Mamá correcta, papá equivocado -
Capítulo 15
Capítulo 15:
Ella se quedó sin palabras ante su respuesta, no podía creer que, de todas las personas en el mundo, su vecino de asiento fuera precisamente al hombre en quien, a pesar de su oposición, no había dejado de pensar y de quién estaba tratando de huir.
Se sintió nerviosa porque la atracción que sentía hacia él era innegable, no era tonta. Era un hombre demasiado tentador y tan atractivo con la apariencia de un dios griego.
Tomó asiento mientras le respondía.
“No, no hay ningún problema”. Dijo tratando de sonar indiferente: “Pero tengo la impresión que me estás siguiendo”.
Ante su acusación, él soltó una ronca carcajada que la dejó por un momento hipnotizada, le produjo una revolución en su interior.
“De haber alguien aquí qué este siguiendo al otro, creo que eres tú, porque yo llegué primero… no me digas que estás arrepentida de haber huido de manera abrupta de mí y ahora quieras continuar en donde lo dejamos”. Expresó Xavier con una sonrisa que provocó que ella percibiera aleteos de mariposas en su estómago.
“Lamento decirte que no te estoy siguiendo y que, por mi parte, esto solo se trata de una simple casualidad, ¿Y tú? ¿Por qué estás viajando a Fl%rencia?”.
“Por trabajo, tengo una reunión importante allí”. Respondió él mientras ajustaba su cinturón de seguridad: “¿Y tú? ¿De vacaciones?”.
Ella asintió sin entrar en detalles. No quería que supiera que estaba tratando de escapar no solo de su vida anterior, sino también de él… al menos no aún.
Por un momento quedaron en silencio, ella era consciente de la cercanía del hombre y del efecto que provocaba en ella.
Saltó en su asiento como si le hubiera caído una gota de líquido caliente cuando sintió el roce de la mano del hombre en su brazo, y no pudo evitar que una especie de corriente eléctrica le recorriera.
Xavier se dio cuenta y sonrió, aunque no quiso decirle nada.
El vuelo despegó y pronto estaban volando sobre las magníficas vistas de It$lia. Ante el silencio, Xavier decidió romper el hielo.
“¿Quieres tomar algo? ¿Un vaso de agua, jugo, refresco o un trago de whisky?”.
“No gracias, sí más tarde me provoca se lo pido a alguno de los auxiliares de vuelo”. Declaró con seriedad.
“¿Siempre eres así?”. Interrogó sin dejar de observarla, con esa mirada que parecía desnudarla y provocaba sensaciones que hasta ahora habían sido desconocidas para ella.
“¿Cómo soy?”.
“Arisca y hasta grosera conmigo, que solo te estoy cortejando… pareces un puerco espín”.
“Muchas gracias por el halago”. Respondió sarcásticamente: “Quizás no quiera ser halagada”.
“¿Por qué eres una mujer casada?”. Soltó y el rostro de ella palideció confirmando las sospechas de Xavier: “No me respondas nada, no es necesario porque tu expresión lo confirma, aunque creo que el Señor Castelli no te hace bien, porque no te ves feliz… yo puedo hacerte feliz”.
Tamara por un momento quiso decirle que estaba equivocado, que su esposo no era un Castelli, pero lo pensó mejor y decidió no aclararle nada. Así que solo se acomodó en su asiento, tratando de ignorar la presencia del hombre a su lado.
Pero al parecer Xavier no parecía dispuesto a dejarla en paz.
“¿Te importa si seguimos hablando?”. Dijo él, apoyando su mano en el reposabrazos del asiento.
Ella suspiró con impotencia.
“No creo que tengamos algún tema común de conversación, somos dos extraños”. Declaró no queriendo sentirse atraída por él.
De repente, Xavier se inclinó hacia ella y le susurró al oído, haciendo que su piel se erizara.
“Eres una mentirosa, te sientes afectada por mí, mucho más de lo que quisieras admitir. Tu boca está seca, tus palpitaciones están aceleradas y…”. Llevó su mano al pequeño hueco en su pecho donde era visible el pequeño salto producido por sus latidos.
Ella dio un respingo ante su contacto, pese a ello Xavier no se detuvo y continuó hablando.
“Una leve capa de sudor está cubriendo tu cuerpo y un cosquilleo recorre cada centímetro de tu piel ¿Y sabes por qué?”. Ella se quedó en silencio con los ojos abiertos de par en par: “Porque te gustaría continuar donde lo dejamos anoche”.
Expresó en un tono seductor.
Ella intentó ignorarlo, pero su expresión cambió cuando el avión empezó a experimentar algunas turbulencias.
Sin pensarlo un solo segundo, Tamara se aferró al brazo de Xavier, asustada por el movimiento brusco del avión.
Él la confortó con suavidad, acariciando su brazo al mismo tiempo que le hablaba en un tono tranquilizador.
“Tranquila, no pasará nada grave. Claro, a menos que tú me partas el brazo, lo cual ocurrirá si sigues apretándomelo con tanta intensidad”. Expresó con un toque de humor.
Tamara se sintió avergonzada y retiró el brazo como si quemara.
“Lo siento, es que me asusté demasiado”.
Ella lo miró a los ojos y sintió como se perdía en ellos, allí fue cuando cayó en cuenta de que le atraía y por esa razón necesitaba estar lejos de él.
La tensión era palpable entre ellos y ambos sentían la electricidad en el aire, aunque Tamara no quisiera demostrarlo.
El resto del trayecto lo hicieron en silencio hasta que aterrizaron en la ciudad del arte, la cual parecía estar impregnada de un sentimiento especial.
Tamara bajó del avión sintiendo un cosquilleo en el estómago y Xavier la siguió de cerca. No podía evitar sentirse atraído por ella, su piel suave al tacto, su aroma dulce y la forma en que se aferraba a él durante las turbulencias, provocaron un profundo deseo en él.
Salieron del avión, caminaron juntos hacia la salida; pero de pronto ella caminó de prisa, alejándose de su lado, detuvo un taxi y se subió corriendo.
Xavier se quedó parado en el aeropuerto, observando cómo el taxi se alejaba con Tamara adentro.
No se sorprendió por la repentina partida de ella, sabía que le huiría, pero aún no estaba dispuesto a renunciar a la caza. Esa mujer sería suya, costara lo que costara, pensó.
Se dirigió al auto que lo esperaba.
“Llévame a Cavalcanti Modas”. Ordenó.
Estaba ansioso por conocer a Lorenzo Castelli y descubrir su vínculo con Tamara.
Tamara paró el taxi frente a su casa. Cuando llegó salió corriendo, estaba ansiosa por ver a su familia.
Entró a su casa y la recibió el silencio, pero corrió a la cocina y allí vio a su madre.
“¡Mamá!”. Exclamó y la mujer se giró hacia ella.
“¡Tamara, hija!”. Exclamó la mujer emocionada corriendo también hacia ella: “No puedo creer que estés aquí”.
Tamara abrazó a su madre con fuerza, sintiendo las lágrimas en sus ojos. Tenía años que no la veía, aunque conversaban por teléfono, no había ido a visitarla.
“Lo siento por no avisar que venía. Todo fue muy repentino”. Dijo Tamara, entre sollozos.
“No te preocupes, lo importante es que estás aquí. ¿Cómo estás, hija?”.
Tamara suspiró y se separó un poco de su madre.
“Estoy bien, mamá. Solo necesitaba un descanso de todo lo que está pasando en mi vida y recargar baterías con ustedes”.
Su madre la miró con preocupación.
“¿Pasa algo malo, Tamara? ¿Necesitas ayuda? ¿Viniste sola?”. Interrogó.
Tamara se quedó en silencio, solo la volvió a abrazarla, tratando de ocultar su angustia.
“Vine sola… necesitaba un cambio de escenario… decidí darme un tiempo con Joel, las cosas no están bien”.
Su madre la abrazó de nuevo y Tamara se dejó llevar por la calidez de su abrazo. Se sentía reconfortada al estar con ella, pero sabía que tenía que seguir adelante con su decisión.
“Mamá”. Dijo ahogándose en sus lágrimas, ya no podía con el peso en su pecho, necesitaba compartir esa carga: “Tenías razón… y yo estaba equivocada”.
“¿En qué tenía razón?”. Preguntó, aunque tenía la sospecha de que se trataba, no quiso adelantarse.
Tamara tomó su cartera, sacó un estuche de donde extrajo una toalla húmeda y se comenzó a quitar el maquillaje, dejando ver el moretón en su mejilla mientras las lágrimas rodaban desde sus ojos.
“Lo siento mamá”. Pronunció con apenas un hilo de voz.
.
.
.
Si encuentras algún error (contenido no estándar, redirecciones de anuncios, enlaces rotos, etc.), por favor avísanos para que podamos solucionarlo lo antes posible.
Reportar