Capítulo 959:

Con una actitud despreocupada, Marcus le recordó: «No te olvides de recogerlo. Es un coche muy bonito. Ah, y también le he instalado una sillita.

Puedes llevar a Matthew de paseo».

Melissa sintió que Marcus ejercía su influencia sobre ella, pero se negó a flaquear.

Con una sonrisa de acero, respondió: «Gracias por su consideración, señor Fowler. Cuidaré bien de su coche».

Marcus, satisfecho de sí mismo, estaba animado.

En un tono suave y persuasivo, Marcus intervino: «Todo lo que hago, Melissa, es por el bien de Matthew. No hay que darle demasiada importancia ni exagerarla. Evitemos malentendidos innecesarios».

Sus palabras destilaban insinceridad y una pizca de reproche.

Los labios de Melissa se curvaron en una mueca. «Tus lecciones no se olvidarán.

No me sobreestimaré», replicó antes de terminar la llamada bruscamente.

Decidida a recuperar el control, Melissa bajó las escaleras para coger las llaves del coche.

Al entrar en el vestíbulo del Grupo Waston, los murmullos se arremolinaron a su alrededor, insinuando los cotilleos que la rodeaban a ella y al director general del Grupo Fowler. Sin embargo, nadie se atrevió a acercarse a ella directamente.

Tras asegurarse la llave, Melissa se acercó al coche.

Sin embargo, al abrir la puerta, su enfado se convirtió en sorpresa.

El interior gris, antaño elegante, se había transformado en un chillón despliegue de rosa claro. Desde los asientos de cuero hasta la funda del volante, todo gritaba un enfermizo tono rosa.

Sólo la pequeña alfombra bajo el asiento seguía siendo blanca.

Como accesorio colgado del espejo retrovisor, había una zanahoria de cristal con una figurita de conejo mordisqueándola.

Contemplando aquel espectáculo absurdo, Melissa tuvo pensamientos amargos. Parecía una broma cruel.

Su ensoñación fue interrumpida por un sonriente empleado del concesionario, que le entregó una abultada factura. «Señorita Brown, aquí tiene la factura. El Sr. Fowler solicitó una revisión completa del interior del coche. El total asciende a 2,6 millones de dólares. ¿Cómo le gustaría liquidar el pago?»

¿2,6 millones de dólares?

¿Y ella tuvo que pagar la factura? ¿Por qué?

El corazón de Melissa se hundió. ¿Por qué tenía que cargar con aquel gasto?

Su resolución inicial se desmoronó cuando cogió el teléfono y llamó a Marcus con manos temblorosas. Después de todo, no tenía 2,6 millones de dólares en total.

Melissa se enfrentó a Marcus cada vez más enfadada.

Sin embargo, la respuesta de Marcus la sorprendió. En un tono calmado, casi tranquilizador, le dijo: «En la consola hay una tarjeta platino con 20 millones de dólares. El número PIN es el del cumpleaños de Matthew. Puedes pasarla tú primero. Encárgate tú, Melissa. Estoy en una reunión», ordenó antes de cortar bruscamente la llamada.

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