Los Secretos de la Esposa Abandonada -
Capítulo 325
Capítulo 325:
Melany se defendió instintivamente, diciendo: «¿Quién iba a decir entonces que eras Serpiente Escarlata?». Pero antes de que pudiera terminar, cayó en la cuenta… por supuesto. La reciente debacle en el Concurso de Perfumería había causado sensación. Una vez relegado a los rincones polvorientos de la memoria, todo el asunto revivió con nueva intensidad. Lo que se había olvidado durante mucho tiempo vuelve a salir a la luz.
Los murmullos de la multitud se arremolinaron a su alrededor como un reguero de pólvora, los dedos señalaron y las acusaciones susurradas picaron el aire. El rostro de Melany enrojeció, no de vergüenza, sino de ira latente. Apretó los dientes, obligándose a tragarse la furia creciente. Rápidamente, se giró y centró la atención en Allison, con una voz cargada de acusaciones.
«¿Cuarenta millones de dólares? Señorita Clarke, eso es un cuento chino. ¿Quién le dio esta tarjeta?»
A Melany no le importaba de quién era la tarjeta. La cuestión era simple. Allison no tenía forma de demostrar que el dinero le pertenecía. En la mente de Melany, era algo que le había dado un benefactor, un hombre que sin duda la había tomado bajo su protección.
Después de que sus palabras quedaran en el aire, la sala se sumió en un silencio incómodo. Los ojos se clavaron en la tarjeta que Allison tenía en la mano, y algunos se abrieron de par en par con curiosidad y sorpresa. Entre ellos, algunos pesos pesados de mirada aguda parecían visiblemente conmovidos. Los susurros se convirtieron en jadeos cuando el reconocimiento se extendió entre la multitud.
«No puede ser. ¿De verdad es una tarjeta Cobweb VIP?».
«¡Tienes que estar de broma! Sólo los muy forrados pueden conseguir una de esas, ¿verdad? Necesitas al menos quince millones en el banco, además de una identificación verificada».
«Sin duda es una tarjeta Cobweb. Es tan rara que ni siquiera se puede comprar con dinero».
La suficiencia de Melany vaciló. Un atisbo de duda asaltó su mente. ¿Habría oído mal?
Colton, que había estado observando el intercambio en silencio, no pudo evitar fruncir el ceño. Al principio, toda la situación le pareció ridícula.
«¿Allison? ¿Una Cobweb VIP? No me digas. Seguro que le ha robado la tarjeta a algún ricachón e intenta hacerla pasar por suya».
Cobweb era famoso por su exclusividad, e incluso para alguien como Colton, recibir una invitación era casi imposible. En su mente, no había ningún escenario en el que Allison pudiera poseer legítimamente algo tan elitista como una tarjeta VIP de Cobweb.
Pero entonces resurgió un recuerdo.
Justo antes de divorciarse, Allison le había conseguido una invitación a Cobweb. Sin embargo, tras la separación, se la arrebató antes de que pudiera usarla. Tampoco se había detenido ahí. Se había llevado todo lo que había tocado: los revestimientos de las paredes, las lámparas del techo e incluso las decoraciones hechas a mano por ella.
Era exasperante.
Colton se burló mientras la amargura del recuerdo lo arañaba.
«Yo tenía derecho a esa placa, para empezar. Allison sólo quería echarme sal en las heridas. Sea lo que sea esa tarjeta, probablemente se la haya sacado a algún idiota rico…».
Antes de que pudiera terminar su monólogo burlón, un hombre con gafas de la multitud, visiblemente irritado, lanzó a Colton una fulminante mirada de incredulidad. «Sr. Stevens, si no conoce la Tarjeta Platino de Cobweb, le convendría hacer los deberes».
El tono del hombre dejaba claro que pensaba que Colton era tonto de remate.
«¿Esta tarjeta? Está registrada con el nombre real del titular. Es única, imposible de falsificar, y sólo el titular puede usarla».
En otras palabras, un simple vistazo al nombre de la tarjeta lo aclararía todo.
Colton encontró la sugerencia risible. «Apostaría hasta mi último centavo a que el nombre de esa tarjeta no es el de Allison». Su confianza permanecía inquebrantable.
Era imposible que ella fuera un VIP de la Telaraña. Si fuera tan poderosa, ¿por qué habría pasado tres años atrapada en la familia Stevens?
Sin embargo, justo cuando terminaba de pensar, una inquietante sospecha se apoderó de él.
Si Allison había recibido la tarjeta de un pez gordo, ¿no implicaba eso que había estado involucrada con ese pez gordo mucho antes?
Al fin y al cabo, el pez gordo era un VIP de Telaraña.
Su expresión cambió, volviéndose melancólica al asimilar el pensamiento.
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