Capítulo 60:

Tamara se quedó inmóvil mirándolo fijamente, su corazón latía con fuerza. Estaba confundida, no sabía qué hacer. Xavier la observaba expectante y ella finalmente se decidió, lo deseaba más que a nada en el mundo. Por eso asintió con la cabeza diciendo un sí mudo.

Fue entonces cuando, con un movimiento rápido e intenso, Xavier se ancló a ella y comenzó a besarla a través de su cuello, sus pechos y vientre. Tamara g!mió de placer, sus manos la apresaban mientras su mente volaba a otro mundo.

“No tienes idea como te he deseado”. Pronunció en voz ronca, mientras besaba sus labios y descendía lentamente por su cuello.

Llegó a esos voluptuosos montículos, comenzó a recorrerlos lentamente; jugueteaba con sus puntas, lamiéndolos, y acariciándolos, para luego succionarlos con fuerza mientras ella se arqueaba más hacia él para darle un mayor acceso a su cuerpo.

Tamara se sintió atrapada entre el deseo y la pasión. Su cuerpo no dejaba de estremecerse con cada caricia que él le daba, cada beso. El aire se movió alrededor de ellos convirtiéndose en una tormenta de fuego y deseo. Tamara sintió cómo él iba recorriendo cada parte de su humanidad con sus labios, con su lengua. Su boca recorrió con lentitud sus senos mientras jugaba con ellos, los acariciaba delicadamente al mismo tiempo que suaves susurros recorrían la piel.

Él besó su cuello, su hombro, sus labios. Tamara le acarició el cabello, manteniendo su cabeza pegada a su pecho para evitar que se alejara. Sus piernas se estremecieron y una sensación de deseo la recorrió de pies a cabeza, se sintió en las nubes, jamás había percibido ese profundo e inmenso deseo en ella.

Cada segundo, Xavier se iba deslizando cada vez más abajo hasta llegar a su ombligo. Su lengua se resbaló por su piel mientras sus manos la acariciaban lentamente. Le besó la cadera y después bajó suavemente recorriendo cada centímetro de ella. Tamara jadeó mientras él la mordisqueó y besó suavemente.

Sus manos juguetearon con su piel, haciendo que su interior se estremeciera. Su deseo aumentaba cada vez más, él besó sus rodillas, sus piernas… cuando llegó a su intimidad, Tamara g!mió de placer. Él la besó saboreando cada parte de ella con sus labios y su lengua.

Tamara no dejó de retorcerse entre sus brazos, su corazón latía cada vez más rápido. Sus dedos entraban en su pelo, sujetándolo con fuerza. Trataba de resistir el deseo que la envolvía, pero no podía dejar de jadear.

Él le acarició el interior de sus muslos con su lengua, al mismo tiempo que emitía suaves susurros que le acariciaban su piel.

Su cuerpo se estremeció al sentir la lengua de él en su centro. Su deseo se volvió incontenible y Tamara cerró los ojos… quería gritar, llorar, todo al mismo tiempo. Jamás en su vida había sentido ese vendaval de emociones, todo era tan irreal que le parecía que estaba soñando. Él la besó y succionó con mucha intensidad, sus jadeos eran cada vez más fuertes.

Tamara se aferró a Xavier como un náufrago a un salvavidas en medio del océano, ella se sintió completamente perdida, incapaz de resistirse a aquella locura. Sus labios se abrieron en un largo g$mido y su cuerpo se derritió en su deseo.

Él la miró con los ojos brillantes y expresivos, no dejaba de observar cada expresión de su rostro mientras se deleitaba con su sabor, a Xavier le parecía aún más dulce que cualquier fruta, jugosa y madura, con cada movimiento le transmitía unas deliciosas sensaciones.

Cada beso era más profundo y cada caricia evocaba más su deseo. La lengua de Xavier recorrió su parte íntima como una pequeña y delicada pluma.

Tamara tuvo la sensación de flotar en el aire, como si sus sentidos estuviesen en una borrachera de felicidad. Era como si cada una de sus terminaciones nerviosas hubiesen despertado al mismo tiempo, provocando una serie de sensaciones en su cuerpo que hasta ese momento jamás había sentido.

Su respiración se aceleró, sus músculos se contrajeron y relajaron al mismo tiempo. La textura de la lengua de Xavier era suave y cálida, su lengua no dejaba de explorar su interior con movimientos lentos, encontrando los pequeños placeres y secretos de su cuerpo.

Mientras la lengua de Xavier recorría con suavidad el centro de Tamara, ella sintió una intensa ola de placer que hizo que todos sus sentidos estallaran en un mar de emociones.

La sensación era tan intensa que Tamara sintió su cuerpo fluir y vibrar con la intensidad del placer. No podía creer que tal sensación fuese posible. Estaba enloqueciendo en esa vorágine de deseo y entonces llegó la explosión. Un aluvión de sensaciones la invadió como una ola, envolviéndola en un abrazo de satisfacción. Ella gritó, rio, lloró, hipnotizada por el placer.

El org%smo fue tan intenso y profundo que Tamara se echó a llorar. Era la primera vez que había tenido un org%smo y estaba profundamente conmovida por esta experiencia, era una sensación inesperada que iba más allá de la satisfacción se%ual, era una sacudida de liberación y felicidad profundas que la hizo sentirse viva y plena.

Ella se dio cuenta de que la intimidad y el amor que compartía con Xavier eran algo especial. Era algo que la hacía experimentar tanto y disfrutar sin reservas de la vida. No tenía dudas de que había descubierto el verdadero amor.

Xavier siempre había sido un hombre que, aunque le encantaba darle placera la mujer con quien estaba, solo sentía el propio cuando lo acariciaban, lo tocaban. Pero por primera vez en su vida experimentaba algo nuevo, ver a Tamara disfrutando de la experiencia, escucharla g$mir, retorcerse, jadear, le producía un placer como nunca había sentido.

Estar con Tamara le estaba enseñando a diferenciar el amor de los placeres puramente físicos. En ese momento, Xavier vio sus ojos cerrados y su cuerpo entregado al placer, su respiración se aceleró mientras él seguía bebiendo de ella. Cuando la vio explotar de placer y caer laxa en la cama suspirando y g!miendo con suavidad, sintió una infinita emoción y un deseo inmenso de protegerla. Conmovido, le dijo a Tamara en un susurro.

“Aún no he terminado, mi amor, apenas comienzo”.

Sus palabras hicieron que ella se agitara y su cuerpo se estremeciera. Xavier se deslizó lentamente por su cuerpo, abriendo suavemente sus piernas con sus manos y colocó su s%xo en la entrada de su centro, era el momento que tanto había esperado.

Él fue abriéndose paso lentamente, entrando por completo en su interior. La sensación era indescriptible, un mundo de placeres y emociones desconocido. Los g$midos de Tamara se volvieron suave música para sus oídos.

Comenzó a moverse, primero con movimientos suaves y luego empezó a entrar y a salir con un ritmo firme, cada vez más profundo para llenarla por completo. Tamara se retorció de placer, mientras Xavier sentía sus caderas deslizándose sobre él. Ella g!mió su nombre, mientras jadeaba de manera desenfrenada.

Él cerró los ojos y se dejó arrastrar por el maravilloso placer que le daba su cuerpo. Se abrazaron con fuerza, con un deseo intenso mientras se movían al unísono. El calor en su interior fue aumentando cada vez más hasta que al final Xavier no pudo más y sintió explotar de placer, vaciándose en su interior.

Cuando el org%smo desapareció, Tamara se dejó caer en la cama, satisfecha y sorprendida. El la acurrucó a su lado abrazándola, estaban cansados pero felices. Xavier se sentía conmovido por la profundidad de los sentimientos que habían compartido.

Se dio cuenta de que había experimentado algo nuevo e intenso y había disfrutado de cada segundo de aquella experiencia.

“Eres la mujer más increíble del mundo, genial, maravillosa, hermosa, seductora”.

Ella se sonrojó y le sonrió con ternura, acariciando su mejilla. Xavier comprendió que aquella experiencia estaba más allá de los simples placeres físicos. Aquel momento les unió de forma más profunda de lo que jamás hubiesen imaginado.

“Te amo Tamara, y jamás te dejaré ir de mi lado”. Le dijo besándola con suavidad: “Solo tú serás el amor de mi vida”.

Ella se quedó mirándolo sorprendida, le costaba creer que eso fuera así, no podía creer que ella fuera capaz de provocar esas emociones en él y las dudas la inundaron.

¿Sería capaz él de dejar de ser un mujeriego por ella? ¿Y si ahora que había logrado acostarse con ella, perdía su interés? Se preguntó.

“Yo… no sé qué decir… me cuesta creer que de verdad estés interesado en mi… pienso que quizás ahora cuando has logrado lo que querías, quizás pierdas tu interés en mí”. Le dijo sonriendo con los ojos humedecidos.

Él la miró con amor y negó con la cabeza, le sostuvo el mentón con una mano.

“Óyeme bien Tamara, jamás voy a perder el interés en ti, porque te amo. Cuando me des la oportunidad, te haré mi esposa y viviremos con nuestro pequeño”. Le dijo pasando su mano por su vientre en una caricia.

“¿Puedo confiar en ti?”. Inquirió ella con duda.

“Puedes, porque no voy a defraudarte nunca”.

La abrazó fuerte, mientras sentía un enorme bienestar en su corazón, sabiendo que ella era su verdadero amor.

.

.

.

Consejo: Puedes usar las teclas de flecha izquierda y derecha del teclado para navegar entre capítulos.Toca el centro de la pantalla para mostrar las opciones de lectura.

Si encuentras algún error (contenido no estándar, redirecciones de anuncios, enlaces rotos, etc.), por favor avísanos para que podamos solucionarlo lo antes posible.

Reportar