Mamá psicóloga -
Capítulo 110
Capítulo 110:
POV Lucas
Me aparto de ella cuando un atisbo de lucidez se mueve hasta mi deseo.
Me pongo en pie de un salto mientras miro a la chica jadeante aún sobre el sofá y sé que he cometido un terrible error cuando la veo acomodar su ropa para salir corriendo hacia las escaleras.
Maldigo antes de caminar hasta la botella.
La llevo conmigo hasta mi oficina y me encierro a beber en ella para mitigar mi deseo y contener las ganas de ir tras la mujer que deseo, pero no merezco tener.
POV Beatriz
Corro a mi habitación después de ver a Lucas besarme y apartarse de mí con prisas después de hacerme sentir en el cielo.
Me dejo caer sobre la cama.
Mis lágrimas fluyen una y otra vez mientras me digo que debo entenderlo.
Sé que estoy engordando.
Comprendo perfectamente que salgo en mi pudo parecerle desagradable sin pensar en que probablemente lo que más le disgusta es que soy una mujer impura, embarazada de alguien más.
De alguien cruel que me dijo un millón de cosas hace unos minutos, cosas que solo me hicieron sentir más sucia de lo que estaba.
Me pongo en pie cuando las lágrimas ya no salen de mis ojos y me meto al baño para darme una ducha.
Me quedo en la ducha durante más tiempo del necesario, pero estoy tan infeliz que ni siquiera me doy cuenta de que alguien más entra a la habitación.
Paso una mano por mi cabello para desatarlo mientras me congelo al ver a Lucas prácticamente desnudo en medio de la habitación.
Se tambalea de un lado a otro antes de pasar a mi lado para entrar al baño. Se detiene después de hacerlo.
“Antes de que pienses cosas raras”, murmura regresando hasta donde estoy.
Eres caliente, eres se%y, me encantas y la uncia razón por la que sigues sin estar en mi cama es porque mi vida es un infierno, uno en el que no mereces estar”.
Me quedo en silencio.
Quiero decirle algo, pero no tengo oportunidad, porque su rostro muta en una expresión de disgusto.
Se apresura hasta el inodoro y me siento mal cuando lo veo vomitar sin parar. Dejo la toalla en mi mano para caminar hasta la cocina una vez más.
Preparo un poco de café antes de verter algo de azúcar en un vaso de agua para regresar al baño donde Lucas sigue medio inconsciente”.
Suspiro mientras lo obligo a beber el agua, él maldice, pero me obedece y después de unos minutos consigo que se ponga en pie.
Él me permite llevarlo a la ducha, pero después de unos minutos incluso yo estoy húmeda.
“Eres muy se%y”, murmura el son riéndome claramente ebrio.
“También eres tan dulce, eres el tipo de mujer que mi madre siempre deseaba para mí”, me informa.
“Pero yo soy un pobre desgraciado sin ningún tipo de futuro para ti, estoy traumado, ¿Lo sabes?”
“Sí, me contaste”, respondo aburrida.
“Ahora déjame terminar de ducharte”.
Él sonríe, mueve sus manos hasta mi cadera y me pega contra su ya endurecido miembro, no es la primera vez que veo a un hombre desnudo, pero sí la primera en que estoy dentro de una ducha con él.
Sus dedos se mueven más abajo, la ropa de dormir que llevaba ahora está pegada a mi cuerpo, por eso mi cuerpo se vuelve más sensible debido a su roce.
Lucas acaricia mi cadera.
Luego coloca su barbilla en mi hombro y me enfoco en limpiar su cuerpo con la esponja. Pero él se mueve descaradamente contra mi cuerpo, haciendo que el calor solo se vuelva más intenso.
Tardo media hora más de lo que debería para terminar de bañarlo. Lo llevo a la cama después de secarlo ligeramente y lo dejo sentado en medio de la cama para ir por el café.
Cuando regreso, Lucas esté medio dormido en la misma posición que lo dejé, maldigo, dándole de beber como vi a mi madre por muchos años, cuidar de mi padre cuando bebía de más. Lucas abre sus ojos, me lleva con él hasta la cama y se aferra a mí haciéndome sentir aún más conmocionada.
“Sé que está mal querer que un enfermo terminal muera con dolor”, balbucea.
“Pero ese desgraciado me arruino la vida. Ayudarlo ahora, quieren… quieren socorrerlo solo porque está muriendo”.
“No se dé que hablas Lucas, pero si te sientes de una forma debes seguir ese deseo”, le respondo.
“Además yo, estoy aquí, para ti, somos… somos amigos después de todo”.
Lucas me sonríe.
Alza su cabeza para mirarme a los ojos y me sonríe antes de hablar una segunda vez.
“Mereces un buen hombre Beatriz, me gustaría estar bien para ti, eres todo lo que alguna vez desee o quien me gustaría tener en mi vida para siembra”, alza un dedo.
“Quisiera poder cuidar de estos bebés como un verdadero padre”.
Él acaricia mi panza.
Mi corazón se llena una vez más de ese sentimiento que me impide respirar y me doy cuenta de que mi compañero se ha quedado dormido cuando su respiración comienza a ser más calmada.
Lo acomodo a un lado de la cama, me cambio de ropa, ya que solo llevo los albornoz y me cubro con la sábana pensando en que realmente me gustaría que él fuera el padre de mis hijos.
El hombre a mi lado se mueve en suelos, lo tomo de la mano antes de besarlo ligeramente en la frente y agradezco a cielos por ponerlo en mi vida cuando más lo necesitaba.
Le pido, lo ayude a encontrar la paz en sus pensamientos y luego me voy a dormir abrazándolo.
Estoy deseando que pudiese irme a dormir con él a mi lado durante toda mi vida.
POV Lucas
Siento que mi cabeza va a estallar, me pongo ligeramente erguido sobre la cama y abro mis ojos cuando me doy cuenta de que estoy sobre mi cama, medio desnudo y con la cabeza a punto de explotarme no solo por el dolor o la resaca sino porque todo lo que le dije a Beatriz.
Todo lo que le hice, camino hacia la puerta de la habitación sintiendo que el mundo aún gira en sentido contrario a las manecillas del reloj, camino rápidamente hasta la escalera que lleva a la sala de estar y me quedo congelado aferrándome al barandal de esta cuando veo a Beatriz, cocinando alguna cosa junto a mi madre.
¡Mi madre!
“¿Qué haces aquí madre?”, gruño, antes de acercarme al sofá, mi madre niega corriendo hasta donde estoy.
Ella e besa ligeramente en la mejilla, incluso si me resisto y me veo obligado a mirarla cuando escucho su voz conmovida.
“Cariño hablemos, ayer te fuiste de casa furioso y no me dejaste explicarte por qué yo…”
“No me interesa el porqué, no quiero saber nada más y si vas a volver a hablar de ayudar a ese desgraciado puedes irte por donde viniste”.
Beatriz se acerca con una bandeja de café.
Mi madre le sonríe mientras ella coloca una taza de café en mis manos con esa expresión de enfado que he aprendido a identificar más certeramente desde hace unos días.
“Los dejaré solos para que puedan hablar”.
Ella trata de marcharse, pero se lo impido.
La siento a mi lado sobre el sofá mientras mi madre sonríe ligeramente y solo la escucho porque no tengo otra salida.
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