Capítulo 39:

Xavier no podía creer lo que estaba viendo, por un momento su mente quedó en blanco y su corazón latió con fuerza.

Sin saber qué hacer, Xavier se quedó parado durante unos segundos mientras miraba fijamente la pantalla de su teléfono. Finalmente, su ira se desbordó y sin pensarlo dos veces, tiró el teléfono lejos de él. El dispositivo se partió en pedazos al chocar contra la pared.

Acto seguido, Xavier se levantó y caminó hacia la habitación, caminó al armario, sacó una maleta y luego sacó varios jeans, camisas y junto a otras prendas. Las guardó todas sin ver, tampoco tenía muy claro a donde ir.

Su mente estaba confusa y su corazón roto.

Finalmente, se dispuso a llamar a unos amigos.

“¿Dónde están?”. Interrogó y un silbido se escuchó al otro lado de la Línea.

«Vaya, ¿Y eso que has decidido bajar del Olimpo y tratar a los mortales?». Preguntó Drake Mylan: “Pensé que habías dicho que te ibas a retirar de este mundillo, porque habías conocido a alguien especial».

“Si lo dije, pero ya cambié de opinión, ninguna mujer merece tal sacrificio. Me iré con ustedes para celebrar hasta que el cuerpo aguante”.

“Perfecto, te esperamos porque en un par de hora iremos a divertirnos en mi barco, estaremos ahí por dos semanas».

Xavier llegó junto con sus amigos, y en el tiempo previsto ya estaban navegando hacia alta mar. Disfrutando de noches de fiesta una tras otra como si no hubiera un mañana.

Xavier hizo todo lo humanamente posible para intentar olvidar todo lo que había pasado, pero la imagen de Joel besando a Tamara no dejaba de perseguirlo, se repetía constantemente en su cabeza.

Durante las tres semanas que estuvieron allí, trató de distraerse con la música, la bebida en exceso, con los juegos, la compañía de hermosas mujeres. También le tomaron fotos y las subían a las redes sociales, cada una más insinuante que la otra.

Incluso, no perdió tiempo y tuvo se%o hasta con tres mujeres al mismo tiempo. Pero siempre al terminar se sentía más frustrado e insatisfecho, porque por muy voluptuosas y calientes que fueran, no lo llenaba… porque ninguna de ellas era Tamara.

De repente, el recuerdo de Tamara se hizo presente con fuerza y Xavier no pudo evitar sentir una punzada en el corazón. Se levantó, se vistió dejando a las mujeres en el camerino y subió a la cubierta del barco. No se dio cuenta que uno de sus amigos lo había seguido hasta verlo pararse a un lado de él.

“¿Estás bien?”. Preguntó el hombre al notar que Xavier estaba mirando hacia el horizonte ensimismado en sus pensamientos y con una profunda tristeza.

“Estoy perfectamente bien”. Pronunció, sin embargo, sus palabras no coincidían con su postura corporal. Por eso su amigo no pareció convencido y continuó hablando con él en un tono más serio.

“Mira, Xavier, sé que algo te está pasando. Seguro es que pensaste que olvidarías a esa mujer y no lo has hecho, has pensado en ella desde que salimos. Si necesitas hablar, aquí estoy yo y cualquiera de los chicos… aunque en un principio me negué en admitirlo, tú mi amigo eres soldado flechado por Cupido. Tenías a las mujeres más herniosas del barco y ninguna de ellas logró hacerte feliz, conozco los síntomas por haber visto a otros, solo espero que nunca sufra ese mal”.

Xavier suspiró y decidió abrirse con él.

Le contó todo lo que había visto en el teléfono. Como se había sentido al ver a esa mujer que le había dicho que no volvería con su exmarido, estaba besándose con él y cómo eso lo había hecho sentir… se sentía traicionado y destrozado por dentro.

Drake Mylan lo escuchó atentamente y lo abrazó, asegurándole que estaba bien sentirse así, que era normal necesitar tiempo para procesar lo sucedido. Le aconsejó que hablara con Tamara para aclarar las cosas, que lo mejor era hablar las cosas.

Xavier se sintió más aliviado después de hablar con Drake, fue como si le hubieran quitado un gran peso de encima y le agradeció a su amigo por haberlo escuchado. Poco a poco, comenzó a sentirse mejor y a disfrutar de la última noche en alta mar.

Finalmente, cuando el sol comenzó a salir, los amigos de Xavier decidieron volver a la costa. Xavier se despidió de ellos con una sonrisa y un abrazo, agradecido por las semanas que compartieron. Ahora solo tocaba enfrentar su realidad.

Joel y Tamara salieron del hospital, luego caminaron en silencio hasta que llegaron al estacionamiento donde su auto estaba estacionado.

Joel notó que Tamara estaba tensa y sabía bien por qué, solo esperaba poder calmarla. Cuando llegaron al auto, Joel la miró y le sonrió, intentando aliviar la tensión que sentía entre ellos.

Tamara reaccionó inmediatamente, su rostro se puso rojo y sus ojos se llenaron de rabia.

“¿Cómo te atreves?”. Inquirió Tamara: “¿Cómo fuiste capaz de besarme frente a los periodistas?”.

Joel se quedó sin palabras por unos segundos.

“Aún eres mi esposa”. Trató de justificarse y ella negó con la cabeza.

“Estamos separados Joel, no he detenido ni detendré ese proceso, ya te lo dejé claro… si mantenemos una amistad en el futuro es so lo por mi hijo. No les voy a negar a él ni a ti el derecho de relacionarse como padre e hijo, pero ten en cuenta que yo estoy fuera de la ecuación”.

“No entiendo, Tamara. ¿De qué estás hablando?”.

“Por favor Joel, por lo menos no me veas la cara de idiota, ¡No finjas que no sabes de qué estoy hablando!”. Gritó exasperada: “Te dije muy claramente que no quería tener nada que ver contigo. Si crees que besarme frente a los periodistas fue un acto de buena fe por ser el padre de mi hijo ¡Estás muy equivocado! Eso fue un abuso de tu parte, un abuso que no toleraré porque de lo contrario, te dejaré solo”.

Joel se acercó a ella y trató de tomar su mano para calmarla, pero Tamara se alejó ele él.

“¡No me toques!”. Exclamó Tamara con una voz fría: “Te dije que no quería tener una relación de marido y mujer contigo, Joel. ¿No lo entiendes? ¿Por qué tienes que hacer todo tan traumático?”.

Joel se dio cuenta que Tamara hablaba en serio y que su actitud podía hacer que perdiera todo el terreno que había ganado con ella, el hombre suspiró con aparente tristeza.

“Lo siento, Tamara, me dejé llevar por mis impulsos. Además, no quería que la gente me señalara, por eso torné la atribución de besarte, pero mi intención no era hacerte sentir incómoda. Solo me estaba protegiendo, de verdad que lo lamento”.

Tamara se quedó viéndolo, no le convencieron sus palabras, pero fingió entenderle.

“Eso espero, porque te repito no me importas de esa manera”. Dijo Tamara: “No quiero volver a tener una relación romántica contigo, no quiero volver a ser tu esposa. Quiero que respetes mi decisión”.

“Es por él verdad ¿Por Xavier? ¿Crees que en verdad te quiere? Tamara, él no es hombre para ti, seguro que solo quiere derrochar su encanto para llevarte a la cama, si no me crees busca en la web e investiga quien es realmente”.

“¿Crees que un hombre como él no puede enamorarse de mí?”. Lo interrogó.

“No es eso, pero veo sus intenciones, aunque trate de esconderlas. Siento mucho haberte hecho sentir incómoda, no volverá a pasar. Pero Xavier Sebastini solo quiere llevarte a la cama y burlarse de ti ¿Has visto las mujeres que frecuenta? Todas son modelos, actrices, cantantes, bailarinas, cada una más explotada que otra. ¿Además, crees que te querrá con el hijo de otro hombre? Sin embargo, quiero que sepas que siempre estaré aquí para ti y para nuestro hijo, sin importar nada”.

Tamara lo miró conteniendo las lágrimas, porque una parte de ella sabía que él tenía razón, porque fue lo que pasó la otra vez cuando se fue. No podía caer en las redes de un hombre que seguramente estaba jugando todas sus cartas para enamorarla y dejarla tirada. No debería ser tan ilusa, porque ahora no estaba sola, debía pensar en su hijo.

“Entiendo lo que dices y quizás tengas razón. Pero Joel, yo no necesito que estés para mí”. Dijo ella: “Porque jamás volveremos a ser lo que éramos antes. Voy a regresar al departamento y puedes quedarte en una de las habitaciones mientras te recuperas, solo hasta allí. Espero que no pases los límites”.

Joel asintió, se sentía muy satisfecho porque estaba seguro que Xavier no sería ya una piedra en el camino. Mientras él no estuviera, quizás todas sus esperanzas no estaban perdidas. Pensó satisfecho con una medida sonrisa que la joven no vio porque estaba pendiente de conducir.

“Nuestro hijo es lo único que debe ser importante para nosotros”. Declaró Joel, y sus palabras fueron bien recibidas por Tamara. Porque por su hijo, es que ella estaba allí apoyándolo, porque no soportaría que el padre de su bebé se s$icidara cuando ella pudo hacer algo para evitarlo.

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