Los Secretos de la Esposa Abandonada -
Capítulo 242
Capítulo 242:
Colton y Melany se quedaron helados, con los ojos muy abiertos por la sorpresa. Keanu nunca había mencionado el jade.
«Esto es mío para darlo», se burló el anciano con frialdad, su voz aguda e inquebrantable. «¿Crees que puedes decirme qué hacer con mis propias posesiones? Me has desangrado y casi has llevado al Grupo Stevens a la ruina. No me importa cómo te las apañes a partir de ahora, pero se lo devolveré a Allison».
Abrió la caja y sostuvo la delicada pieza de jade para que todos la vieran, su mirada recorrió la habitación. «Me salvó la vida, pero todos la calumniáis como si no fuera nada. Está claro que, a vuestros ojos, mi vida no tiene mucho valor». Tras el fiasco de la celebración de cumpleaños de hoy, Keanu tuvo dolorosamente claro que su supuesta familia no era más que una manada de sanguijuelas desagradecidas.
Respirando hondo, estabilizó sus temblorosas manos y se volvió hacia Allison. «Te lo concedo, Allison. Has demostrado más honor que cualquiera de ellos. Lo único que lamento es estar decepcionado de cada uno de vosotros». Sus palabras cayeron como duros golpes, y a pesar de las miradas ansiosas que se intercambiaron por toda la sala, nadie se atrevió a hablar.
Sabían que no debían cuestionar las decisiones de Keanu. Una vez que se proponía algo, no había vuelta atrás.
Allison frunció el ceño, con voz suave pero firme. «Keanu, esto es demasiado valioso. No puedo aceptarlo». Habiendo crecido en un orfanato, rara vez había experimentado tales gestos de calidez familiar. La generosidad de Keanu, unida al significado del jade, la conmovió profundamente.
Aunque no carecía de riquezas materiales, la idea de que alguien la valorara lo suficiente como para ofrecerle un recuerdo tan preciado era abrumadora.
Pero Keanu se limitó a poner la caja firmemente en sus manos.
«Tómala. Sé de lo que eres capaz y, para mí, vales mucho más que este Rubí de Jade. Considéralo mi regalo para ti, por todo lo que has hecho por la familia Stevens estos años».
Una leve sonrisa se dibujó en sus labios. «Así, elijas a quien elijas en el futuro, siempre tendrás una posición propia».
Hacía tiempo que Keanu comprendía la dureza de la sociedad. Como mujer divorciada, Allison se enfrentaría al juicio y al desprecio de muchos. Este regalo era su forma de influir en ella: una declaración a todo el mundo de que, mientras él viviera, nadie se atrevería a maltratarla.
Antes de que Allison pudiera protestar más, Keanu miró bruscamente a su mayordomo. «¿Por qué sigues ahí de pie? Acompaña a Allison y al señor Lloyd fuera. Me gustaría ver quién tiene agallas para molestarlos».
Su tono era tenso, más una orden que una petición. El mayordomo asintió inmediatamente. «Sí, señor.»
Allison se despidió a duras penas cuando el mayordomo los condujo a ella y a Kellan al exterior.
«Señorita Clarke, señor Lloyd, es mejor que se vayan por ahora. Los acontecimientos de esta noche se han vuelto caóticos, y el Sr. Stevens no está de humor para que presencien más de este desorden».
Estaba claro que esta noche sería una noche tortuosa para la familia Stevens.
Una vez fuera, Allison y Kellan caminaron uno al lado del otro en silencio, con la fresca brisa del atardecer bañándolos. Pasaron junto a un parterre y el aroma de las flores nocturnas flotaba en el aire.
Por fin, Kellan rompió el silencio. «Señorita Clarke, no se preocupe. Keanu aún tiene influencia en la familia. Al darle ese jade, está haciendo una declaración: no dejará que algo tan preciado caiga en manos de los indignos.»
«Lo sé», respondió Allison en voz baja, con la mirada distante, como perdida en sus pensamientos. «Sólo siento que lo estoy defraudando. Cuando me casé con Colton, Keanu estaba tan feliz. Esperaba tener un bisnieto, alguien que llevara el apellido Stevens».
Pero sus caminos se habían separado hacía tiempo. Sus lazos con la familia Stevens se habían roto, y el Rubí de Jade parecía un regalo demasiado pesado.
La mirada de Kellan se suavizó al mirarla. «Créeme, Keanu no lo ve así. En todo caso, está cuidando de ti, no al revés».
Un mechón de pelo de Allison ondeó suelto al viento. Sin pensarlo, Kellan alargó la mano y se lo colocó suavemente detrás de la oreja. El movimiento fue rápido, casi instintivo, y retiró rápidamente la mano, con expresión serena.
«Lo siento, había una hoja», murmuró con indiferencia, aunque aún podía sentir la sedosidad del cabello de ella en las yemas de los dedos. Kellan se maldijo en silencio por perder el control con ella cada vez más a menudo.
Pero Allison parecía ajena a sus pensamientos mientras lo miraba con ojos escrutadores. «Señor Lloyd, ¿por qué accedió a esa… petición que Keanu le hizo antes?».
Kellan tragó saliva, con el rostro sereno a pesar de la repentina tensión. «Simplemente creo que es usted único». Su respuesta fue impecable.
Allison esbozó una leve sonrisa antes de inclinar ligeramente la cabeza, como si estuviera considerando algo.
«Una cosa más. Nunca he sabido que Sherman tuviera habilidades para la restauración de vídeos. Además, la familia Lloyd no suele relacionarse con la familia Stevens. Entonces, ¿por qué ha asistido hoy al banquete de cumpleaños?».
Por supuesto, vino por ella, pensó en silencio. Más que eso, le preocupaba que Colton y Melany, en su arrogancia y estupidez, pudieran suponer una amenaza directa para ella. Pero sabía que no debía expresar tales preocupaciones en voz alta. Allison era perfectamente capaz de manejarlos por su cuenta.
«En realidad, no tiene esa habilidad. Sólo me arriesgaba», respondió Kellan con suavidad. «Era obvio por las reacciones de Lindy y Melany que algo no iba bien».
Levantó la mirada, el reflejo de ella en sus ojos. «Y en cuanto al banquete de esta noche… si te dijera que he venido aquí por ti, ¿me creerías?».
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