vista.
Tengo que admitir que me quedo muy fijo mirando el pequeño arete que cuelga en su ombligo.
“Tenemos mucho de qué hablar”
Desvío la mirada cuando ella clava sus ojos en mí.
“Quiero saber qué sucedió en la consulta el día de hoy”.
La mujer, frente a mí resopla, mira una de las carpetas y la lanza contra mi cuerpo con enfado.
“Si va a quedarse al menos ayude y con respecto a lo que sucedió, bien tengo varias cosas que decirle”.
“Entonces comience, nunca había tenido quejas sobre alguien llevándose a Lucas y no sé si regañarla o no”.
“Lo llevé fuera porque tuvo una crisis nerviosa”, explica mientras otra carpeta.
“La forma en que este doctor lo trato no fue correcta y también dudo que el tratamiento sea el correcto, qué fue lo que le diagnosticaron realmente”.
“Lucas sufre de un trastorno por estrés agudo”.
“¿Estrés agudo?”
Ella muerde su labio, de forma pensativa.
“No creo que eso sea un diagnóstico correcto”, afirma después de un momento.
“Pero incluso si lo fuera, el método que está usando el doctor no es correcto, en especial cuando el niño comienza a temblar tendido en el piso”, ella me mira.
“Creo que deberías valorar cambiar de doctor, porque esto no está siendo bueno para Lucas”, duda un segundo, pero luego habla.
“En realidad creo que esto está agravando su enfermedad”.
POV Lizbeth
Alejo mi mirada del hombre a mi lado después de decir todo lo que he estado pensando, me digo a mí mismo que he cumplido con mi deber al decirle lo que pienso con respecto a Lucas y continúo organizando el absurdo archivador con el que he sido castigada.
Me di cuenta de que a mi nuevo jefe no le gustó que cuestionara sus estúpidos e incorrectos métodos.
He pasado toda la tarde escribiendo historiales médicos que ni siquiera me dieron la oportunidad de ir a almorzar.
Pensé que tendría la posibilidad de irme a casa cuando termine de transcribir los archivos, pero eso simplemente fue un anticipo.
Ese molesto médico me pidió organizar su estante a las tres de la tarde, me advirtió de que no saliera del hospital hasta que estuviera perfectamente organizado.
Paso la mano por mi cabello, sintiéndome un poco mareada por la colonia masculina que sigue flotando en el habiente.
Mi molesto esposo sigue organizando las carpetas a mi lado y me parece hilarante que el director de este hospital este sentado a mi lado en el suelo organizando carpetas.
“Señor Mark, puede irse, trataré de ir a casa temprano”.
“No puedo dejarla aquí”, responde él.
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