Los Secretos de la Esposa Abandonada -
Capítulo 354
Capítulo 354:
Su frase murió en sus labios.
Cuando Allison levantó la vista demasiado de repente, Kellan acababa de soltarle el pelo, y sus labios se rozaron… brevemente, apenas un beso.
Sin embargo, en ese fugaz instante, ambos se congelaron.
El golpeteo de la lluvia contra la ventanilla amplificó el silencio en el coche. Sus respiraciones, los latidos de sus corazones, eran todo lo que llenaba el espacio entre ellos. Golpe, golpe, golpe…
Kellan no sabía si era su corazón o el de Allison.
Lo más sensato sería considerarlo un accidente y seguir adelante.
Pero la tensión entre ellos era palpable, densa en el aire, acercándolos como un hilo invisible. «¿Te… gustaría ver a mi gato hacer volteretas?» dijo Allison, rompiendo el silencio.
En el mundo de los adultos, algunas cosas no necesitaban decirse en voz alta.
Kellan podía oler el persistente rastro de alcohol en ella, y sus ojos oscuros buscaron los suyos, tratando de calibrar sus intenciones.
«Bueno… Señorita Clarke, ¿sabe siquiera quién soy?». La voz de Kellan contenía un rastro de duda. No quería aprovecharse de ella, no así.
Si ella lo confundía con otra persona, tal vez Gordon, no estaba seguro de cómo se sentiría, pero sabía que no querría ser un mero sustituto de otro hombre.
Allison parpadeó, confundida por su pregunta, aunque no insistió en ello.
El deseo ya había comenzado a arder lentamente en su interior, tal vez provocado por el alcohol o por el rítmico golpeteo de la lluvia contra el cristal.
Sus miradas se cruzaron una vez más y sus labios se entreabrieron ligeramente. «Kellan… si no te interesa, olvídalo», susurró.
La respuesta de él fue un beso sin palabras, feroz y exigente.
Todas las palabras no dichas desaparecieron bajo la marea de sensaciones. Las manos de Kellan recorrieron el dobladillo de su falda y, con un simple movimiento, el tirante de su vestido de noche negro se deslizó por su hombro.
La cabeza de Allison se inclinó hacia atrás, dejando al descubierto su largo cuello, mientras los labios de él encontraban la delicada piel, plantando suaves besos que se deslizaban hacia abajo.
Una de sus manos se apoyó en el hombro de él, mientras que la otra quedó atrapada en su firme agarre.
Por primera vez, los dos estaban completamente sobrios y, sin embargo, parecía que se acercaban a una hermosa destrucción.
No era un beso cualquiera. Desbordaba puro deseo, una promesa silenciosa de ruina mutua.
«Señorita Clarke, ¿cuánto hace que Gordon y usted se conocen?». La voz de Kellan estaba cargada de deseo, su tacto era eléctrico, cargado de fervor.
La aspereza de sus manos callosas contrastaba fuertemente con la suave piel de Allison mientras se inclinaban el uno hacia el otro, sus alientos mezclándose en el espacio caldeado.
Allison se sentó a horcajadas sobre él, tirando de su corbata, con voz ronca pero firme. «Se podría decir que sí. Conozco a Gordon desde hace mucho más tiempo que tú o Floyd».
De un tirón, le quitó la corbata y le rodeó el cuello con los brazos.
Sus palabras, casuales pero llenas de desafío, flotaron en el aire. «¿De qué se trata? ¿Está celoso, Sr. Lloyd?».
Su respuesta fue inmediata, su beso más profundo, más urgente. «No. Eso no me importa.
La abrazó con más fuerza y sus labios recorrieron su cuello, dejando calor a su paso mientras su figura se fundía en las sombras.
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