Capítulo 990:

Ella lo apartó suavemente, afirmando: «Soy perfectamente capaz de mantenerme a mí y a mi hijo».

Marcus la miró fijamente, con expresión ilegible.

Melissa se quedó afónica al expresar sus dudas.

«Todo esto está ocurriendo demasiado deprisa, Marcus. Necesito tiempo para pensar».

Sensible a no ejercer demasiada presión sobre ella, sobre todo teniendo en cuenta que compartían un hijo y ella no podía escapar fácilmente de la situación, accedió amablemente y dijo: «De acuerdo, vendré a estar con Matthew cuando no tenga trabajo. ¿Te parece bien?»

Melissa asintió con la cabeza, mientras seguía dándole vueltas a la situación.

Se abstuvo de expresar su reticencia a una mayor intimidad con Marcus.

Marcus interpretó su interacción como un avance en su relación. Juguetón, le rodeó la cintura con los brazos, adoptando una actitud juguetona que recordaba a la de un niño mimado.

«Tengo un poco de hambre. ¿Hay algo para picar?»

«Hay albóndigas en la nevera. Puedo preparártelos».

ofreció Melissa.

Marcus intervino: «No hace falta. Yo me encargo».

Con suavidad, la levantó de nuevo en la cama, colocándola junto a Matthew.

Con una tierna mirada a los dos, se dirigió a la cocina. A pesar de la fría noche de invierno y de su falta de atuendo apropiado, Marcus no sintió ninguna incomodidad.

Se preparó un cuenco de albóndigas, saboreando cada bocado, y luego se fumó un cigarrillo antes de volver al dormitorio.

El espacio le resultaba estrecho y desconocido.

Naturalmente, no estaba acostumbrado a permanecer en un entorno tan humilde. Sin embargo, reconoció que a veces un hombre tenía que hacer sacrificios si quería perseguir a la mujer que amaba.

Se recostó en la cama y su mirada se posó en la caja de terciopelo que descansaba sobre la mesilla de noche.

Melissa rechazó el anillo, y su decisión resonó en el silencio de la habitación.

En la oscuridad de la noche, él le agarró suavemente la mano, preguntándole: «¿No es de tu agrado?».

Melissa le entendía demasiado bien; fingir sueño en su presencia era todo un reto.

Su susurro transmitió el peso de sus pensamientos.

«Es demasiado extravagante».

Marcus permaneció en silencio, optando por no decir nada más. Agotado por las horas de conducción y el gasto de energía anterior, pronto se quedó dormido. Cuando Marcus despertó, ya era temprano.

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