Mamá correcta, papá equivocado -
Capítulo 67
Capítulo 67:
Tamara se quedó en silencio por un momento, procesando la información. Las palabras de Xavier y la conversación con Kat habían arrojado luz sobre la situación. Aunque seguía sintiéndose herida por lo último, por la forma en que Xavier había manipulado las cosas al enviarle a los cuerpos de seguridad, también se dio cuenta de que lo había juzgado precipitadamente.
“Yo… no necesito que Kat venga. Pero eso no cambia el hecho de que manipulaste una situación para retenerme, Aún tienes mucho que explicar, Xavier”. Dijo Tamara, su tono de voz aún lleno de desconfianza.
Xavier asintió.
“Me alegro de que lo primero se haya resuelto, ahora regresemos a la casa de tus padres y allí continuaremos con esta conversación ¿Estás de acuerdo?”. Preguntó.
“Si”. Respondió con simplicidad.
Xavier se despidió de los agentes policiales y de los funcionarios del aeropuerto, luego tomó a Tamara de la mano, ella respiró profundo aceptando que él la guiara.
Cuando salieron de la oficina, sus hermanos estaban esperando afuera con preocupación, cuando vieron a su padre y a Xavier no pudieron evitar sonreír.
“Hermanita, aunque este hombre te haya hecho semejante broma, también es digno de admirar… retener un avión para que la mujer de tu vida no se te vaya, solo lo hace un hombre enamorado”. Dijo junior: “Toma nota hermano, espero que cuando tengas novia superes esta demostración de amor”.
“A mí no me parece ninguna demostración de amor, si no una broma de mal gusto, lo que falta es que salga en las redes sociales y prensa me etiquete como ladrona ¡Qué vergüenza me has hecho pasar!”. Exclamó indignada.
“Es que es verdad ¡Eres una ladrona! Me robaste el corazón y casi te ibas con él dejándome con un hueco en el pecho”. Ella se giró y su expresión la conmovió, pero no quería dar su brazo a torcer.
Subieron al auto en la parte trasera, mientras sus hermanos se iban en el auto que habían llevado.
“¿Dónde van los señores?”. Preguntó su padre en tono juguetón, fingiendo ser un chofer, estaba feliz porque ella no se había marchado.
“Muy gracioso, ¿No te da lástima haber dejado a Xavier que me hiciera todo esto? ¿Qué pasa si eso les afecta a los bebés?”.
Esas palabras lograron preocupar a Xavier, quien de inmediato dio una ruta distinta a la casa.
“Señor Lorenzo, por favor vayamos a la clínica o al centro de salud más cercano”. Propuso Xavier y Tamara frunció el ceño.
“¿Y eso para qué?”. Interrogó ella.
“Quiero llevarte al médico para que te hagan una evaluación y ver si los niños están bien”. Dijo con preocupación: “No pensé en que el susto pudiera afectarlos, de haber pensado en esa posibilidad te habría dejado ir a Santi$go y te hubiera buscado allá”.
Tamara colocó la mano entre las de él, y la acarició con suavidad.
“No pasó nada, no me siento mal, tampoco me duele nada. Solo lo dije porque es una posibilidad, no porque de alguna manera tenga alguna afección de salud, no es necesario que me lleven al médico”. Habló tratando de hacerlo desistir de la idea de ir al médico, pero no fue así.
“Así te sientas bien iremos, creo que eso me haría sentir más tranquilo”. Declaró Xavier en un tono que no admitía discusión, quería descartar cualquier problema en el embarazo.
“Creo que a mí también me haría sentir mejor”. Confirmó el padre de Tamara, ganándose una protesta de su hija, que él ignoró y se dirigió a la clínica.
Apenas llegaron, Xavier conversó con el personal que se encontraba en el mostrador de información y ellos le indicaron el piso donde se encontraban los consultorios ginecológicos.
Xavier tomó a Tamara del brazo y se dirigieron al sitio indicado, cuando entraron al consultorio, una enfermera les pidió que aguardaran en la sala de espera mientras el doctor terminaba con una paciente.
Tamara miró a su alrededor, sintiendo una mezcla de aburrimiento y nerviosismo. El consultorio estaba decorado con pinturas llamativas y muebles anticuados. Un murmullo constante de voces y el sonido de la televisión llenaban el ambiente.
Cuando el doctor finalmente terminó con la paciente con la cual estaba, Xavier se levantó, presentó a Tamara y le explicó las razones por las cuales habían ido. El doctor los invitó a entrar y a tomar asiento.
El doctor era un hombre mayor, con una voz suave y ojos bondadosos. Tamara se sintió un poco más tranquila cuando lo vio, dejó que su padre y Xavier le explicaran la situación.
Enseguida comenzó a hacerle múltiples preguntas.
“¿Sientes algún síntoma o molestia que pudieran haber experimentado después del susto que pasaste? ¿Te desvaneciste?”.
Tamara negó con la cabeza.
“No, solo pasé un susto”.
El doctor la mandó a recostarse en una camilla, tomó su presión arterial y escuchó su corazón.
“Todo parece normal. Vamos a hacerle una ecografía para verificar que todo esté bien”.
El doctor condujo a Tamara a la sala de ecografías, luego ubicó a Xavier y a su padre, quienes esperaban ansiosos por ver la ecografía. El doctor aplicó el gel en su vientre y deslizó el transductor suavemente, revelando las imágenes de los bebés.
Tamara contuvo la respiración mientras observaba la pantalla con nervios, su estaba corazón latiendo con fuerza. Xavier sostuvo su mano con ternura, transmitiéndole su apoyo y amor, Lorenzo, se mantenía en silencio a su lado, tenía los ojos fijos en la pantalla esperando ansiosamente el momento en que vería a sus futuros nietos.
El doctor comenzó a mover el transductor y los pequeños seres se hicieron visibles. Tamara y Xavier contuvieron un suspiro colectivo al ver en el monitor que los bebés, sus tres bebés estaban bien, eran pequeñas formas en crecimiento con corazones latiendo fuertemente y ellos emocionados por volverlos a ver.
Lorenzo no pudo contener la emoción y las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos. Era una mezcla de alegría, asombro y gratitud al ver a sus futuros nietos. Sus manos temblaban ligeramente.
“Son hermosos, simplemente hermosos”. Susurró Lorenzo con voz entrecortada.
Tamara miró a su padre sorprendida por sus lágrimas. No lo había visto emocionarse así en mucho tiempo. Era un momento especial, compartiendo la alegría de la vida en crecimiento.
El doctor continuó explicando los detalles de la ecografía, pero las palabras se desvanecieron en el trasfondo mientras los tres se maravillaban con las imágenes en la pantalla. Era un momento íntimo y emotivo, donde los lazos familiares se fortalecían aún más.
Cuando el doctor finalizó el examen, los tres terminaron secándose las lágrimas y se miraron los unos a los otros sonriendo.
“Así que padres y abuelo, no tienen por qué preocuparse, esos bebés están bien… creciendo y con mucha fuerza”.
Lorenzo, recuperando la compostura, miró a su hija y a Xavier con una sonrisa, luego les hizo una señal para que se acercaran.
“Chicos, quiero que sepan que estoy realmente emocionado por estos bebés. Verlos en esa pantalla ha sido una experiencia única y maravillosa. Sin embargo, quiero pedirles un favor”. Dijo con seriedad, tomando sus manos en las suyas.
Tamara y Xavier asintieron expectantes, sin saber qué vendría a continuación.
“Les pido que no le digan a Isabella que he visto a los bebés antes que ella. Sé que se enojará conmigo por haberlos visto y no quiero dormir en el sofá”.
“Con una condición, cuando vea a mis padres no les diga que lo trajimos primero a usted y los vio ¿Les parece?”. Preguntó Xavier y el hombre asintió.
Los tres se despidieron del doctor y salieron del consultorio. Lorenzo iba adelante demasiado emocionado, dejando a Tamara y Xavier que caminaban tomados de la mano.
La chica conocía a su padre, no estaba segura de que cumpliera con no decirle nada a los padres de Xavier. Porque si el Señor Matteo empezaba a fastidiarlo, él terminaría restregándole esa verdad para salir victorioso, porque a él no le gustaba perder.
“Creo que estarás en un gran problema con tu padre”. Susurró Tamara.
“¿Por qué?”. Preguntó desconcertado y ella enseguida le contó.
“Porque papá se va a enorgullecer en cualquier momento de eso… además, no te prometió nada, solo asintió para que no insistieras”.
“Entonces tus hijos quedarán huérfanos porque mi padre me va a matar”. Dijo con preocupación y ella se río.
“Bien merecido que te lo tienes por la vergüenza que me hiciste pasar”. Volvió a protestar la mujer.
“Amor, ¿a ti no se te olvida nada?”.
“No, tengo memoria de elefante”. Declaró ella y los dos se sonrieron.
Por fin regresaron a la casa donde los estaba esperando Isabella. Ella estaba preocupada, después que los gemelos le contaran, apenas envió entrar a su esposo y a Xavier, protestó.
“¿Cómo se les ocurre hacerlo eso a Tamara? Lorenzo ¡Hoy dormirás en el sofá!”. El hombre abrió los ojos de par en par al escucharla.
“¿Por qué? Yo no hice nada, soy inocente”. Protestó el padre de Tamara.
“Es verdad, Señora Isabella, él desconocía mis planes, no quise contarle”.
“Pero lo supo cuando llamaste a la gente y no te detuvo, por eso es culpable”. Declaró Isabella.
“No haga eso suegra, Lorenzo solo me ayudó a recuperar al amor de vida”. Protestó Xavier a favor de su suegro.
Isabella se quedó viéndolos y respondió con tranquilidad.
“Lo pensaré”.
Xavier asintió y se dirigió a Tamara.
“Ahora si podremos hablar… creo que es hora de poner todas las cartas sobre la mesa y que entiendas de una vez por todas que te amo y que quiero hacer una vida junto contigo. Si lo digo no es por hablar, sino porque es verdad, yo no puedo cambiar mi pasado y corregir lo mujeriego que fui, aunque si te puedo asegurar que a partir de que me di una oportunidad contigo. Mi presente y mi futuro están unidos irremediablemente a ti, para serte fiel y amarte, si sientes que necesitas tiempo y espacio, no tengo problema en dártelo, pero no me pidas que renuncie a ti”.
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