Mamá correcta, papá equivocado -
Capítulo 65
Capítulo 65:
Xavier salió de la casa de los padres de Tamara acompañado por Lorenzo, su suegro. Ambos caminaban apresurados hacia el auto estacionado afuera. El tiempo apremiaba y Xavier sabía que tenía que hacer todo lo posible para retener a Tamara, quien había decidido irse a Santi$go de Ch!le.
Sin embargo, mientras se dirigían al auto, comenzó a sentir una sensación extraña en el estómago. Tamara tenía sus propios demonios internos y había habido momentos en los que Xavier se preguntaba si algún día ella lograría volver a confiar.
“Lorenzo, necesitamos alcanzar a Tamara antes de que se vaya. No puedo permitir que se aleje de mí sin intentar detenerla, debo explicarle todo. Entiendo que ella desconfíe, sobre todo porque las dos veces cuando me alejé no me porté de la mejor manera, pero le juro que esta vez me he portado como un hombre fiel”. Declaró sin poder contener su preocupación.
“Lo entiendo, Xavier. Yo tampoco quiero que mi hija se vaya, pero debes considerar que la comunicación es la base de toda relación, sino se aprenden a comunicarse están perdidos. Ahora solo debemos actuar rápido. ¿Tienes alguna idea de cómo detenerla?”. Interrogó Lorenzo con curiosidad.
“No sé exactamente qué haré, pero no puedo quedarme de brazos cruzados. Haré lo que sea necesario para que entienda que la amo y que estoy dispuesto a luchar por nuestro amor”.
Cuando se dirigían al aeropuerto, Lorenzo activó el altavoz mientras llamaba a los gemelos para pedirles ayuda.
“Aló papá ¿Qué ha pasado?”. Escuchó la voz de su hijo mayor.
“Necesito que no dejes subir a tu hermana a ese avión, voy con Xavier al aeropuerto, él tiene algo que explicarle”. Le dijo explicándole la situación y les rogó que no dejaran que Tamara se marchara sin intentar convencerla de quedarse.
“Lo intentaré, pero ya se está chequeando en el mostrador, y ya anunciaron la salida del vuelo”.
“Haz todo lo posible para que ella no se vaya. Díganle que estoy en camino y que quiero hablar con ella urgentemente”.
“Papá, ya está en el control de seguridad. No creo que puedan llegar a tiempo, mi hermano va a intentarlo, espera un poco”.
Lorenzo seguía conduciendo, mientras esperaba la respuesta de sus hijos, Xavier estaba impaciente. Un par de minutos después, volvió hablar su hijo.
“Lo siento, papá. No pudimos retenerla, está a punto de embarcar, ni siquiera pudimos darle el mensaje”.
Las palabras de sus hijos cayeron como un golpe para Lorenzo. La desesperación se apoderó de Xavier, pero estaba decidido a hacer todo lo posible para cambiar la situación, no le importaba lo que tuviera que hacer, no estaba dispuesto a darse por vencido. Si Tamara era terca para huir, él era terco para buscarla.
“Lorenzo, sé que esto puede sonar drástico, pero no puedo permitir que Tamara se vaya. Haré lo que sea necesario para retenerla”.
“¿Qué piensas hacer, Xavier?”. Preguntó su suegro con preocupación.
“Lorenzo, confíe en mí cuando digo que no querrá saberlo. Haré lo que sea necesario para demostrarle a Tamara que la amo y que quiero estar con ella”.
Cuando Tamara llegó al aeropuerto, después de chequear su boleto y su equipaje, caminó abrazada con sus hermanos. Se sentaron los tres juntos, pero su mente no dejaba de pensar en Xavier y en lo que pudo haber sido su vida juntos, no pudo evitar la tristeza de su corazón.
“Me pregunto si hice lo correcto al irme. Aunque lo amo, no puedo confiar en él, las dudas y la decepción me hicieron tomar esta decisión”.
“Hermana, te entiendo, pero también debes cuidar de ti misma y de tu felicidad. Si crees que esto es lo mejor para ti en este momento, te apoyamos”. Dijo el gemelo mayor.
“Exacto, Tamara. Sabemos que has pasado por momentos difíciles, pero siempre estaremos aquí para ti, pase lo que pase”.
Avisaron la salida del vuelo, ella se despidió de sus hermanos y los abrazó besándolos. Unas cuantas lágrimas se escaparon de sus ojos, pensó que sería más fácil con sus hermanos que con sus padres, por eso no quiso que ellos la acompañaran, porque no quería llorar.
Suspiró profundo para calmarse, se pasó la mano por su vientre y esbozó una media sonrisa. Subió al avión, pero no podía contener esa sensación de inquietud, cuando ya estuvo sentada, de repente una voz resonó en los altavoces de la cabina anunciando una situación alarmante. Se informó a los pasajeros que una peligrosa ladrona se encontraba a bordo y que se desplegaría un equipo de seguridad para detenerla.
La inquietud y el nerviosismo se apoderaron de todos los presentes, incluyendo a Tamara. Todos empezaron a verse y a hablar entre sí.
Tamara miraba a su alrededor, preocupada y confundida. Nunca antes había vivido una situación tan angustiante. Trataba de buscar alguna pista de quién podría ser la ladrona, pero su sorpresa fue inmensa cuando los policías se acercaron a ella y se detuvieron en su asiento, pidiéndole que los acompañara.
“Disculpe, señorita. Necesitamos que nos acompañe”. Dijo el policía y ella lo miró con sorpresa.
“¿Yo?”. Preguntó sorprendida, y el oficial asintió: “Creo que hay un error”.
“Lamento decirle que no hay ningún error ¿Es usted Tamara Castelli?”. Interrogó el agente policial.
“Sí, soy Tamara. Pero no entiendo qué está sucediendo. No he hecho nada malo, ¿Por qué me pide que lo acompañe? Esto debe ser un error”.
“Lo siento, pero debemos proceder. Hemos recibido información de que usted es la delincuente buscada. Por favor, coopere y no haga ningún movimiento brusco”.
Tamara, llena de angustia y confusión, se vio obligada a levantarse de su asiento y seguir a los policías hacia la parte trasera del avión. Los ojos de los demás pasajeros se clavaron en ella, añadiendo a su desesperación, la sensación de injusticia.
Tamara casi al borde de las lágrimas, comenzó a tratar de razonar con los policías.
“¡Por favor, escúchenme! No he hecho nada malo. Deben haberme confundido con alguien más. ¡Es un error!”.
Los policías, aunque aparentemente comprensivos, no cedieron ante las palabras de Tamara. En el mismo avión le colocaron las esposas, mientras ella repetía una y otra vez su inocencia. Su mente estaba llena de incredulidad y miedo. ¿Cómo podía estar sucediendo esto?
La bajaron del avión y ya en tierra, Tamara fue llevada a una sala de espera donde ella intentó explicarles que no tenía ninguna conexión con el crimen por el que la acusaban, pero sus palabras parecían caer en oídos sordos. La sensación de impotencia se intensificaba en su interior.
“Le juro que no he hecho nada, por favor”.
Mientras tanto, Xavier y Lorenzo estacionaron el auto para luego ir corrieron hacia el lugar donde Tamara estaba siendo retenida.
Xavier estaba nervioso y preocupado, esa sensación se intensificó a medida que se iba acercando. Aunque su coraje y amor por su familia le permitieron seguir adelante, su corazón latía con fuerza y su mente estaba luchando por mantener la calma. Lorenzo lo veía de manera reprobatoria, pero él lo ignoró.
Finalmente, llegaron al lugar, y Xavier junto con el suegro entraron al edificio. La tensión en el aire era palpable, y no pasó mucho tiempo antes de que escucharan los lamentos desesperados de Tamara.
“Les juro que no he hecho nada, nunca he robado algo en mi vida”. Sollozó la chica sintiéndose impotente.
“¡Claro que eres una ladrona! Me robaste el corazón y te querías escapar con él”. Sentenció Xavier, mientras ella extendía su mirada hacia él.
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