Madre correcta, padre equivocado -
Capítulo 23
Capítulo 23:
Joel miró a Lorenzo mientras lo veía acercarse de manera peligrosa, y tragó saliva al notar la seriedad de su tono.
“¿Rendir cuentas… por qué?”. Preguntó Joel tratando de evadir el tema.
Lorenzo se acercó a él, mientras que Isabella se tapaba el rostro con la mano para no ver lo que iba a pasar, porque conociendo a su esposo, tendrían que recoger a Joel con pala.
“Ya sabes por qué, eres un ser despreciable que se mereces el peor de los castigos. Te atreviste a golpear a mi hija, y yo estaría mal si te dejara pasar esa afrenta”. Afirmó Lorenzo con tono autoritario.
Joel miró al padre de Tamara y entonces se dio cuenta de que estaba hablando en serio. sintió miedo porque no quería ser blanco de su ira, trató de disculparse para evitar su furia.
“Lo siento señor, no sé qué me pasó, yo no estaba en mis cinco sentidos. Había tomado, pero pregúntele a Tamara, yo jamás le había levantado la mano antes, por favor no…”. Sus palabras se ahogaron cuando el padre de Tamara le colocó la mano en el cuello y comenzó a impactar en su rostro. Golpe tras golpe, por más que intento disculpase y de justificarse, fue en vano. Lorenzo no se detuvo, estaba por completo cegado.
Dejó salir su rabia a través de sus puños, golpeando una y otra vez la cara de Joel como si fuese un saco de boxeo.
La cara de Joel se teñía de rojo y su nariz no dejaban de sangrar, sus cejas se amorataron. Pero nada detenía a Lorenzo, no había pausas, no esperaba que Joel se defendiera, no había manera de ser equitativo, porque su ventaja sobre el hombre era evidente.
La mano de Lorenzo estaba herida y teñida de sangre. La cara de Joel se volvió de un rojo intenso, le salía sangre por la comisura de los labios, la cual le salpicó hasta manchar su ropa.
Isabella y sus hijos nunca habían visto a Lorenzo fuera de sí, ella está sorprendida. Sin embargo, no intentó detenerlo, porque si fuera por ella se le hubiera unido a darle golpes, es lo menos que se merecía ese hombre.
Pero fue Tamara quien al final salió de su horror y decidió ponerle punto final a la pelea. Corriendo, tomo a su padre del brazo, consiguiendo detener su furia.
“Por favor papá ¡Detente!”. Pidió Tamara mientras trataba de contener las lágrimas de ver la situación en la que habían terminado.
Por un momento Lorenzo miró los ojos de su hija y se dio cuenta de lo que había hecho, vio la preocupación y el miedo en su rostro. Por fin dejó caer al hombre en el suelo como una figura inanimada semiinconsciente, para después girarse y abrazar a Tamara.
“Siento mucho, que tuvieras que presenciar todo esto, pero no lo podía dejar pasar, no después que sé cómo te trató, te golpeó”. Sollozó sintiendo que no la había protegido lo suficiente.
“Tú no tienes la culpa, papá, el problema no has sido tú, sino yo”. Le dijo ella abrazándolo y aferrándose a él como una niña.
Pero si Joel pensó que con los golpes seria perdonado y podría quedarse con los Castelli, tuvo un error de cálculo, porque luego de verlo golpeando, Isabella se quedó observándolo con desprecio y les dio una orden a sus hijos.
“Llamen a los de seguridad y que lo tiren a la calle”. Pronunció con firmeza.
“No te preocupes mamá, que Junior y yo nos encargaremos personalmente de lanzarlo a la calle”. Dijo Flavio, en ese mismo momento cada uno de ellos lo tomó por un brazo y lo arrastraron hasta llevarlo afuera de la verja donde lo lanzaron sin ninguna contemplación.
El hombre caminó arrastrándose hasta que pudo tomar un taxi, mientras el odio y el deseo de venganza llenaban su corazón.
“Juro que me las van a pagar todos los Castelli, sobre todo Tamara y ese Sebastini”. Declaró apretando los puños a un lado de su cuerpo por completo enfurecido.
Xavier salió de allí con un sabor agridulce en su boca, no podía creer que su oportunidad con ella se hubiera escurrido como agua entre sus manos.
Así que terminó tomando un taxi y yéndose a un bar.
No era hombre de hacer esto, ni siquiera cuando la innombrable lo engañó lo había hecho. Pero en ese momento se sentía tan afectado que la única forma de pasar ese trago amargo era tomando hasta quedar inconsciente.
Llegó a un bar, ni siquiera se fijó si era un bueno o mal lugar, solo quería tomar y adormecerse, porque sentía que la expresión de decepción en el rostro de esa mujer lo perseguía.
Entró y pidió una botella de Whisky, pero como no había, pidió una de Amaretto que en una mesa vecina. Luego se sentó a tomar vaso tras vaso.
“¡Maldita mujer! ¿Cómo diablos cree que voy air diciéndole a todo el mundo de quien soy hijo? Y ni siquiera me dejó explicarle”. Expresaba en voz alta: “¿Acaso tengo que darle mi árbol genealógico a todo el que conozca?”.
Siguió tomando, mientras sentía que se iba adormeciendo, luego de un rato, llamó a su madre.
“¿Qué pasa Xavier? ¿Te ocurrió algo?”. Preguntó Gálata preocupada.
“Me han roto el corazón”.
“¿Cómo así? ¿Te hirieron, te golpearon?”. Interrogó esta vez más asustada.
“Me lo volvieron papilla mamá, solo porque no le dije que era hijo de mi papá y tuyo ¿Tú has visto?”. Cuando Gálata lo escuchó hablar así, respiró aliviada.
“¿Qué le hiciste?”.
“Ah bueno ¿Por qué tengo que ser yo que le hizo algo?”. Pronunció en tono enredado: “¿Vas a defenderla?”.
“Bueno, quizás si me cuentas todo el contexto te pueda aconsejar y defender”. Dijo la mujer en tono divertido, porque sabía que su hijo solo le contaba sus problemas cuando estaba ebrio, lo cual no era muy común en él.
“Cómo te gusta el chisme Gálata Ferreri, te cuento que estoy borracho, no loco… te llamaba para pedirte un consejo ¿Cómo se conquista a una chica de allá del otro lado del charco?”.
“¿Cómo así? ¿Es mex!cana?”. Interrogó con curiosidad.
“No, es de más allá, de Suramérica”.
“A todas las latinoamericanas les encantan los mariachis, mis hermanos se los llevaban a sus esposas. Mi tío Luca a mi tía Valeria, y hasta mi papá a mi mamá, eso creo que se lleva en la sangre, porque a mí me encanta que tu papá me los traiga, pero cuéntame ¿Qué pasó?”. Preguntó curiosa.
“No tengo tiempo de chismear, tengo unos mariachis que encontrar. Adiós”.
Al terminar la llamada con su madre, le marcó a Lorenzo y este le atendió la llamada.
“Señor Castelli, no me vaya a cortar, yo no le mentí con intención. No puedo ir mostrando mi árbol genealógico a todo el mundo ¿Lo entiende? ¿Verdad?”.
“Si te entiendo Xavier, más de lo que piensas ¿Y qué quieres hacer?”.
“Que no me eche a su seguridad y me deje llevarle una sorpresa”. Pidió Xavier y del otro lado de la línea le hablaron en voz baja.
“Yo les digo en la entrada, pero nos ha hablado conmigo. No sé nada, ni soy tu cómplice, espero que por tu culpa Isabella no termine mandándome a dormir en el sofá, porque allí pierdes punto conmigo ¿Y qué le vas a traer?”.
“Una serenata, fue idea de mi mamá y ella sabe mucho de esas cosas, ella también tiene sangre latinoamericana”. Dijo de manera atropellada.
“¡Válgame Dios! Espero que logres tu objetivo y ya sabes, para todos los efectos, esta conversación entre nosotros nunca se dio”.
Justo en ese momento entró Isabella donde estaba.
“¿Qué pasa? ¿Estás ocultando algo?”. Interrogó sin dejar de observarlo.
“No, nada, absolutamente nada”. Dijo saliendo del baño, mientras su mujer lo seguía mirándolo con sospecha.
“Lorenzo Castelli, te conozco y sé que me estás ocultando algo, habla ahora o dormirás en el sofá”. Amenazó su esposa, cruzándose de brazos y esperando su respuesta.
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