Los Secretos de la Esposa Abandonada -
Capítulo 396
Capítulo 396:
«Naturalmente. El primer puesto fue para esa joven. Deberías hablar con ella a ver si está dispuesta a venderlo».
Estaba genuinamente preocupado por Kellan, sabiendo que el comportamiento de su amigo podía ser… intimidante.
Kellan no era exactamente del tipo que tranquiliza a la gente.
«Intenta ser un poco amable para variar», sugirió Ferdinand. «Ofrece un buen trato, pero prepárate. Parece decidida. Casi como si…»
«También se preocupa mucho», terminó Kellan, con un tono cargado de significado.
Aunque no podía estar completamente seguro, Kellan tenía una fuerte corazonada sobre quién podría ser aquella mujer.
En cuanto a las reliquias de su madre…
Kellan había pasado años buscándolas, así que ¿cómo habían aparecido aquí, precisamente aquí, como premio para un campeón de carreras?
Cuando su madre murió, él era sólo un niño, y muchas de sus pertenencias habían desaparecido misteriosamente, arrastradas por las manos de su aparentemente «amable» madrastra.
En el fondo, Kellan siempre había albergado dudas, convencido de que alguien tan inteligente y bondadosa como su madre no podía haber tenido simplemente un final prematuro. Esa idea lo atormentaba constantemente.
Reprimiendo las emociones que amenazaban con surgir, apretó la mandíbula y dijo con tranquila determinación: «Iré a hablar con ella».
Mientras tanto, Allison caminaba por el callejón. Después de ganar el campeonato, mucha gente quería su información de contacto, pero ella los eludía hábilmente. Estaba a punto de llamar a Amya para comprobar sus progresos cuando una figura alta se interpuso en su camino.
«Señorita Sweety, nos volvemos a encontrar», dijo una voz grave y suave.
Allison levantó la vista y vio a un hombre apoyado despreocupadamente contra la pared. Vestido con un elegante mono negro y una máscara plateada, desprendía una energía magnética difícil de ignorar.
Era Turbo, el misterioso piloto con el que acababa de competir. Ladeó ligeramente la cabeza y preguntó: «¿Qué quieres?».
El hombre, usando un cambiador de voz, respondió: «Tengo mucha curiosidad… ¿es la señorita Sweety alguien que ya conozco?».
Allison no pudo evitar reírse de su frase pasada de moda.
«Eso es un cliché».
La gente dejó de usar esa frase hace años.
Ambos, aún enmascarados y con voces alteradas, claramente no tenían intención de revelar sus verdaderas identidades. Bajo la luz de la luna, las máscaras plateadas y blancas que llevaban brillaban suavemente mientras se miraban.
Los ojos de Allison se posaron en él, en su postura fuerte y dominante. Su presencia era formidable, como una fuerza silenciosa y letal.
Cuando su mirada se dirigió a su rostro, se fijó en los afilados contornos de su mandíbula. Incluso tras la máscara, sus rasgos denotaban una belleza cincelada y robusta.
Su atención se desvió entonces hacia su garganta, donde una nuez de Adán ligeramente prominente estaba marcada por un pequeño lunar rojo apenas perceptible.
Un momento…
Allison, que se había sentido bastante relajada, frunció el ceño de repente.
¿Un lunar rojo?
Un recuerdo acudió a su mente.
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