Los Secretos de la Esposa Abandonada -
Capítulo 411
Capítulo 411:
Allison ladeó ligeramente la cabeza, enarcando una ceja. «No lo dices en serio, ¿verdad? Recuerda que acordamos fingir que éramos pareja. Todo no es más que una actuación. No te enamores de mí o las cosas se complicarán».
Sus dedos recorrieron su frente, rozaron sus ojos y finalmente se posaron en el pequeño lunar rojo de su garganta.
«Y créeme, no soy alguien con quien quieras meterte». Su sonrisa era fría, un agudo recordatorio de su peligroso filo.
Si quisiera, con un movimiento de muñeca podría romperle el cuello en un instante. Pero Kellan no se inmutó.
Le soltó la mano lentamente.
«Eres muy peligrosa, pero yo tampoco soy ajeno al peligro».
Sus miradas se cruzaron una vez más, y un entendimiento tácito pasó entre ellos. Ninguno de los dos se dejaba intimidar fácilmente; ambos conocían los riesgos que corrían. Lo más sensato habría sido alejarse el uno del otro.
Pero en un instante, a pesar de que acababan de separarse, volvieron a encontrarse y sus labios se fundieron en un beso ardiente.
La temperatura de la habitación se disparó y el aire se volvió cada vez más intenso.
Cuando sus bocas se encontraron, sus lenguas se enredaron. Sentía como si un incendio forestal se hubiera encendido en su interior, consumiendo todo a su paso y dejándola sin escapatoria. La fuerza de su conexión era innegable.
Los brazos de Kellan se deslizaron por debajo de ella, levantándola sin esfuerzo sobre la cama. Se inclinó hacia ella y sus labios volvieron a reclamar los suyos con un hambre profunda y posesiva.
La luz de las velas parpadeaba salvajemente junto a ellos, ardiendo más deprisa, como si estuviera sincronizada con la pasión creciente en la habitación.
Allison respiraba entrecortadamente entre beso y beso, como si se estuviera ahogando y su boca le robara el oxígeno.
Le rodeaba el cuello con los dedos, aferrándose a él. Su ropa estaba torcida, dejando al descubierto las suaves curvas de su cuerpo. El aliento de Kellan recorría los contornos de su piel, centímetro a centímetro, un lento ardor de anticipación que crecía a medida que sus manos y sus labios se aventuraban más abajo, deslizándose por debajo del dobladillo de su falda.
Las piernas de Allison estaban aprisionadas entre los brazos de Kellan, con el cuerpo tenso por la tensión y cada respiración ardiendo como el fuego.
«Ahí no… ¡Espera!», jadeó.
Los preliminares eran tortuosos, como el lento goteo de la lluvia golpeando la ventana, intensificándose a cada momento.
Sus nudillos se blanquearon mientras luchaba contra el impulso de agarrarlo. Sabía que sus heridas recién vendadas eran demasiado vulnerables para arriesgarse a reabrirlas.
Kellan la besó ferozmente, con hambre en cada caricia, como si quisiera consumirla por completo.
«No lo creo», murmuró entre besos.
Involuntariamente, los dedos de ella le agarraron el pelo.
Incluso con los ojos cerrados, podía sentir el recorrido de sus labios, suaves y resbaladizos, como un asedio implacable que poco a poco superaba sus defensas.
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