Madre correcta, padre equivocado -
Capítulo 41
Capítulo 41:
Tamara se quedó mirando su teléfono, tratando de procesar la información que su amiga acababa de darle.
Sabía que Freya no solía alarmarse sin ninguna razón, y cuando lo hacía, tenía que ser algo importante para llamarla actuando de esa manera. Se escuchaba muy angustiada, a punto del colapso y eso no era fácil que le sucediera, porque ella era la mujer más dura, fuerte y de sangre fría que conocía.
“¿Qué habrá visto Freya para que se pudiera de esta manera?”. Se preguntó, ahora sintiendo no solo curiosidad, sino una profunda ansiedad.
Fue así, como a pesar de su cansancio, decidió hacerle caso a su amiga y se apresuró a arreglarse. En menos de diez minutos estuvo lista y decidió llamar a un taxi, era lo más conveniente dadas las circunstancias, porque si era algo que podía impactarla, seguramente después no iba a poder conducir y no quería dejar su auto botado.
Bajó al vestíbulo del edificio y esperó ansiosa, mientras tanto revisaba la dirección que le había enviado Freya por GPS. Después de aproximadamente diez minutos de espera, los cuales le parecieron eterno, llegó por fin el auto que había pedido.
Apenas se subió, el hombre la saludó con amabilidad y le preguntó hacia dónde se dirigía.
“Lléveme a esta dirección”. Le dijo pasándole el teléfono.
El hombre lo tomó y marcó las indicaciones en el GPS del auto, luego le regresó el teléfono a Tamara, quien no podía contener su nerviosismo.
“Muchas gracias”. Respondió ella con un hilo de voz.
Ni siquiera escuchó la respuesta del chofer porque justo en ese momento repicó su teléfono, cuando vio el nombre de su padre por un segundo no supo qué hacer.
¿Será buena idea que le diga hacia dónde voy? Pensó, pero al final decidió que no era buena idea.
Apenas atendió la llamada, el tono alegre y cariñoso de su padre se escuchó al otro lado de la línea.
“Mi princesa ¿Cómo has estado? ¿Hiciste lo que me dijiste qué harías?”. Preguntó haciendo clara alusión a que Joel saliera de su apartamento.
“Si padre, hace unas horas. Sorpresivamente las cosas fueron mejor de lo que esperábamos, Joel se fue sin ningún tipo de drama, lo cual si te soy sincera me sorprendió muchísimo”.
“Eso me alegra, quería llamarte para ver si estabas bien”. Por el tono de voz de su padre ella se dio cuenta de que había algo más.
“Papá, dime con confianza ¿Qué quieres preguntarme?”. Interrogó.
“¿Viste los vídeos?”. Inquirió su padre en voz baja, como si le quisiera ahorrar la tristeza.
“Si los vi, y no te preocupes, eso no me partió el corazón”. Mintió: “Más bien me sirvió para darme cuenta de que Xavier Sebastini no es el hombre para mí… así que no tienes que mortificarte”.
Hablaron un par de minutos más y luego se despidieron, al final no quiso contarle nada de lo que estaba pasando. Justo en ese momento llegó a la zona residencial que su amiga le había indicado.
Frunció el ceño al ver el lugar, mientras se preguntaba que quería mostrarle Freya en ese sitio. Era un sector exclusivo, lo que indicaba que las personas que vivían allí tenían buenos ingresos económicos.
¿Será que Freya piensa comprarse algo aquí? Pensó la mujer aún en su ingenuidad.
Caminó hacia el sitio donde le indicaron. Era un conjunto de edificios lujosos, algunos con jardines que lucían espectaculares, era un lugar de ensueño. Se estaba preguntando dónde estaría Freya y cuando giró la vista la vio esperándola en frente de uno de los edificios, específicamente el tres.
Cuando su amiga la vio llegar, camino los pasos que la separaban y la tomo del brazo para llevarla adentro, pero sin darle ninguna explicación.
“¿Qué pasa amiga? ¿Para qué me has traído aquí? ¿Te vas a comprar algo en este sitio? Si es así me parece espectacular, lo apruebo”.
A pesar de que ella no dejaba de parlotear, su amiga permanecía en silencio. Fue entonces cuando dirigió la vista hacia Freya, estaba tan pálida que parecía que le habían sacado toda la sangre del cuerpo o como si hubiera visto algo que le hubiera dejado conmocionada.
Eso sí hizo que Tamara se pusiera nerviosa, no porque temiera que le sucediera algo, ella confiaba en su amiga, sino que su actitud era muy extraña y nunca la había visto de esa manera.
No pudo soportar la ansiedad y le habló.
“Freya por Dios mujer, me estás poniendo nerviosa con tu actitud ¿Acaso quieres que me dé un infarto?”
“Claro que no”. Por fin le habló con una voz apenas audible: “Pero es que te juro que es algo difícil de digerir”.
“¿Qué sucede?”. Preguntó Tamara, asustada: “¿Qué has visto?”.
Freya miró a Tamara con una expresión sombría.
“Tienes que ser fuerte, debes estar preparada. Acabo de ver entrar a tu exesposo con alguien allí”.
“¡¡¿Qué?!!”. Dijo Tamara, con una expresión de confusión.
“Ahora no hay tiempo para hablar”. Dijo Freya: “Quiero que lo veas por ti mismo. Ven conmigo”.
Freya se dirigió al interior del edificio y caminaron en silencio hasta llegar a la puerta. Tamara se preguntó si les sería permitido entrar, pero al parecer Freya ya había cuadrado todo con el vigilante, porque le abrió la puerta enseguida y hasta colocó el código en el ascensor para que subieran.
Ascendieron en completo silencio. Tamara todavía estaba intentando comprender lo que estaba sucediendo, porque cada vez estaba más confundida.
¿Por qué le sorprendía tanto que Joel estuviera con alguien más? Total, ya ellos no somos nada. Pensó internamente porque seguro que si lo decía en voz alta. Freya se molestaría con ella si la escuchara. A decir verdad, si su ex tuviera otra mujer ella se sentiría aliviada, porque de esa manera la dejaría en paz.
Aunque claro, resultaría hipócrita de parte del hombre haber estado en su apartamento unas horas antes pidiéndole una oportunidad cuando estaba con otra persona, a menos que la hubiese buscado en ese momento… pero claro, nadie se conseguía una relación de la noche a la mañana sin antes haberse conocido y coqueteado previamente.
Sintió una punzada en su cabeza, le estaba empezando a doler de tanto pensar.
Cuando llegaron al piso indicado, Freya se caminó sigilosamente por el pasillo hasta llegar a la puerta del apartamento que le habían indicado.
“No hay tiempo que perder”. Le susurró: “Debes estar preparada para lo peor”.
Dicho eso, sacó una llave y la abrió. Tamara no pudo evitar sorprenderse y de pronto se frenó, no sabía si quería entrar, no quería que la acusaran de estar abriendo puerta e invadir la privacidad de un desconocido. Pero al parecer Freya supo su intención y no la dejó rendirse.
“No te detengas ahora, debes seguir por favor”: Dijo Freya en voz baja.
Tamara por fin entró, sintiendo de pronto su cuerpo paralizarse por un repentino miedo, su corazón latió deprisa.
Entraron al interior del apartamento, y lo primero que vio fue ropa de hombre regada por todos lados.
Frunció el ceño con sorpresa al ver eso allí, escuchó voces acompañadas de risas y carcajadas, seguidamente un calor intenso se apoderó de ella cuando al asomarse en la puerta de la habitación entreabierta… vio a su exmarido con otro hombre. Tamara se paralizó en el lugar, no podía creer lo que estaba viendo, le costaba aceptar esa imagen tan desconsoladora.
Joel estaba besando a un hombre en su cuello, teniéndolo en cuatro patas, mientras entraba y salía de su cuerpo.
No podía creer lo que estaba viendo, nunca ni en sus más locos sueños imaginó la orientación se%ual de su esposo. Su rostro se paralizó y tuvo la impresión de que el mundo se había detenido. Freya, por su parte, cerró la puerta de la habitación con cuidado para que no las vieran y se acercó a Tamara antes que le diera algo.
“Lo siento mucho, Tamara, sé que esto es doloroso para ti, no sabía cómo decírtelo, pero tenías que saberlo”. Le dijo mientras los ojos de Tamara se llenaban de lágrimas.
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