Capítulo 469:

Kellan apenas reaccionó, dejando escapar una leve risita mientras seguía revolviendo documentos.

«Qué curioso», contestó sin levantar la vista, “después de años ignorándome, ¿de repente ahora le importo a la familia?”.

Sus palabras golpearon a Carole más fuerte de lo que esperaba, dejándola momentáneamente en silencio.

La noche anterior, ella le había enviado un mensaje de texto con una invitación forzada a cenar con su familia. Pero Kellan no se había molestado en responder, y mucho menos en aparecer. No podía culparlo, pero como la empresa de su familia necesitaba desesperadamente su apoyo, no le quedaba más remedio que intentar acercarse a él, aunque siguiera tan indiferente como siempre.

Carole forzó una sonrisa y se armó de valor.

«Es porque me importas», dijo en voz baja, como si esas palabras pudieran tener algún peso después de todo este tiempo. Con un suspiro rápido y calculado, sacó una carpeta delgada de su bolso y la colocó en el escritorio frente a él. «En realidad he venido a hablar de unos asuntos».

Kellan seguía sin mostrar interés, pero Carole continuó.

Se movió alrededor del escritorio y deslizó la carpeta directamente bajo su mirada. «¿Podrías echarle un vistazo y ver si esta propuesta tiene algún mérito?».

Al inclinarse hacia delante, un mechón de pelo se deslizó artísticamente detrás de su oreja, revelando deliberadamente su esbelto cuello.

«Mi padre quiere que adquiera experiencia y yo estoy dispuesta a ayudarle. Pero como acabo de volver del extranjero, aún no tengo una idea clara de las cosas. Por eso necesito que me guíes».

Un tenue perfume floral se esparció a su paso, deliberado, discreto, pero ligeramente invasivo. Hizo que Kellan girara la cabeza y frunciera el ceño, claramente disgustado.

Pero Carole permaneció aparentemente ajena, concentrada en su discurso.

«Nuestra empresa Greenfield espera asociarse con la empresa Charisma para un próximo evento», explicó con suavidad. «Si la colaboración sale bien, podría abrir las puertas a una asociación a largo plazo».

Después de esbozar su plan, lo miró expectante, buscando alguna señal de interés.

«Entonces, ¿qué te parece?».

No pudo evitar detenerse, observando la expresión endurecida de su rostro, que antes le resultaba familiar y que recordaba bien. Parecía fascinada por el cambio.

Pero esa fascinación se transformó rápidamente en arrepentimiento.

Hacía tiempo que lamentaba el día en que aceptó romper su compromiso cuando Kellan quedó inválido. Por aquel entonces, era el hombre que su familia había desechado.

¿Y ahora? Se había recuperado por completo y era una figura imponente en el mundo de los negocios de Ontdale, un éxito meteórico con el que otros sólo podían soñar. Y aquí estaba ella, atrapada en una espiral descendente. Con Greenfield al borde de una crisis financiera, no tenía elección. Kellan era su última esperanza.

Finalmente, Kellan soltó un suspiro, con voz fría y mesurada. «Te ayudaré».

Las palabras llegaron como un salvavidas lanzado en aguas tormentosas. Carole parpadeó, sorprendida, pero rápidamente sus labios se curvaron en una sonrisa. «Gracias, Kellan. Sabía que te preocupabas por mí».

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