Mamá psicóloga
Capítulo 108

Capítulo 108:

POV Lucas

“Es un regalo así que pensé que debía usarlo, no es importante o…”

Ella trata de alejarse, pero la llevo hacia mi con un ligero tirón.

Beso sus labios con prisas y ella salta de su asiento cuando necesitamos aire para respirar.

Ella carraspea avergonzada, me pongo en pie tomando el reloj para colocarlo en una de las trabillas de mi pantalón.

“Es un bonito regalo”

Tomo su mano una vez más.

“De los mejores que me han regalado en realidad”.

“¿De verdad?”

Asiento, acaricio el rostro de la hermosa mujer frente a mi.

Ella se sonroja una vez más, mis dedos se mueven deliberadamente hasta sus labios y mientras le doy un rápido beso en los labios deslizo mis manos hasta su cintura.

Beatriz jadea ligeramente cuando me inclino para besarla pero antes de que pueda hacerlo mi asistente entra sin llamar a la oficina.

Mi falsa novia se aparta con prisas, mi asistente la mira con el rostro así que Beatriz camina rápidamente hasta donde dejó su bolso.

“Me iré al trabajo, en la tarde también iré a la iglesia para donar la ropa que ya no usaré más y luego puede que vaya a hacer la compra”, mira preocupada a Claudia

“Espero tengas un buen día”.

Sale antes de que pueda decir alguna cosa, mi secretaria la mira con molestia pero no dice nada así que prefiero ignorar esa mirada para no amargarme el día.

Ella me muestra el expediente que lleva en sus manos.

“Hoy tenemos seis citas pos parto”, me dice.

“También cuatro consultas médicas especiales y las citas de ayer en la tarde que cancelo por irse con esa…”, cierra los ojos un minuto.

“Mujer”.

Asiento, sentándome en mi silla, hago justamente todo lo que me pide y cuando estoy a punto de irme a casa mi móvil suena.

El nombre de mi madre aparece en la pantalla cosa que realmente me hace dudar si debería o no contestar, pero si no lo hago mi madre no dejará de llamar.

“¿Qué sucede madre?”

“Lucas, cariño, puede venir a casa, necesitamos hablar”.

“Bien madre, iré en unos minutos”.

Respondo sintiéndome preocupado, mi madre me dice cariño muy a menudo pero ese tono en su voz no me agrada ni un poco.

Camino rápidamente hasta el auto, cambio mi dirección hasta la casa de mi madre y después de informarle a Beatriz para que no se entere llego a casa, me molesta ver el auto de la abuela fuera de casa.

Entro aún más preocupado en casa y cuando incluso Lucía está aquí sé que está pasando algo importante.

Mi madre corre a mi, me besa antes de pedirme sentarme a su lado.

Beso a mi abuela antes de hacerlo, mi padre me ofrece una copa de vino antes de rodear con su mano el hombro de mi madre.

“¿Me van a decir que está pasando?”, gruño molesto con el ambiente.

“¿Cual es la maldita intriga?”

“Si, papá”, dice mi hermana.

“¿A qué se debe todo esto?”

“Verán”, mi abuela comienza a hablar.

“Hace unas semanas recibí una llamada de prisión y…”

Frunzo el ceño ante sus palabras.

“Su tío está enfermó, también le dieron la condicional así que queríamos hablar con ustedes porque pensaba que quizás…”

“¿Unas semanas?”

Me pongo en pie de un salto.

“¿¡Desde cuando lo saben!?, y ¡Porque infiernos me dicen eso, no me interesa saber nada de ese hombre!”

“Lucas, cariño, tu tio esta…”

“No me importa”, le interrumpo.

“Me da lo mismo si está muriendo o no y ustedes ni siquiera deberían haber hablado con él, ¿Olvidaron lo que me hizo?, ¡Lo que nos hizo!”

“Cariño, perdonar es de humanos y él está muy enfermo, sus médicos dijeron que…”

“No me importa y ni se les ocurra darle algún tipo de apoyo porque les juro que no vuelvo a pisar esta casa”.

“Si madre, ¿Por qué me hacen esto?”

Lucía se pone en pie con las manos temblando.

“¿Por qué me hacen bajar de mi casa para decirme que el hombre que me ha hecho la vida una m!erda va a salir de la cárcel, ¿¡Por qué!?”

“Porque tenemos que ser mejores que él”, responde mi padre.

“Porque le quedan tres meses de vida y estoy seguro de que mi hermano…”

“Mi padre murió por su culpa, ese desgraciado me fastidio a tal punto la niñez que de no ser por mi madre no habría logrado seguir adelante”

Miro a mi madre.

“A ti te arruino tu verdadero sueño, mamá ¿Cómo puedes estar de acuerdo con esto?”

“Porque es un hombre moribundo Lucas, no podría vivir sabiendo que lo dejé morir solo…”

“A él no le importó vivir con el hecho de que mató a mis padres, de que asesinó a un hermano que ni siquiera había nacido y tampoco tuvo problemas en intentarlo una segunda vez, el si que no merece oportunidad, tiene lo que se merece”.

“Si, madre”

Reafirma mi hermana.

“Papá no llames por un tiempo, no quiero saber nada de ustedes y mas les vale que no escuche que están ayudando a ese desgraciado porque mi vida es un infierno por su causa”.

Mi hermana se marcha con su perro siguiendola.

Camino yo mismo hasta mi auto y siento la garganta cerrarse mientras mi respiración se detiene.

Busco en la guantera del auto las pastillas que llevo tomando últimamente e intento calmar el ataque de pánico que viene.

Ese desgraciado merece morir.

Le dieron setenta malditos años y era muy poco.

¿Como m!erda pueden sacarlo cuando no ha cumplido ni la mitad de la mitad de su condena?

¿¡Como!?

POV Beatriz

Llego a la repostería con prisas, me pongo en contacto con algunos de los dueños de los curriculums que dejó mi nuevo jefe en la tienda y termino a las dos de la tarde de hacer las entrevistas con cuatro empleados nuevos para el local.

Un ayudante para la cocina, dos chicos para atender en el local y un cuarto que atenderá la caja. Anoto todo lo que necesito comprar para la próxima semana, también pruebo algunas de las recetas que dejaron en la cocina.

Guardo todo en una bolsa pensando en dejarlas con el pastor para los niños y llevarme un poco más a casa.

Alrededor de las cuatro de la tarde recibo un mensaje de Lucas, me avisa que no, no podrá volver a casa, pues necesita ir a casa de sus padres.

POV Beatriz

Sonrío pensando que me agrada muchísimo que él me informe de esta forma como va, mi corazón se mueve lentamente mientras salgo de la tienda.

Me aseguro de cerrarlo todo bien antes de caminar hacia el estacionamiento y subo al auto antes de colocar la dirección de mi antigua iglesia en el navegador.

Tardo media hora en llegar.

Bajo del auto a las seis en punto de la tarde y resoplo tomando la bolsa de ropa de la parte trasera de mi auto.

Realmente no me siento mal por hacer esto, en realidad creo que estoy haciendo las cosas bien, ya que podría ser como una despedida.

Una para sanar las deudas con mi pasado antes de no volver aquí jamás.

Tomo dos respiraciones antes de subir los peldaños que dan a la casa del pastor de mi antigua congregación.

Dejo la bolsa a mi lado antes de tocar en la puerta, tardan unos cinco minutos en contestarme, pero lo entiendo, pues prácticamente es hora de cenar.

La esposa del pastor me sonríe.

“Beatriz, niña”, me abraza.

“Tus padres dijeron que te habías marchado a otro país, ¿Qué haces aquí?”

Trato de reprimir la tristeza que provoca el que mis padres dijeran algo como eso, mentir de esta forma hace a mi corazón romperse en mil pedazos, pero prefiero mantener la mentira a darle alguna explicación.

“Volví por unos días”, respondo con la sonrisa forzada.

“Quería traer alguna ropa que no usaré para donar y estos postres para los niños antes de… volver a irme de viaje”.

“¡Oh!”

Ella me toma de la mano.

“Pero ven, entra, estamos a punto de cenar, puedes quedarte un poco”.

“Oh, no, no es necesario yo…”

“¿Estás comiendo bien?”, dice ella mirando mi ligeramente más redondeado v!entre.

“Estás mas…”

Hago una pausa.

“Rellenita”.

“Sí, ser repostera no ayuda realmente”

“Comprendo, pero hablemos mas en la cena”

No puedo escaparme de esta, entro en casa cuando no me queda otro remedio y escucho las palabras de la esposa del pastor mientras llevo la bolsa de ropa dentro de su casa.

Sonrío al saber que una de las hermanas de la congregación ha conseguido al fin embarazarse.

Pienso en lo feliz que debe estar y lo diferente de nuestras situaciones, pero antes de que pueda decir alguna cosa llegamos a la sala de estar.

Mis ojos se mueven por las tres personas ahí, la hija del pastor me sonríe, Su padre camina con prisas para saludarme y Andy está ahí, mirándome como si hubiese visto al mismísimo demonio.

“Beatriz, querida”

Toma mis manos entre las suyas.

“Supe que fuiste fuera del país, ¿Como has estado?”.

“Muy bien, estoy excelente, yo solo vine para… para dejar esta ropa aretes de marcharme otra vez”.

“¿Te marchas otra vez?”

Miro al hombre tenso en el sofá más allá del pastor.

Este me pide sentarme con ellos en el sofá.

Me siento todavía más incómoda, pero todos comienzan a decirme una y otra vez las buenas nuevas en la comunidad.

Estoy extremadamente incómoda, pero no tengo forma de escapar y tener a Andy mirando directamente a mi v!entre no ayuda.

Estoy tan frustrada que ni siquiera me molesta verlos sentados cariñosamente junto a la hija del pastor.

Bebo un poco del zumo que me ofrecen.

“¿Y cuéntanos niña como te va?”

La esposa del pastor me sonríe.

“¿Has conocido a alguien en tu nueva congregación?, aunque tienes un vestido un poco…”

“Oh, este vestido es…”, carraspeo.

“Un regalo de alguien y si me está yendo muy bien, pero debo irme a casa pronto”

Dejo el vaso sobre la mesa de centro, me pongo en pie lista para escapar como sea de esta situación.

“De verdad que es un placer verlos, pero debo irme en pocas horas, así que necesito arreglar las maletas, espero estén bien”.

“¿Vuelves a casa sola?”

“Sí, tengo un auto y…”

“Debe irte muy bien entonces “, la voz de Andy está llena de molestia.

“Incluso estás regalando tu ropa vieja, debes estar muy bien en esa nueva ciudad”

“Sí, la verdad es que lo estoy…”, mascullo.

“Ahora si me disculpan tenga su cena familiar”.

“Te acompaño al auto”, dice Andy, entonces:

“No te he visto en un tiempo y somos buenos amigos, Bea”.

Él me abraza.

Su novia sonríe mientras me siento tan maleta, e incómoda con tenerlo cerca, que ni siquiera puedo negarme y solo lo aparto de mí con un empujón cuando estamos en la acera, lejos de la casa o de que las personas en ella puedan escucharme.

“¿No te deshiciste de eso?”

Es lo primero que me dice, la rabia me llena al escucharlo hablar así de mis bebés, tomo dos respiraciones profundas antes de responderle con furia, porque es lo único que me provoca este maldito ahora mismo.

“No hables así de mi bebé, no es tu asunto y no sé cómo pude dejar que me engañaras”.

“Por favor Bea, estabas loca porque alguien te hiciera el amor para saber que se sentía y las cosas podrían haber sido muy buenas para los dos si no te hubieses puesto tan estúpida como para embarazarte”.

“¿Mi culpa?”, niego.

“Eres una basura, lo he perdido todo por ti, Andy, mi familia, mi honor, todo lo que conocía por tus mentiras”.

“Eres una mujer deliciosa Beatriz, no te mentí, me moría por dormir en tu cama, pero necesitabas contarle a todos y arruinarlo”.

“Te desprecio”, gruño.

“No sabes como agradezco que no vayas a formar parte de la vida de mi hijo, no sabes como…”

“No seas tan tonta”

Me toma de la cintura, incluso si trato de alejarme.

“Volvamos a ser amigos, parece que te está yendo bien”, señala el auto.

“Incluso estás más deliciosa ahora que sé que estás embarazada, nosotros…”

Lo abofeteo tan fuerte que me suelta.

Cómo lo odio.

¡Lo detesto!

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