Mamá correcta, papá equivocado -
Capítulo 12
Capítulo 12:
Tamara vio a Joel salir con su maleta mientras él la miraba con una expresión de tristeza. Sin embargo, a diferencia de lo que pensó, ella no sentía nada.
Lo vio salir para alejarse de su vida y sintió alivio. Parecía mentira, pero es como si un peso se le hubiera quitado de encima.
Se dejó caer en el sofá, pareciéndole mentira de que se hubiera ido. Tomó el teléfono y llamó a Freya, su amiga lo atendió al primer repique y las primeras palabras que pronunció fueron.
“¡Se fue!”.
Freya estaba adormilada y tardó un poco en procesar las palabras de Tamara. Con los ojos abiertos de par en par, se levantó de la cama como si hubiese sido impulsada por un resorte y se sentó en el borde sosteniendo el teléfono cerca de su oído porque le pareció increíble lo que escucho.
“¿Quién se fue? ¿Joel?”. Preguntó con curiosidad.
“Si, Joel se ha ido”. Respondió Tamara con un suspiro de alivio.
“¿Es en serio? ¡No puedo creerlo! Cuando te vi irte con él de manera sumisa, prohibiéndote que te contactaras conmigo… perdí toda esperanza, creí que no podía salvarte de esa relación tan tóxica ¿Cómo lo hiciste?”.
“Bueno, no estamos separados del todo, llegamos a un acuerdo, pero fue tan extraño que accediera”.
Le contó lo que había sucedido. Desde el bofetón que le había dado cuando llegaron de la fiesta, hasta el grotesco momento cuando terminó poseyéndola sin su consentimiento, luego le conto todo lo que pensó durante la madrugada, su decisión y al final como reaccionó el hombre cuando supo que se iba.
“Es increíble”. Pronunció Freya sin poder creerlo.
“Me suplicó que lo perdonara, que le diera una nueva oportunidad por nuestro hijo, que el estrés de sus negocios lo habían tenido en esa situación y por eso se comportó de esa manera”.
“¡Eso es mentira! Espero que no le hayas creído ¡Es una bestia descarada! No me sorprende que tenga amantes por doquier”. Expresó Freya con malestar.
“No lo creo, él es muy correcto, moralista… nunca he sabido de un solo desliz. De hecho, siempre crítica a los hombres con amantes… creo que en verdad allí estás exagerando un poco”.
“No sé cómo puedes seguir confiando en él. Los hombres moralistas, los que no le gusta que sus mujeres muestren ni siquiera una pierna, son los más corruptos doble cara”.
“Él no es así Freya”. Fueron las palabras de Tamara, mientras Freya agradecía que no pudiera tener la capacidad de meterse por dentro del teléfono y salirle al otro lado. Porque si pudiera, no dudaría en darle un par de cachetadas para ver si se reiniciaba.
“No, seguro, Joel es incapaz de hacer eso, yo soy una mala amiga”. Pronunció con sarcasmo, emitiendo un suspiro de frustración.
“No digas eso”. Protestó Tamara: “Nunca te ha gustado… pero no importa, déjame seguir contándote todo. Termine llegando a un acuerdo, él me dará unas semanas para pensar; él me dijo que sí, que me va a demostrar que es un buen hombre y que nuestro matrimonio será digno de los Castelli… le dije que seguiría siendo tu amiga y que me iría a Fl%rencia con mis padres… dependiendo de lo que ocurra en ese tiempo decido si volver o no con él”.
“¡Estás loca! Ya se fue, bajo ninguna circunstancia puedes permitirle que regrese a tu lado. Piensa, eres una mujer inteligente ¿Qué te hace pensar que va a cambiar en unas semanas cuando no lo ha hecho en cinco años?”.
“No lo sé… quizás el hecho de que cuando nos enamoramos, era aún príncipe azul…”.
“¡Por favor! ¿Y acaso crees que un hombre te va a enamorar con las palabras o tratándote mal? Mira Tamara, no quiero que vayas a decir que guardo algún resentimiento en contra de ese hombre, pero siempre he sospechado que cuando te dice que se va de viaje, seguro es para verse con alguien ¿Alguna vez lo has visitado a su oficina? ¿Has ido a su sitio de trabajo? ¿Has ido a ese apartamento que tiene en el centro de la ciudad?».
“Eso no quiere decir nada, mi padre y mis tíos tenían apartamentos aparte de las casas donde vivían con sus esposas”.
“Pero sus esposas iban a esos sitios ¿Alguna vez has ido? ¿Le has pedido los números de los teléfonos de los hoteles donde se hospeda?”.
“No quiero ser fastidiosa, ni atosigarlo, que me llame intensa”.
“Voy a decirte algo. Te juro que, si no fueras mi amiga y te quisiera tanto, me alejaría de ti porque a veces me da miedo que lo imbécil se pueda pegar”.
“¡Freya!”. Protestó Tamara.
“No, escúchame bien… sí decides volver con él después que has logrado liberarte, cometerás el peor error de tu vida y te juro que te dejaré sola… además, piensa que el mar está lleno de peces grandes y guapos como Xavier Sebastini”. Dijo Freya conteniendo una risita.
“¡No Freya! ¿Crees que ese hombre va a fijarse en mí? No lo creo, es demasiado hermoso, parece un actor de cine… nunca pensé que diría esto, pero es más lindo que mi padre, y yo pensaba que él es el hombre más bello que he conocido… nunca creí que eso era posible. Es extraño, se ve tan imponente para ser un gerente de hotel”. Pronunció la chica con inocencia y Freya contuvo la risa.
“Sí, es verdad, ¿Y sabes que empezó limpiando los pasillos del hotel?”. Refrenó la risa, porque quizás por primera vez estaba siendo mala con su amiga.
Pero no le diría que ese hombre era el p%to amo del sector hotelero y que era descendiente de dos de las familias más poderosas del mundo.
Aunque no lo hacía por maldad, sino porque su amiga decía que, a excepción de su familia, los hombres de mucho dinero eran creídos, narcisistas y abusivos… irónicamente Joel no era de dinero, pero vaya que si tenía esos defectos el desgraciado.
“Me alegra por él, es admirable. Pero yo no soy libre Freya… soy una mujer casada y mientras esté en esa situación no puedo andar viendo hombres”. Dijo con seriedad.
“Divórciate. Lástima que ese hombre no tuvo ojos sino para ti, aunque me conformo con que el hombre guapo sea el nuevo marido de mi mejor amiga”.
“Definitivamente, eres terrible”. De pronto, el timbre de la puerta de su departamento sonó y ella interrumpió la conversación: “Espera, te llamo luego, están tocando la puerta”.
“No se te olvide mirar por la mirilla antes de abrir la puerta”.
“Está bien, lo haré”. Se despidió y vio por la mirilla a un mensajero con un arreglo floral.
No pudo evitar esbozar una sonrisa pensando que era Joel quien se las había enviado… aunque él nunca le había regalado flores durante esos cinco años, esa sería la primera vez que recibiría un arreglo por parte de alguien que no fuera de su familia.
Al pensar en eso, abrió la puerta contenta.
“¿Señorita Tamara Castelli?”. Preguntó el mensajero con amabilidad.
“Si, soy yo”.
“Por favor, firme aquí”. Ella abrió la puerta, firmó el recibo y tomó el ramo.
Luego cerró la puerta y lo llevó a la mesa de la sala, cuando revisó la tarjeta solo estaban escritas unas pocas palabras.
[No dejo de pensar en ti] XSEF.
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