Capítulo 416:

«¡Esto… esto es de verdad!», respiró, todavía con cara de haber sido salpicada con agua fría.

Se adentró más en la habitación, su asombro palpable mientras sus ojos se abrían de par en par en señal de reverencia. Allison no era sólo una hacker habilidosa; era la leyenda. «¡Jefe, usted es como… mi héroe!»

Por primera vez en su vida, los ojos de Amya brillaron con genuina admiración.

Todo lo que había en la sala -los teclados, las pantallas holográficas flotantes, los elegantes instrumentos cuyos nombres ni siquiera conocía- parecía llamarla, invitarla a entrar en este mundo de élite.

«Espera, jefe… ¿significa esto que… conoces al fundador del Mundo de los Hackers?».

El pensamiento la golpeó, dejándola sin palabras. Si Allison tenía el poder de traerla aquí, a este reino oculto, entonces seguramente…

«¿Qué más?» La voz de Allison era fría, casi distante, mientras seguía caminando sin volverse. «Yo no miento a los niños».

A Amya se le hinchó el corazón. Aquella simple confirmación, aquellas palabras, la golpearon con tal fuerza que casi le hicieron llorar. No sólo estaba conociendo a un hacker; estaba en presencia de una leyenda, alguien que había dado forma al tejido mismo del Mundo de los Hackers.

«Dios mío… es verdad», susurró mientras se tapaba la boca con la mano.

¿Quién iba a pensar que viviría para ver este momento? ¿Que podría formar parte de la reconstrucción del Mundo del Hacker desde cero?

«Te llevaré a registrar tu iris más tarde», dijo Allison, centrada ahora en una consola cercana. «Una vez hecho esto, tendrás acceso total para entrar y salir».

Se agachó y activó un dispositivo con un movimiento suave. Una enorme pantalla cobró vida e inundó la sala con líneas de código en cascada, como si las propias máquinas le dieran la bienvenida.

Amya se quedó mirando la pantalla, hipnotizada. Después de un momento, vaciló y preguntó en voz baja: «Jefe… ¿no teme que pueda… desvelar el secreto?».

No se trataba de un secreto cualquiera; era el tipo de conocimiento que podría incendiar el mundo. Habría gente, gente peligrosa, que no se detendría ante nada para controlarlo.

Allison ni siquiera levantó la vista de la pantalla mientras sus dedos volaban sobre el teclado. «No hay miedo. Porque confío en ti».

Sólo después de pulsar la tecla Intro, giró la cabeza y miró a Amya a los ojos. «Además, aunque lo contaras, nadie te creería».

La habitación se quedó inmóvil. Amya no encontraba las palabras.

El zumbido de los ordenadores llenaba el silencio, la electricidad latía en la habitación a un ritmo constante.

«Jefe, no traicionaré esa confianza», prometió Amya, con voz más firme y determinación.

Por primera vez, alguien había creído en ella, le había dado una verdadera responsabilidad.

Su pasado, lleno de lucha y abandono, nunca la había preparado para algo así. Si Allison no hubiera aparecido en su puerta aquel fatídico día, Amya habría seguido viviendo entre los olvidados, con su vida desperdiciada en un montón de basura.

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