Capítulo 76:

El sábado, Allison llegó a la mansión Lloyd, dispuesta a comenzar su nueva labor como tutora. Mientras observaba su entorno, bromeó con Kellan: «Qué magnífica casa tiene, señor Lloyd. Sinceramente, cualquier mayordomo podría haberme enseñado la casa. Sólo soy una tutora, no hace falta que me ponga la alfombra roja».

«Para un tutor corriente, tal vez», replicó Kellan, haciendo una pausa antes de continuar. «Pero tú no eres nada corriente. Además, Lorna es tímida con los extraños. Mi presencia la ayudará a sentirse más a gusto».

Lorna Lloyd, la princesita de la familia Lloyd, tenía su cuarto de esculturas justo al lado del dormitorio de Kellan. La disposición de la habitación decía mucho del tiempo que Lorna dedicaba a su oficio. La ventana se abría a un jardín repleto de rosas, donde un columpio se mecía suavemente con la brisa. Cada detalle reflejaba un meticuloso proceso de reflexión. En cuanto Allison empujó la puerta, vio a una niña pequeña con un moño en el pelo, agachada en un rincón, trabajando diligentemente en un molde entre una serie de herramientas de escultura.

Lorna estaba tan absorta en su tarea que ni siquiera se dio cuenta de que la puerta chirriaba al abrirse.

«¿Está tu sobrina en el espectro?» preguntó Allison con suavidad.

«No», respondió Kellan, con una expresión momentáneamente sombría. «Lorna es hija de mi hermano menor. Él falleció, lo que le causó un trauma psicológico. Los médicos le diagnosticaron autismo reactivo».

Ante la mención de la muerte de su hermano, un destello de ira apareció en el rostro de Kellan, rápidamente enmascarado por una calma estoica. El cambio fue breve, pero Allison lo notó.

«Lo entiendo», dijo Allison pensativa.

Allison sabía que el hermano de Kellan había sido un prodigio de los negocios, víctima trágica de la mafia en Leswington. Fue un capítulo desgarrador en la historia de su familia.

Los niños como Lorna, que habían desarrollado autismo como consecuencia de un trauma, solían ser más sensibles que los que nacían con esa afección. Allison se dio cuenta de que debía actuar con cautela. No podía permitirse activar ninguna de las barreras emocionales de Lorna, o sus esfuerzos pedagógicos podrían resultar contraproducentes.

«Sólo tendrás que venir los sábados y domingos. Te pagaré ocho mil al mes», dijo Kellan, aparentemente deseoso de evitar pensar en la muerte de su hermano. Giró distraídamente el anillo de rubí que llevaba en el dedo e hizo un gesto hacia la habitación. «Por favor, señorita Clarke».

«¿Ocho mil por sólo ocho días al mes? Señor Lloyd, desde luego no escatima», bromeó Allison, aunque el sueldo no era lo que más le preocupaba.

Kellan, sin embargo, la miró con seriedad. «Usted fue profesor del señor Welsh, e incluso sus lecciones de escultura no tienen precio. Sin duda te mereces esta tarifa».

A diferencia de Colton, que a menudo dudaba de ella, Kellan, aunque cauteloso y escéptico, confiaba rápidamente una vez que reconocía la valía de alguien. No sólo tenía fe en la capacidad de Allison para enseñar a Lorna, sino que también la tenía en alta estima, como se reflejaba en su generosa paga.

«No te preocupes, le enseñaré bien», respondió Allison con un movimiento de cabeza, mientras su mirada se desviaba hacia la silenciosa chica del rincón. Se acercó lentamente a Lorna, agachándose a su lado y observando en silencio la pieza de cerámica en las pequeñas manos de Lorna.

Cuando Allison sintió que Lorna se sentía cómoda con su presencia, buscó un utensilio de alfarería cercano, cogió un trocito de arcilla y empezó a trabajar en él.

Kellan las observaba en silencio desde su silla de ruedas. La luz del sol entraba a raudales en la habitación, trayendo consigo la tenue fragancia de las rosas en flor del jardín. El ambiente era tranquilo, llenando el espacio de una sensación de paz que facilitaba la relajación.

Kellan no había puesto sus miras demasiado altas. Simplemente quería que Lorna conectara con los demás, que se tomara su tiempo y que se sintiera menos indecisa con la gente.

Pero Allison ya estaba superando sus expectativas.

.

.

.

Consejo: Puedes usar las teclas de flecha izquierda y derecha del teclado para navegar entre capítulos.Toca el centro de la pantalla para mostrar las opciones de lectura.

Si encuentras algún error (contenido no estándar, redirecciones de anuncios, enlaces rotos, etc.), por favor avísanos para que podamos solucionarlo lo antes posible.

Reportar