Madre correcta, padre equivocado -
Capítulo 20
Capítulo 20:
Xavier se quedó en silencio por un momento, procesando la información que le habían dado, se sentía emboscado. su problema es que era demasiado desconfiando, quizás era por el estatus de su familia, la gente siempre se acercaba a ellos por interés, por quienes eran.
Se apretó la nariz con impotencia, porque realmente no sabía cómo reaccionar, hasta que segundos después por fin respondió.
“¿Por qué despacho las telas exonerando el pago? ¿Cuál es la trampa en todo esto, Señor Castelli? Lo siento, pero soy desconfiado y me cuesta creer que la gente haga algo sin razón aparente ¿Por qué quiere obsequiarle a un simple gerente de hotel una cantidad de telas de valor considerable, para dárselos a una de las familias más pudientes del mundo?”.
“No hay trampa Xavier, quizás fue un acto impulsivo de mi parte, sin embargo, me pregunto ¿Por qué un simple gerente de hotel piensa que mi familia y yo podemos tener un interés en particular?”. Suspiró profundo y agregó: “Paga las telas si tanta desconfianza te produce… y si cambié de opinión fue porque pensé que el blanco de tu interés era mi esposa y el hecho de que no fuera ella, si no mi hija me hizo sentir aliviado”.
“¿Y por qué me apoya en mis intenciones de acercarme a su hija, siendo que también es una mujer casada? Eso se contradice un tanto con la imagen que aparenta”. Declaró Xavier seriamente.
“Te aseguro que no es apariencia, es la realidad… hay situaciones que no debo contárselas a un extraño, y creo que, aunque no lo seas, le corresponde decirlas a Tamara si así lo desea… no voy a ventilar la vida privada de mi hija. Sin embargo, cuando la creías mi esposa viniste a retarme y hablaste de que le harías brillar los ojos ¿Acaso cambiaste de opinión?”. Interrogó sin dejar de verlo.
“No lo he hecho, Tamara me interesa, aunque sea una mujer demasiado arisca y desconfiada, casi ni me permite acercarme ¡Me huye!”.
“Entonces dele motivo para confiar. Xavier, si su interés por Tamara es sincero, lo invito a cenar a mi casa… si la quiere para jugar con ella entonces no se presente, pero piénselo bien porque puede estar jugando con su futuro. Le enviaré mi dirección a su teléfono por sí decide que es de su interés”.
“Dicen que el hombre propone, pero Dios dispone”. Respondió Xavier con firmeza: “Pasare por administración y pagare las telas, gracias por reconsiderar su decisión”.
Finalmente extendió la mano y Lorenzo se la tomó. Luego se giró y se la dio a Isabel, no sin antes agregar.
“¿Sabe? Sus ojos brillan como lo hacen los de mi madre, eso significa que su esposo si la hace feliz”. Pronunció con esa voz ronca que llamaba la atención de cualquier mujer que lo oye.
Se despidió con una leve inclinación de cabeza y salió de allí. Luego realizó los pagos y salió de las empresas Castelli, mientras no dejaba de pensar en la propuesta del padre de Tamara.
Ponto llegó a su hotel y se sirvió un trago mientras se sentaba en el sofá de la sala.
“¿Cómo diablos se sabe cuándo uno quiere a una mujer para algo serio?”. Se preguntó, tomándose todo el contenido del vaso de un solo trago.
Mientras Xavier se perdía en sus pensamientos, su mente se llenó de imágenes de Tamara. Recordó su sonrisa cautivadora, sus ojos color azul como el mar, incluso recordó el sonido de su risa y la expresión de su boca cuando estaba nerviosa. Sabía que había algo especial en ella que hacía que su corazón latiera más fuerte cada vez que la veía.
Tomó otro trago de su whisky mientras se preguntaba si realmente estaba listo para una relación seria. Había tenido muchas mujeres en su vida, una incluso lo había marcado. Pensó tratando de mantener a esa en el olvido. Pero ninguna había logrado hacer que se sintiera así… y eso que aún no tenían intimidad.
Desde el primer día que la vio, supo que ella era diferente a cualquier otra mujer que había conocido antes. Suspiró sintiéndose impotente por tener que tomar una decisión sobre la invitación a la cena.
En ese momento, decidió que necesitaba hablar con alguien, alguien que entendiera lo que estaba sintiendo. Escogió a su padre, le marcó y este le atendió enseguida.
“Xavi, hijo, ¿Pasó algo?”. Preguntó, apenas contestó la llamada.
“Todo está bien, o eso creo ¿Mi madre está bien?”.
“Perfecta, cada día más hermosa que nunca, todavía me trae loco”.
“Creo que estoy entendiendo esa sensación”. Dijo Xavier mientras un suspiro salió de sus labios: “¿Cómo supiste que mi mamá era la indicada? ¿Cómo se sabe eso?”.
“Ay hijo, ¿Acaso te olvidaste que yo debí perderla para saber que era la mujer de mi vida? Mi gran problema fue darla por segura. Pensaba que ella siempre estaría allí para mí, pero cuando ya no estuvo, cuando no la veía y deseaba verla, besarla, tocarla, casi enloquecí… sin embargo, puedo decirte que la mujer indicada, no permite que otra ocupe tus pensamientos, porque solo hay espacio para ella… ¿Acaso la conozco?”.
“No creo, se mueven en un ambiente distinto al nuestro, pero me imagino que mi tía Alondra si debe conocerlos, porque ella está en el mundo de la moda. Pero por lo que vi, sus padres están económicamente acomodados, aunque no sé si groseramente como los Ferreri o como los Sebastini, pero si tienen lo suyo. No necesitan quitarles a los otros, tampoco son gente ambiciosa ni hambrientas, hasta su padre quería donarles a las empresas Sebastini la tela que queríamos para las cortinas de las habitaciones del nuevo hotel”.
“Ya veo que te deslumbró tu futuro suegro”.
“Es que cuando te cuente lo ocurrido hasta tú terminarás sintiendo respeto por él sin conocerlo, pienso que es increíble como los hombres de mi familia”. Expresó para continuar contándole con lujos de detalle a su padre todo lo ocurrido y este no pudo evitar una carcajada.
“Menos mal que el hombre es racional y que no tenía un arma en su escritorio, porque mínimo te ganas un balazo por bocón. Hijo, después de conocer todo lo que has contado, creo que deberías ir a esa cena, quizás esa muchacha sea la mujer de tu vida”.
Se despidieron, se terminó el trago y se fue a duchar, porque tal vez era el momento de darle una oportunidad a Tamara y ver a dónde los llevaría cualquier cosa que empezara.
Así que iba a aceptar la invitación de Lorenzo Castelli y cenar en su casa. Quería demostrarle a Tamara que era alguien en quien podía confiar y que estaba dispuesto a tomarla en serio.
No quería perder la oportunidad de tener una relación con ella, pero sabía que tendría que ser paciente y construir una base sólida antes de poder avanzar más.
Emocionado al salir del baño y se vistió, como no podía irse en el carro con el chofer que tenía preparado allí, decidió irse en un taxi.
Cuando se subió al taxi, sintió por primera vez temor, tenía la sensación que el corazón se le iba a salir de su pecho, estaba tan emocionado y ansioso como si fuera un adolescente.
“¡Por Dios Xavier! ¿Qué diablos te pasa? ¡Contrólate! Solo vas a ir a una cena con una mujer y sus padres”. Se reprendió, obligándose a calmarse.
El chofer del taxi lo escuchó y sonrió.
“¿Sabe? Eso mismo me ocurrió a mi cuando salí por primera vez con la mujer de mi vida, la misma con la que ahora llevo más de veinticinco de casados. Aún lo recuerdo como si fuera ayer, fue la mejor decisión de mi vida”. Dijo el hombre con un suspiro de añoranza.
Xavier se quedó en silencio, pensando en si Tamara sería para él la mujer de su vida.
Cuando llegó a la casa de los Castelli, tocó el timbre y espero.
Luego de unos segundos, se abrió la puerta y Tamara abrió los ojos de par en par al verlo.
“¡¡¿Tú?! ¿Qué haces en la casa de mis padres?”. Preguntó sorprendida.
Antes de que Xavier pudiera responder, lo hizo Lorenzo que llegó detrás de su hija.
“Hija, Xavier ha venido a cenar con nosotros, atendiendo una invitación de mi parte”. Luego dirigiéndose a él, se apartó a un lado y le hizo una seña para que pasara: “Pasa adelante ¡Bienvenido al hogar de los Castelli Martínez!”.
.
.
.
Si encuentras algún error (contenido no estándar, redirecciones de anuncios, enlaces rotos, etc.), por favor avísanos para que podamos solucionarlo lo antes posible.
Reportar