Los Secretos de la Esposa Abandonada -
Capítulo 465
Capítulo 465:
Justo en ese momento, oyeron voces que se acercaban por el pasillo.
Allison frunció el ceño, miró rápidamente a su alrededor y tiró de Kellan para que se metiera en la caseta junto a ellos.
«Calla. Calla», susurró, llevándose un dedo a los labios.
Su voz apenas era un murmullo.
En aquel espacio tan reducido, estaban incómodamente cerca, pero tuvo que soportarlo. Después de todo, lo último que quería era convertirse en cotilla de la oficina.
Pensar en los titulares de mañana era suficiente: CEO y empleada en el baño.
En el reducido espacio, estaban casi hombro con hombro. Pero cuando Kellan se inclinó hacia ella, su pecho le rozó la espalda, irradiando una intensidad inquebrantable que le aceleró el pulso.
«Señorita Clarke, ¿está realmente convencida de que sólo somos compañeros?». Su voz grave era apenas un suspiro en su oído, que le provocó un escalofrío. El calor que irradiaba era abrumador, como si fuera una fuerza de la naturaleza que apenas podía contenerse.
«¿O sientes algo más por un ‘compañero’?».
Kellan cerró los ojos, luchando contra el impulso de besarla. Su cuerpo se inclinó instintivamente más cerca, su mente se arremolinaba con un solo pensamiento.
Bésala. Sólo besarla.
Quizá nunca había sido el olor que ella desprendía lo que lo atrajo. Tal vez, desde el principio, había sido ella -su presencia- lo que lo había atrapado, llevándolo a la obsesión. Un deseo tan profundo que rozaba lo peligroso.
Allison no podía verle la cara, pero sentía el calor subir mientras su corazón latía desbocado contra su pecho.
Golpe. Golpe. Golpe.
Sus latidos parecían resonar en sincronía, la energía espesa en el aire. La tensión recorrió la piel de Allison, sus nervios tensos como una cuerda de arco. Sabía que esto estaba mal, fuera de lugar.
Sin pensárselo dos veces, echó el codo hacia atrás, pillándole desprevenido. «Kellan, lo estás haciendo a propósito».
El golpe conectó, pero él ni se inmutó. Su nuez de Adán se balanceó mientras tragaba saliva, como si se deleitara con la breve punzada de dolor. Un ruido sordo resonó débilmente en el baño.
Entonces, una voz desde el exterior gritó: «Hola, ¿hay alguien ahí?».
«Soy yo, Allison».
Su tono era firme, sin revelar nada. Pero en ese momento, las manos de Kellan estaban firmes alrededor de su cintura, fijándola en su lugar.
Dos compañeras de trabajo, al oírla, se relajaron con suspiros de alivio. «Oh, es la señorita Clarke. Se ha perdido algo. He oído que la prometida del Sr. Lloyd le ha traído el almuerzo ella misma».
«Sí, se dice que se van a casar pronto. ¡Se están rompiendo muchos corazones en la empresa! Quiero decir, con un partido como ese fuera del mercado.»
«No creo que sea tan guapa como la Srta. Clarke, sinceramente.»
«Bueno, los cotilleos no son asunto nuestro. Volvamos al trabajo».
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