Los Secretos de la Esposa Abandonada -
Capítulo 243
Capítulo 243:
La voz de Kellan, grave y suave como el terciopelo, llevaba un trasfondo de algo seductor cuando sus ojos se detuvieron en Allison. Aunque su rostro permanecía tan tranquilo como el agua en calma, su mano se apretó inconscientemente.
Allison respondió con una sonrisa irónica. «Oh, le creo. Después de todo, Sr. Lloyd, usted ha señalado antes lo… valiosa que yo podría ser para su abuela y Lorna». Más allá de la superficie, Allison se había entretejido tan fuertemente en el tejido de la Compañía Carisma que cualquier escándalo que la involucrara ondularía a través de su valor.
Su comentario, aparentemente fuera de lugar, sirvió para recordarle -a ella más que a él- que debía mantenerse en guardia ante aquel hombre enigmático y peligrosamente impredecible.
Al fin y al cabo, su relación no era más que una alianza práctica. Sin embargo, a pesar de saberlo, no podía ignorar por completo la extraña forma en que se le aceleraba el pulso cada vez que él hablaba. Esto era extraño para ella. La gente como ellos, versados en el distanciamiento calculado, no se enredaban en emociones tras algo tan fugaz como una aventura de una noche.
Así que, tras una breve pausa, añadió rápidamente: «Dicho esto, debo darle las gracias, señor Lloyd, por aparecer hoy justo a tiempo».
«No ha sido nada», respondió Kellan, con los ojos oscuros como si estuviera reprimiendo pensamientos que no pertenecían al aire libre.
La brisa del atardecer, suave y refrescante, les rozaba la cara, mientras las tenues farolas proyectaban sus sombras largas y finas. Durante un breve instante, las sombras se estiraron y entrelazaron, como si imitaran la cercanía de unos amantes. La mirada de Kellan se desvió de aquellas sombras entrelazadas.
Comprendió que las palabras de Allison pretendían reforzar un límite entre ellos.
Mi abuelo sólo tuvo una relación pasajera con Keanu. Pero ahora que mi estado ya no es un secreto, es justo que le presente mis respetos. Además, en la familia Lloyd siempre estamos rodeados de lobos. Ampliar la red de contactos nunca está de más en un lugar como este».
El razonamiento de Kellan era sólido, sus palabras insinuaban las complejidades y los juegos de poder que acechaban en los círculos adinerados.
«Ya veo», respondió Allison, con una sonrisa forzada.
Caminando uno al lado del otro, se hizo un gran silencio entre ellos, un silencio que parecía casi reconfortante por su comprensión tácita. Allison seguía sosteniendo la caja de brocado entre las manos, con las emociones a flor de piel. Para alguien como ella, que era capaz de enfrentarse a casi cualquier cosa, sentirse cuidada era algo extraño, algo a lo que no estaba acostumbrada.
El Jade Rubí que contenía, elaborado con cuidado y cariño por un anciano, era algo más que un regalo: era un símbolo destinado a infundirle confianza.
Al notar su mirada en la caja, la voz de Kellan rompió el silencio. «Aunque Keanu y tú no estáis unidos por la sangre, el vínculo que compartís es probablemente más profundo de lo que la mayoría de las familias pueden afirmar».
«Realmente me trataba como a su propia nieta», admitió Allison, con la voz más suave mientras respiraba hondo y contemplaba el cielo nocturno, reluciente de estrellas. «Pero siempre supe que no pertenecía a la familia Stevens».
Un destello de satisfacción pasó por el rostro de Kellan. «A Keanu no le importaría. Sólo quiere ver felices a los que le importan, como tú».
Allison le devolvió la sonrisa. «Aunque alguien de tu familia tenga malas intenciones, sé que tu abuela y Lorna sólo desean tu felicidad y tu libertad».
Era cierto: Allison y Kellan eran muy parecidos. Llevaban su frialdad como una coraza, pero bajo ella yacía una feroz lealtad hacia los pocos que apreciaban.
Sus palabras sobre la libertad sacudieron la memoria de Kellan, que recordó la noche en que le había revelado su secreto más vulnerable en aquella habitación. Incluso la forma en que había entregado sus deseos a un maniquí de silicona parecía ser algo que Allison comprendía instintivamente. Ambos habían optado por fingir que después no había pasado nada entre ellos.
Aquella noche, Allison le había susurrado algo parecido, instándole a mantenerse fiel a sí mismo e ignorar las sofocantes expectativas de los demás.
Los ojos de Kellan se volvieron serios. «Tienes razón».
Cuando por fin llegaron al aparcamiento, el momento de separarse quedó en el aire. Pero inesperadamente, ambos hablaron a la vez.
«Este fin de semana…»
«I…»
Las palabras chocaron y Kellan esbozó una rara sonrisa de impotencia. «Las damas primero, señorita Clarke».
Allison se rió y la tensión se relajó. «Tengo algunos compromisos el próximo fin de semana, así que no podré venir a enseñar a Lorna. Pensé que debía avisarte con antelación».
«Menuda coincidencia», respondió Kellan con suavidad. «Yo mismo pensaba salir con Lorna el próximo fin de semana. De hecho, iba a sugerirte que te tomaras un descanso».
«Perfecto», dijo Allison, despidiéndose con la mano. «Entonces me saltaré el próximo fin de semana y te veré la semana siguiente».
No le dio mucha importancia. Rebecca la había inscrito recientemente en una competición, y necesitaba el tiempo libre para concentrarse.
Ahora que se había divorciado, Allison estaba decidida a recuperar su vida. Si sus días en la familia Stevens habían consistido en seguir las reglas, ahora buscaba la libertad de escribir las suyas propias.
«Nos vemos, señorita Clarke», respondió Kellan, observándola mientras arrancaba el coche y se marchaba.
Mucho después de que ella desapareciera de su vista, él se quedó allí, sumido en sus pensamientos, contemplando el incierto camino que se extendía ante ambos.
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