Mamá psicóloga
Capítulo 17

Capítulo 17:

POV: Lizbeth

Sus desorbitados ojos destilan rabia en mi dirección y sus palabras no son otra cosa que rencor y veneno cuando habla.

“Deja de decir mentiras, deja de tratar de hacerte ver como la víctima cuando solo eres una trepadora que usó a mi hijo para conseguir un nuevo futuro cuándo fue tan estúpida como para mandar el que tenía a la basura”.

“Usted no sabe qué pasó, usted no tiene derecho a decir algo como eso, yo jamás le pedí que pagaran nada para mí, David lo hizo porque…”

“Porque te quería, porque estaba cegado de amor por una desgraciada como tú y si de verdad te hubiese engañado, debo decir que me alegro porque eres una…”

“¡No pienso escuchar más nada de usted!”, gruño poniéndome en pie.

“Tengo muchas cosas en qué ocupar mi tiempo”

Rebusco en mi bolso.

“Aquí está el dinero”

Coloco el cheque frente a ella junto al vaso de café.

“Mi deuda con su familia está saldada”

Saco mi móvil para tomar una foto mientras la mujer frente a mí ve el cheque con los ojos ampliamente abiertos.

“Es la cifra que dejo en la demanda, espero no verla nunca más”.

Tomo mis cosas para marcharme, pero esa maldita víbora que alguna vez estuvo a punto de ser mi suegra me hace detener con sus palabras.

“Que tan buena z%rra eres como para conseguir esta cantidad de dinero en tan poco tiempo”.

Me volteo con mis manos hechas un puño.

Luego muevo mis ojos hasta el vaso de zumo sobre la mesa donde ella continúa sentada y no lo pienso mucho antes de lanzarlo deliberadamente a su rostro.

Mi ex suegra se para tan de prisa que la silla cae al suelo.

“No vuelvas a calumniarme”, grito incapaz de controlarme.

“Y créame si fuera tan buena z%rra como usted dice me habría quedado con su hijo, he intentado que su vida fuera miserable mientras gastaba todo su estúpido dinero”

“¿¡Sabes cuánto cuesta este traje!?”, me grita limpiando el zumo en su ropa.

“No podrías pagarlo incluso si…”

“Llévelo a la tintorería y cárguelo a mi cuenta, lo pagaré”

Le doy una mirada despectiva.

“O mejor aún, compre algo en su diseñador favorito, yo lo pagaré”

Me doy media vuelta para alejarme definitivamente de ella y tengo que sonreír cuando me siento al fin no solo libre sino también poderosa.

Tomo otro taxi hacia mi nueva casa, pero todo el buen humor desaparece cuando el auto de mi marido está aparcado en la entrada.

La realidad de que estoy a punto de conocer a otra suegra que podría ser igual de petulante que a la que acabo de bañar con zumo apoca toda mi felicidad.

Entro en casa tratando de calmarme y cuando los dos pequeños niños en la sala de estar corren a recibirme soy reconfortada un poco.

“Llegas tarde”, murmura mi esposo tomando a Lucía en brazos.

“Suba a su habitación y cámbiese de ropa”, murmura mientras yo tomo a Lucas en brazo.

“Mi madre llegará en una hora”.

“Hoy conocerás a la abuela mamá”, dice Lucas dando un beso en mi mejilla.

“Seguro te agradará”.

“Eso espero…”, murmuro con una sonrisa falsa que oculta segura que estoy de que eso no sucederá.

Tengo este extraño presentimiento en mi interior qué debo admitir pocas veces falla.

POV Jeremías

Termino de hablar con el ama de llaves para cerciorarme de que todo esté listo e intento no mirar a las escaleras por las que debería bajar mi querida esposa.

Lucas y Lucía están sentados en el sofá de la sala, su expresión de felicidad por ver a su abuela se ha ido, ya que les pedí portarse bien, ya que mi tío también vendría.

No logro entender por qué no les agrada, pero tampoco puedo hacer mucho más, mi tío también ha intentado ganarse a los niños, pero no hay modo de que ambos dejen siquiera que este les salude con la mano.

Cierro los ojos un momento después de ver la hora en el reloj con molestia.

Subo las escaleras hacia la planta superior al ver que mi esposa no termina de bajar.

Llego al pequeño salón de la habitación principal que desgraciadamente tenemos que compartir y toco a su puerta unas dos respiraciones profundas después.

“No solo llega tarde, sino que tarda dos horas en vestirse”, sonrío con ganas de molestarla e irritarla.

Incluso si estoy completamente disgustado de que tenga que vivir como su marido desde ahora.

“No creo que tenga mucho que arreglar así que solo salga para que…”

La puerta de la habitación se abre.

El rostro redondeado y ligeramente sonrojado por el maquillaje me deja sin palabras.

Los ojos negros almendrados, apenas cubiertos por una sutil capa de maquillaje, me observan.

Sus labios de un tono rosa jugoso tienen una ligera mueca de fastidio, pero mis ojos se van más abajo del rostro de mi esposa.

No puedo evitar notar las curvas suavemente perfiladas bajo la tela blanca del vestido que lleva puesto.

La cinta negra que rodea la cintura de su vestido solo hace que note mucho más sus caderas. Bajo la mirada hasta las piernas que se muestran largas, bajo la falda hasta la rodilla de esta mujer.

Los zapatos de tacón son lo último que noto antes de que los dedos de mi esposa sean chasqueados frente a mis ojos para subir mi mirada una vez más hasta el rostro aún más disgustada de mi mujer.

“¿No decías que estaba tardando?”

Me rodea para salir de la habitación.

“Entonces deja de mirarme y terminemos con esto de prisa”.

Me enfado conmigo mismo cuando me doy cuenta de que he estado mirando demasiado a esta mujer insufrible con la que me he casado.

Sigo sus pasos hasta la escalera, e ignoro el impulso de observar el bambolear de sus caderas cuando voy tras ella hasta la sala de estar.

“¡Mamá!”

Lucas baja del sofá emocionado.

“Hoy también pareces una princesa…”

“Del infierno…”, murmuro haciendo que la aludida achique sus ojos en su dirección.

Mi hija hace unas señas para decirnos que está de acuerdo con Lucas y cuando extiende sus manitas para ser elevada por Lizbeth siento que estoy siendo remplazado por ella así que me pongo de algún modo un poco celoso.

En especial al notar que mi hija lleva un vestido blanco bastante similar al de mi mujer.

“¿Ese vestido…?”

“Mamá lo compró para Lucia, papá”, comenta Lucas.

“Lo vimos hoy mientras te duchabas, ¿No están lindas mamás y Lulu con ese vestido?”

La mirada expectante de mi hijo me hace mover la mía una vez más por la mujer que lleva en brazos a Lucia.

Quiero decir que no le queda bien y que solo parece una ridícula mujer tratando de verse elegante, pero ni siquiera yo puedo mentirme con respecto a cómo se ve ahora.

Sin dudas el mundo es increíble porque la mujer loca que me fastidia se ve simplemente maravillosa con su ropa actual.

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