La última luna -
Capítulo 14
Capítulo 14:
POV Ellie.
Era difícil. Aunque era agradable a la vista, había algo en él que no le gustaba. No era tan ostensiblemente egocéntrico como Strand, pero estaba ahí de igual manera.
“Corro veinticinco millas todas las mañanas”, anunció Strand, como si se presentara a un premio por carrera de obstáculos o alguna otra carrera larga.
“Si, lo hace. Todo antes del desayuno. Deberías ver lo rápido que es”, afirmó su madre, dándole una palmadita cariñosa en el brazo.
“Supongo que lo veremos en la carrera dentro de un par de días”, comentó Lance.
Ellie no podía verlo alrededor de su padre y algunos otros invitados, pero ahora reconocía su voz. Sonaba un poco como una burla, y Strand parecía estar irritado.
“¿Pensabas ir a correr por la mañana, Ulises? ¿Antes de que empiece el torneo?”, Ellie no quería discusiones en la mesa, así que cambió de tema.
“Sí. Supongo que salir a correr no hará que mi lanzamiento sea más débil”, respondió y ensartó un trozo de filete con el tenedor, pero esperó antes de llevárselo a la boca.
“Eso es lo que piensas. Te cansará”, dijo Clark desde cerca del extremo de la mesa.
“No voy a hacer nada antes de lanzar mañana”, anunció Strand.
“Ah, pero tenía una carta que quería que se entregara a mi manada en casa”, dijo alguien.
Era la primera vez que River hablaba en un rato y dijo el comentario con un tono burlón, era obvio que solo estaba bromeando con Strand, pero el otro Alfa parecía ofendido. Al parecer, no podía aceptar una broma.
Ellie se rió, pero se tapó la boca para no avergonzar a Strand. Atrapó los ojos de River.
“En serio… eso duele”, dijo Cane.
Ellie tomó su vaso y se tapó la boca con él, sin atreverse a dar un trago de verdad por miedo a atragantarse. Strand seguía sin saber cómo jugar a los pies.
“Avísame cuando quieras ir y te acompañaré”, una vez recompuesta, se volvió hacia Ulises.
“Eso sería estupendo. Gracias”, dijo él con una alegre sonrisa.
“Claro”, afirmó mirando a su alrededor para ver si alguien más podría aceptar la oferta, pero todos los demás parecían seguir la teoría de que correr te hacía más débil.
La conversación decayó un poco, así que Michael intervino con una de sus historias. Ellie ya había aprobado de antemano algunas historias que podía contar si la discusión no se desarrollaba como él quería. Tenía que asegurarse de que ninguna de ellas fuera embarazosa, aburrida o se prolongara demasiado.
Esta era sobre la vez que se cruzaron con un oso en un trote por el bosque, así que era apropiada y terminaba con su padre haciéndose el muerto y Ellie huyendo de él. Eso les hizo reír a todos, sobre todo cuando les dijo que ella solo tenía cuatro años cuando ocurrió.
A Ellie le resultaba fácil hablar con Ulises y se alegró de que fueran a correr juntos al día siguiente, pero sabía que no tenía sentimientos románticos por él.
Tuvo la impresión de que él tampoco sentía eso por ella, por alguna razón. En cualquier caso, sería bueno hacer un nuevo amigo. Ya que no importaba realmente con quién quería casarse, sería útil ser amiga de la persona que ganara. Así que, si resultaba ser Ulises, no sería tan malo.
Lo que sería malo sería que Strand o Blade ganaran. Ella ya sabía que no quería estar atada a ellos el resto de su vida. No, que ganase Ulises sería algo bueno. No podía pensar en otra persona con la que prefiriese pasar el resto de su vida.
Sus ojos bajaron por la mesa por su propia voluntad y se registraron en el rostro más apuesto de la sala durante un largo momento. Casi nadie…
“¿Esta es tu idea de una carrera?”, bromeó Ellie mientras paseaba junto a Ulises por el bosque al amanecer. El sol acababa de salir y era hermoso ver los colores del cielo reflejados en los brillantes colores de las hojas otoñales.
“No, no lo es. Si estuviera corriendo, tendría las rodillas dobladas, Ellie”, contestó Ulises.
Estaban caminando a un ritmo bastante rápido, pero definitivamente no estaban corriendo. Su comentario la hizo reír. Era agradable oírle decir su nombre de esa manera, como si fueran viejos amigos.
Aunque apreciaba a los amigos que tenía, sus ‘hermanitos’ eran un poco inmaduros a veces y ya lo único de lo que quería hablar Shelby era de Carl. Hablar con Ulises era refrescante, aunque sus pulmones no ardieran del todo por este entrenamiento en particular y ni siquiera sentía que necesitara estirarse cuando terminara.
“Entonces ¿Qué te hizo decidir venir a este loco torneo?”, preguntó Ellie mientras iniciaban una pendiente bastante pronunciada desde la que obtendrían una gran vista del valle donde se encontraba el pueblo si se giraban y miraban detrás de ellos.
“No estoy seguro… aparte de mis padres”, declaró Ulises, riéndose.
Ellie pudo entenderlo. Llegaron a la cima y ella le dio un golpecito en el brazo, indicándole que mirase. Desde allí arriba, podían ver la parte superior del edificio más grande asomando por encima de los árboles. Se veía hermoso en la bruma de la luz de la mañana.
“Tienes una aldea muy bonita”, dijo Ulises mientras se paraban y la admiraban por un momento.
“Gracias”, afirmó ella, asintiendo.
Sus ojos pasaron del tejado de su propia casa al edificio de su oficina, al centro de eventos, al centro de culto y a algunas de las otras casas. Era un lugar maravilloso para vivir y no podía imaginarse a sí misma viviendo en otro lugar. Pero, una vez casada, quizá tuviera que hacerlo. Ulises pareció leer su mente.
“Quizá tu Alfa quiera quedarse aquí”, sugirió mientras seguían bajando por el otro lado de la colina.
“Quizá”, comentó ella.
Pensar en el lugar donde podrían vivir le hizo pensar en los otros candidatos. Metió las manos en los bolsillos de su sudadera y pensó en cada uno de ellos.
Había algunos que le repugnaban absolutamente, un par de ellos le eran indiferentes, y aparte de Ulises, que era un gran tipo, solo había uno que despertaba su interés; River. Pero no iba a admitirlo en voz alta. No a ese casi desconocido. Ni siquiera a Shelby.
“Para que lo sepas, la mayoría de nosotros hicimos un pacto de que respetaríamos el resultado del torneo”, comunicó Ulises, pasando por encima de un tronco caído.
Eso hizo que sus oídos se agudizaran. Parecía un buen pacto
“Y acordamos ser leales entre nosotros, pase lo que pase. Por supuesto, eso significa ser leales a ti también. Así que… seremos una alianza unida después de esto”, añadió.
“Vaya. Eso suena muy bien. No tener que preocuparse por las amenazas potenciales de tantos de nuestros vecinos debería facilitar el trabajo de todos”, declaró Ellie.
Combatir con las manadas vecinas era algo que siempre había formado parte de su cultura. Demostrar el dominio, tomar tierras e incluso capturar y obligar a los miembros de otras manadas a servir en el pasado era la forma de hacerlo.
Aunque la mayoría de las manadas ya no se comportaban así, siempre existía la posibilidad de una pelea y Ellie prefería no tener que utilizar nunca a los guerreros que entrenaban constantemente en su gimnasio y otras instalaciones si podía evitarlo.
“Hubiéramos sido todos nosotros, pero Blade no estaba ahí. Sin embargo, hablaremos con él antes de empezar. Asegurarnos de que está de acuerdo”, dijo Ulises.
“Perfecto. Gracias, Ulises. Eres un tipo muy dulce”, dijo Ellie.
Se dieron la vuelta para dirigirse a su casa y así poder prepararse para el torneo.
“Soy un tipo dulce… pero no hay química entre nosotros, ¿Verdad?”, Ulises le sonrió.
“No creo que la haya. Lo cual es lamentable. Definitivamente eres material de marido, pero entonces, supongo que, en mi caso, no importa. Me voy a casar con el ganador del torneo, no con el tipo con el que mejor congenie”, ella suspiró.
“Eso también es lamentable”, afirmó.
Hay algunos tipos aquí que no te merecen en absoluto.
“Eso es agradable, Ulises. Gracias”, afirmó dándole una palmadita en el brazo.
“Solo deseo… no sé si este asunto de la maldición es cierto, pero si lo es, tenemos que encontrar una manera de romperla. Tiene que haber más mujeres como tú en el mundo, mujeres que serían excelentes Lunas”, dijo él.
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