Mamá correcta, papá equivocado -
Capítulo 58
Capítulo 58:
Cuando Freya abrió la puerta de la oficina, pero antes de que pudiera salir, aparecieron Tamara y Xavier. Quienes se quedaron sorprendidos al verla, sobre todo al ver al Doctor Marco colocarse la camisa.
Por un momento se hizo un incómodo silencio.
Xavier miró a su amigo con una expresión de picardía, mientras Tamara veía a Freya con el ceño fruncido y un dejo de reproche en su mirada, hasta que el hombre decidió romper el hielo.
“¡Vaya, nunca había visto a alguien ponerse una camisa tan rápido! Creo que al Doctor Marco deberían ponerle un sobrenombre: ‘el Guepardo del hospital’”. Bromeó Xavier, soltando una risa juguetona, ante un gruñido del aludido.
Freya se sonrojó con sus palabras y trató de justificar la escena.
“El doctor se llenó de café y por eso debió cambiarse la camisa”. Dijo con tranquilidad, sin embargo, aunque ninguno de los dos le creyó, tampoco se atrevieron a contradecir su palabra: “¿Ya estamos listos? ¿Nos podemos ir?”.
“¡Sí! Ya el doctor de guardia se encargó de suturarme. No era nada, pero Tamara estaba muy nerviosa, por eso vine”. Respondió Xavier.
“¿Puedo invitarlo a los tres a un almuerzo? Déjenme ajustar mi agenda para hacerlo”. Interrumpió Marco con voz un poco nerviosa, y aunque la invitación iba dirigida también a los otros, la mirada del hombre estaba posada en Freya.
“No creo…”. Comenzó a decir la chica al mismo tiempo que Tamara respondía.
“Aceptamos, solo dinos el día, hora, sitio y allí estaremos los tres”. Señaló con firmeza, y esta vez fue Freya la que la miró con caras de pocos amigos.
Cuando se despidieron y salieron de allí, Freya comenzó a reprocharle a Tamara.
“¿Cómo se te ocurre aceptar la invitación del antipático doctor?”.
“Ah, sí, pero su antipatía no te detuvo para acostarte con él”. La reprendió molesta.
“¡Yo no me acosté con él! Él solo se estaba disculpando y…”. Dijo Freya con inocencia.
“Pues, como ya lo disculpaste no tendrás problema en acompañarnos. Y no hagas la lista, aunque parezco tonta, no lo soy”.
El camino de regreso lo hicieron en silencio, Tamara era quien conducía mientras Xavier le agarraba la mano con suavidad, acariciándosela y enviando a su cuerpo miles de sensaciones. Ella pensó en su miedo a comprometerse y en lo diferente que era de su amiga, quiso tener la osadía y el carácter de Freya para tomar lo que quería y dejarlo ir.
Cuando llegaron al apartamento, Xavier la vio pensativa y se acercó a ella.
“¿Qué piensas? ¿Te veo muy silenciosa?”. Ante su pregunta ella negó con la cabeza.
“No pasa nada, todo está bien”.
“Si es por Freya y Marco, mi amigo es un buen hombre y…”.
“Si, me imagino, seguro es un mujeriego como tú con una gran capacidad para coquetear con las mujeres y llevárselas a la cama, me imagino que ya logró lo que le interesaba de Freya”. Dijo con amargura.
“Freya no le ha puesto ninguna pega al asunto, ambos son dos adultos que no se toman las cosas tan en serio, al parecer el se%o no está ligado a sus sentimientos. Lo que ocurra entre ellos es su problema y no nos incumbe a ninguno de nosotros, ni debe afectarnos”. Expresó Xavier con firmeza.
Tamara no respondió, se dio la vuelta y se marchó a su habitación. Él la siguió, pero cuando tocó la puerta, ella la había cerrado.
Xavier se quedó afuera, tratando de entender lo que pasaba por su mente. Él sabía que ella había estado herida en el pasado y que tenía miedo de comprometerse, pero no entendía por qué era tan reacia, ni porque cuestionaba lo que sea que tuvieron o tenían Marco y Freya. Así que decidió darle un poco de espacio y esperar a que ella se calmara.
Por su parte, Tamara estaba molesta, porque de cierta manera sentía que había cuestionado la conducta de Freya. Y aunque muchas veces no estaba de acuerdo como algunos comportamientos de su amiga, sobre todo cuando se llevaba las cosas del amor a la ligera, en el fondo admiraba su carácter, su espíritu y su determinación para tomar lo que quería, porque le gustaría ser así.
Sin embargo, ella no era así, tenía demasiado miedo de ser lastimada, por eso solo quería alejarlo de su vida, aunque él le provocara muchas cosas, no iba a arriesgarse. Pensó, tomando la decisión de retomar su campaña para que Xavier se fuera.
Luego de dormir, comenzó a maquinar un plan para cansarlo y que terminara abandonando su casa. Cuando se le ocurrió algo, emitió una leve sonrisa de alegría.
“Vamos a ver quién es más insistente Xavier, tú o yo”. Dijo en voz alta, más tranquila porque confiaba que su plan daría resultado.
Por eso en la tarde, luego de levantarse. La chica fingió estornudar y se echó unas gotas en la nariz para ponerse fañosa y fingir alergia. Cuando Xavier la escuchó, vio su nariz tan roja mientras ella no dejaba de rascársela.
“¿Qué ocurre Tamara? ¿Qué tienes?”. Preguntó.
“A veces llega un momento que, si no se limpia de manera profunda, me da alergia. Es que este apartamento está hecho un desastre”. Dijo Tamara en tono lastimero y con voz congestionada: “El problema es que no he podido limpiar profundo, porque con el embarazo no quiero arriesgarme… siempre limpiaba mucho, lamentablemente, ahora no puedo”.
Xavier se preocupó al ver el malestar de Tamara y trató de calmarla.
“Tranquila, mi amor. Podemos contratar a un par de señoras de limpieza para que nos ayuden. Yo me encargo de coordinarlo todo”.
Tamara frunció el ceño y negó enérgicamente con la cabeza.
“No, Xavier. No quiero extraños en nuestra casa. En el pasado, cuando tenía estas alergias, hacía limpieza profunda con mascarilla y demás hasta dejar el lugar impoluto. Sin embargo, ahora estoy imposibilitada de hacerlo yo misma”.
Xavier asintió, entendiendo las preocupaciones de Tamara. Aunque no tenía experiencia en limpieza, decidió asumir la responsabilidad.
“De acuerdo Tamy, si eso te hará sentir mejor, yo me encargaré de limpiar profundamente el apartamento. Pero prométeme que te cuidarás y descansarás mientras tanto. Por lo menos hay que agradecer que en este lugar no hay cucarachas, porque esos animales son los más asquerosos que hay, les tengo fobia”. Expresó el hombre.
Así fue, durante las próximas dos semanas, Xavier se convirtió en un incansable limpiador. Desde la mañana hasta la noche, todos los días se dedicaba a eliminar el polvo, fregar el suelo y desinfectar cada rincón del apartamento. Estaba exhausto, comenzaba a sentirse frustrado por la cantidad de trabajo que tenía por delante entre su despacho y la casa. Le faltaban horas a su día para terminar todo, pero lo peor de todo es que la alergia de Tamara no se le calmaba.
Xavier se sentía agotado, no quería seguir limpiando y así se lo hizo saber a Tamara.
“Tamara, yo te aconsejo que vayamos a un alergólogo, eso no es normal y yo estoy demasiado agotado… no puedo seguir limpiando de esta manera”. Protestó.
“Es lamentable que no te importe el bienestar de nuestro hijo, si no quieres limpiar no lo hagas, terminarán por venir las cucarachas”. Dijo mientras él abrió los ojos, sintiéndose preocupado ante la sola mención del animal.
Al día siguiente como él estaba reacio a limpiar, Tamara tomó una cucaracha muerta de varias que le había pedido a Freya que le buscara, y la tiró en la ducha del baño que estaba en el pasillo, luego salió de manera silenciosa. También cerró la llave de paso para que no le saliera agua en el baño de Xavier, para así obligarlo a usar la ducha del pasillo.
Y así pasó, mientras ella estaba en la cocina, pendiente de la puerta del baño que estaba en el pasillo, vio cuando él se metió y en menos de un minuto lo vio salir disparado corriendo, con la mala suelte que como se mojó los pies, se resbaló y terminó cayendo rodando por el suelo.
La escena fue tan cómica, que ella no pudo simular ni contener las sonoras carcajadas que salían de su boca, mientras que el hombre la miraba con sospecha.
.
.
.
Si encuentras algún error (contenido no estándar, redirecciones de anuncios, enlaces rotos, etc.), por favor avísanos para que podamos solucionarlo lo antes posible.
Reportar