Mamá psicóloga
Capítulo 136

Capítulo 136:

POV Lucas

El pánico también me llena mis que no soy capaz de hacer otra cosa que luchar contra los médicos que vienen hasta mí.

“Necesitas calmarte, Lucas, estás asustando a tu hermana”

La voz de mi madre se escucha lejana, un pinchazo en mi brazo me advierte que he perdido el control completamente y mientras Lucía llora a mi lado la oscuridad comienza a apoderarse de mi cuerpo.

Sé que necesito luchar.

Necesito encontrar a Beatriz y traerla de vuelta.

Pero no puedo mover un solo músculo de mi cuerpo.

Me despierto aturdido.

Paso una mano por mi rostro para tratar de proteger mis ojos de la luz molesta sobre mis ojos.

El rostro de mi madre se vuelve gradualmente nítido, en sus ojos veo la angustia, el dolor y la tristeza.

Me incorporo lentamente mientas mi hermana y mi padre se acercan a la cama, pero incluso ahora no soy capaz de moverme del todo, ni siquiera puedo hablar

“Cariño, tuvieron que sedarte, tuviste una crisis, pero el medicamento saldrá pronto de tu sistema”, me dice.

“Necesito que estés calmado Lucas, si quieres encontrarla a Beth necesitas estar calmado, ella te necesita y no puede verte así, ¿Lo entiendes mi bebé?”

Mis ojos se llenan de lágrimas, pero sé que tiene razón.

Mi madre me abraza como ha hecho toda la vida desde que la encontré y me prometo encontrar a Beatriz, cuidar de ella y sus hijos por el resto de mi vida.

POV Beatriz

Termino de cambiar a los bebés y como llevo haciendo las últimas dos semanas los llevo hacia el patio del convento para que tomen un poco de sol mientras que lloro en silencio, mi pena, estoy tan triste que no puedo siquiera fingir una sonrisa.

Trato de cuidar de mis pequeños lo mejor que puedo, estoy feliz de que realmente estén saludables, pero necesito darles algo mejor que esto.

Voy a tener que irme de aquí en algún momento, miro a las monjas que caminan de algún lugar a otro por los pasillos más allá del patio e intento pensar en una salida para esta situación. No puedo pedirle nada a Lucas, estoy tan avergonzada que ni siquiera puedo dormir en las noches debido a mi conciencia.

Su madre debe pensar que soy lo peor.

Cielos, incluso yo pienso que después de todo mis padres tenían razón, soy una pecadora, una mentirosa que al parecer está obteniendo su castigo perdiendo una vez más su felicidad, solo que ahora mis hijos también van a sufrir esas consecuencias.

“¡Cariño estás aquí!”

La mujer de unos sesenta a los que se acerca a mí lleva un sándwich en su mano, me lo entrega con una sonrisa que no soy capaz de devolver y realmente no quiero comer, mi estómago parece estar completamente cerrado porque toda la comida está amarga.

“Gracias por esto, pero yo…”

“Debes comer para alimentar a tus pequeños”, me dice.

“Ellos dependen de ti por ahora”.

“Lo sé, gracias por todo”.

“No tienes que darnos las gracias, cielos te envió aquí y puedes quedarte todo lo que quieras, además, tener niños alrededor es bastante alegre”

Suspira ahora come todo y no llegues tarde a la hora de almorzar.

La mujer se marcha, me deja sola una vez más en medio del patio y miro la estatua angelical que decora la fuente en medio de este lugar.

Me cercioro de que mis bebés estén completamente bien antes de ponerme en pie para llevarlos a dar un paseo por el lugar.

Pienso detenidamente en lo que debo hacer y una idea viene a mi mente.

Realmente no tengo mucho que perder ahora y una madre hace todo por sus hijos, así que porque no pecar un poco más.

Regreso a la habitación para dar de comer a mis bebés antes de caminar hacia el comedor para como dijo la monja alimentarme.

Después de charlar con ellas y rezar pido prestado uno de los móviles, me siento en uno de los últimos bancos de la iglesia.

Tomo varias respiraciones profundas antes de marchar el número que sé dé memoria, el móvil suena varias veces antes de que la llamada sea contestada.

“¿Quién habla?”

“Ben”, susurro después de unos minutos de silencio.

“Soy… soy Beatriz”.

“¿Beatriz?”; dice con molestia.

“¿Qué infiernos haces llamándome?”

“Ya tengo a mis hijos”; digo.

“Dia luz hace unos días y yo…”

“Escuché que te casaste”, me corta.

“Que ese sujeto rico que me pegó es ahora tu marido, ¿Por qué demonios me llamas?”, cuestiona.

“¿Quieres tener más de mí acaso?”

El asco me llena antes esas palabras.

Me cuestiono cómo pude realmente creerle alguna vez y aunque no quiero tomo todo el coraje que hay en mí para hablar de lo que realmente importa en este momento.

“Me separé de él y voy a cuidar a mis hijos por mi cuenta”

Digo sin poder mirará otro lugar que mis pies.

“Pero necesito dinero, dinero que vas a darme tú como padre de mis hijos”.

“No pienso darte nada, esos bastardos no son mis hijos, así que no vuelvas a…”

“Tengo una prueba de ADN”, miento.

“También tengo foto en algún lugar de esa cita que tuvimos justo cuando me entregué a ti por primera vez y si no quieres que todo eso sea enviado a la casa del pastor vas a darme lo que te estoy pidiendo”.

“¿Me estás chantajeando Beatriz?”, dice incrédulo.

“Tú eres de lo peor, maldita mosca muerta, como te atreves, quieres sacarme dinero, ¿Fue por eso que te embarazaste verdad?”, me dice.

“Este era el verdadero plan verdad, sacarme todo lo que pudieras”

“Piensa todo lo que quieras”, le digo.

“Pero quiero el dinero y solo te estoy pidiendo una cantidad, si la entregas no sabrás de mí por el resto de tu maldita vida”

“¿Crees que voy a creer eso?”, me dice.

“Las p$rras como tú siempre van a querer más”.

“No quiero nada de ti, solo necesito este dinero para cuidar a mis bebés, para mantenerlos lejos de ti, porque no quiero que seas su padre, tú eres lo peor que alguna vez he conocido”.

“Maldición, cuanto quieres, p$rra, ¡Dime cuanto!”

“Diez mil dólares”, digo sin dudar.

“Quiero diez mil dólares”, respiro hondo.

“Puedes enviarlos al convento de Santa Luisa, estoy aquí con mis hijos”.

“Si no te largas de mi vida después de esto, no sé de qué voy a ser capaz Beatriz”.

“No quiero verte jamás Ben, te odio”.

“Más te vale porque no pienso perder mi vida, solo porque tú perdiste la tuya por abrirme tus piernas, estúpida”.

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