Capítulo 40:

Los días fueron pasando desde aquel incómodo momento con los medios de comunicación y la conversación en el estacionamiento con Joel.

A pesar de haberse propuesto dejar a Xavier en el pasado, no podía dejar de pensar en él. Había intentado llamar a Xavier varias veces, pero siempre era lo mismo, la enviaba directamente al contestador, ni siquiera sabía por qué lo llamaba.

“Eres una tonta Tamara, quizás no debería seguir insistiendo, si él no te ha llamado a lo mejor es que no tiene ningún interés en mi”.

Soltó su teléfono para evitar la tentación de llamarlo lo eliminó.

“Es lo mejor”. Se dijo en voz alta. Con tristeza, acarició su vientre con ternura mientras cerraba los ojos. Ahora debía pensar en esa criatura, porque ella o él le daría las fuerzas para continuar, no tenía que pensar en ningún hombre, ella debería ser capaz de seguir sola.

Pasaron los días y ya se había cumplido otra semana más desde la llegada de Joel… ella quería librarse de él, es como si estar cerca de su ex le causara comezón, cada vez que se le acercaba la piel se le erizaba.

Cada vez que eso ocurría, pensaba que había sido un gran error haber dejado entrar a Joel al apartamento. Se sentía atrapada con su presencia, y aunque él no había intentado ningún acercamiento, él parecer tenía la esperanza de que ella terminara cambiando de opinión. Porque todos los días conseguía en la mesita de la sala, flores, chocolates y cualquier otro detalle que pretendían hacer flaquear su determinación.

Eran tantos detalles y flores que ya no encontraba dónde meterlas, y a decir verdad eso la tenía bastante incómoda.

Tamara suspiró frustrada al oír el familiar golpe en su puerta, se pasó las dos manos por el rostro en un gesto de desesperación. Sabía exactamente que se trataba de él, siempre que le tocaba la puerta, le llevaba flores, comida, y los dulces que le gustaba. Cada vez que veía eso, pensaba en porque no había podido comportarse de esa manera en el pasado, si hubiera sido así, la realidad sería otra, pero ahora ya era muy tarde.

Respiró hondo tratando de calmar sus emociones, antes de abrir la puerta con un leve g$mido.

Efectivamente, allí estaba Joel con un ramo de flores frescas en la mano. Tamara sintió un profundo malestar, una oleada de decepción la invadió mientras lo miraba.

Joel sonrió tímidamente, esperando de ella una cálida bienvenida. Pero Tamara se limitó a devolverle la mirada, sin pronunciar palabra.

“Hola, Tamara”. Empezó él, un poco incómodo: “Te… te he traído esto, creo que te gustarán”.

Ella las tomó, sin ganas de mirarlo.

“Gracias”. Dijo en voz baja, sin ninguna calidez real, incluso le hablo de mala manera.

Joel no pareció darse cuenta.

“Así que”. Dijo, tratando de sonar alegre: “¿Cómo has estado?”.

Tamara se encogió de hombros, sin muchas ganas de hablar.

“Me va bien”. Pronunció con sequedad.

El asintió y Tamara se dio cuenta de que intentaba encontrar algo más que decir. Pero ella no se lo puso fácil, no le dio la oportunidad de hablar.

“Mira Joel”. Dijo ella, rompiendo por fin el incómodo silencio: “Tenemos que hablar… yo ya no aguanto esta situación. Mira, creo que en este lugar no cabemos los dos, tu presencia me incomoda, me siento apresada. Me molesta esa cantidad de flores que ya están regadas en toda la casa, los chocolates que me regalas no son de mi gusto y por último, te dije que no intentaras establecer ningún vínculo romántico porque no estoy interesada”.

Su expresión vaciló y ella vio algo que se parecía al dolor se asomó en sus ojos. Pero luego pareció serenarse y su rostro volvió a adoptar una máscara neutral.

“Lo siento, lo hago para que te sientas bien, cómoda. En tu vientre está mi hijo, por eso te pregunto cómo estas todos los días, quería asegurarme de que estuviera bien”.

“Entiendo tu punto, pero deseo que entiendas el mío. Yo te veo bien, no te veo deprimido, más bien te ves feliz. Así que puedes regresar al sitio donde estabas antes de que pensaras que engullirte un veneno era buena idea”.

“Estás siendo cruel, Tamara”.

“¿Y las veces que fuiste cruel conmigo?”. Inquirió ella con una sonrisa burlesca: “Por favor Joel, quiero que ya dejes este lugar”.

“¿Lo haces por él verdad?”.

Tamara suspiró, no quería entrar en una larga conversación sobre sus sentimientos.

“No lo hago por nadie Joel, sino por mí misma”.

“A él no le importas, y no lo digo porque esté resentido ¿Realmente crees que Xavier es mejor para ti que yo?”.

Tamara frunció el ceño ante la mención de Xavier.

“No me hables de Xavier, él no tiene nada que ver conmigo, no sé por qué tienes que nombrarlo”. Dijo ella. “Él y yo no tenemos nada que ver el uno con el otro. Además, eso no tiene nada que ver con el hecho de que necesito espacio y tranquilidad en mi vida. Quiero estar sola… o si no deseas irte no hay problema, me voy yo y te quedas tú con todo esto, pero necesito ya poner distancia entre nosotros”.

Joel parecía frustrado por la respuesta de Tamara.

“Me alegro de que sea de esa manera, no me gustaría que eligieras a alguien como Xavier en lugar de alguien como yo, ese hombre es un mujeriego, promiscuo y poco confiable. No puedes confiar en él, si no mira por ti misma”. Le dijo pasándole el teléfono para que ella observara: “Mira esto, son imágenes y vídeos que están rodando en redes sociales. Xavier aparece con varias mujeres en un yate y no son nada inofensivas, todo lo contrario, son bastante subidas de tono ¿Ese es el hombre que quieres en tu vida?”.

Tamara sintió las lágrimas picar en sus ojos cuando vio las imágenes. Sintió un nudo en la garganta, sentía que estaba a punto de llorar, pero se oponía a dejarse dominar por la tristeza. En vez de eso se enojó más, con Xavier, con Joel, consigo misma por equivocarse con las personas una y otra vez.

“Sabes algo, a mí me tiene sin cuidado lo que haga Xavier, es un hombre libre y puede hacer con su vida un saco y meterse en él si quiere. Y si, las imágenes demuestran que es una porquería, pero tú eres otra, no deberías criticar cuando tienes tu gran rabo de paja, ¿O acaso no te recuerdas tus insultos, tus intentos de minimizarme y anularme? Ustedes dos son de lo peor y eso demuestra el poco tino que tengo para escoger, porque termino involucrada con los peores hombres”.

Le dijo con total amargura.

“Y que me muestres esos vídeos e imágenes, no cambia el hecho de que necesito tranquilidad en mi vida. Necesito que te vayas”.

Joel parecía molesto, aunque tenía ganas de someterla y obligarla a hacer lo que él quería, decidió no forzarla, debía ser más inteligente. Así que terminó esbozando la expresión de tristeza más grande que pudo.

“Si eso es lo que quieres, me iré ahora mismo”. Dijo con los ojos humedecidos de las lágrimas que aparentemente estaba luchando por no derramar: “Pero no me pidas que deje de demostrarte lo importante que son mi hijo y tú para mí. Si no puedes aceptar eso, entonces no sé qué más puedo hacer”.

Algún día vas a volver a mí, porque no descansaré hasta lograrlo. Pensó el hombre.

Aunque ella se sintió un poco conmovida, no estaba dispuesta a ceder.

“Lamento que no puedas aceptar que ya no eres importante para mí, creo que por ahora ni siquiera quiero ser tu amiga. Necesito estar tranquila, si quieres semanalmente te envío un informe del estado de tu hijo para que así seas parte de su crecimiento, eso es todo lo que puedo hacer por ti”.

Cuando Joel se fue a arreglar sus cosas y luego salió de manera voluntaria. Tamara no pudo evitar la explosión de emoción que la recorrió.

Se puso a limpiar el lugar, tratando de borrar todas las huellas de la presencia del hombre. Justo cuando se sentó después de dos horas de limpieza profunda, su teléfono sonó y era su amiga.

“Tamara ¿Estás bien?». Interrogó su amiga, con un tono de preocupación que causó confusión a Tamara.

“Perfectamente, le pedí a Joel que se fuera y se ha ido sin ninguna objeción. Te dije que no me pondría problema”.

“Tamara necesito que te vistas, tomes tu auto o un taxi y traigas tu trasero a donde estoy”. Dijo la voz de la mujer con un tono de ansiedad.

“Freya, estoy cansada, quería ducharme, estaba limpiando…”. Sus palabras fueron interrumpidas por su amiga.

“Amiga, te juro que si no fuera importante no te pediría venir. Es urgente, tienes que ver esto”. Señaló sin poder contener el temblor de su voz.

“¿Qué pasa Freya? ¿Por qué te escuchas así? ¿Por qué quieres que vaya?”. Interrogó esta vez sin poder contener su preocupación.

“Porque te juro que debes venir, te voy a esperar y te envío la dirección a tu teléfono. Es algo que te va a impactar, debes estar preparada”. Pronunció Freya, dejando a Tamara pensativa.

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