Capítulo 960:

Mirando su teléfono con incredulidad, Melissa sintió una oleada de frustración.

El cielo se había oscurecido considerablemente desde que llegó al lugar y el empleado del concesionario seguía expectante.

Consciente de que no podía permitirse montar un numerito mayor, Melissa sacó de mala gana la tarjeta del coche y pagó la factura.

La mirada del empleado se detuvo en ella, llena de suposiciones sobre su relación con Marcus. Para ellos, probablemente no era más que otra mujer mantenida por el acaudalado director general.

Sin embargo, era muy favorecida.

No era raro que un hombre gastara dinero en una mujer. Si él estaba dispuesto a darle su coche, sin embargo, debe significar que realmente le gustaba.

Otros compañeros lanzaron miradas anhelantes a Melissa, con los ojos llenos de expectación.

Sintiéndose acorralada, Melissa se deslizó en el asiento del conductor y condujo hacia el Grupo Fowler.

Mientras tanto, en el despacho de Marcus en el Grupo Fowler, éste trabajaba en silencio mientras Sylvia permanecía a su lado. «Sr. Fowler, tiene una cita para almorzar este mediodía».

«Cancélela. Tengo una cita para comer», anunció, dejando a Sylvia momentáneamente perpleja.

¿Una cita?

Sylvia, ajena a la situación, parpadeó pero se abstuvo de preguntar.

Marcus habló entonces con calma. «Melissa llegará pronto».

Cuando Marcus mencionó la inminente llegada de Melissa, Sylvia ató cabos.

La inesperada visita de Melissa indicaba su descontento con Marcus, y Sylvia no pudo evitar sentir simpatía por su colega. El hecho de que Melissa viniera ahora mismo significaba que estaba realmente cabreada con Marcus.

Pasaron diez minutos hasta que Melissa se detuvo frente al edificio del Grupo Fowler.

Al detenerse antes de salir del coche, se quedó mirando el colgante de cristal que colgaba del espejo retrovisor. Era la sutileza de Marcus para evocar recuerdos de su pasado de intentos compartidos.

Sin embargo, Melissa no podía evitar sentir que aquellos recuerdos eran ahora ecos lejanos, perdidos por el paso del tiempo.

Desde que regresó a Duefron, Marcus se había mostrado impredecible. En un momento se mostraba amable y afectuoso, y al siguiente, distante y distante.

Melissa ya no podía descifrar sus pensamientos o sentimientos.

Con un suspiro, Melissa cogió el teléfono y marcó el número de Marcus.

Su enérgica respuesta llegó a través de la línea. «¿Estás aquí? Ven directamente a mi despacho».

Echándose hacia atrás en su asiento, Melissa dudó antes de hablar.

Su voz era grave y tensa cuando preguntó: «Marcus, no quería hablar de esto por teléfono, pero necesito saber… Después de todos estos años, ¿sigues albergando sentimientos por mí o has llegado a despreciarme?».

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