Capítulo 949:

«Eres tan testaruda como siempre».

Con los ojos llorosos y los labios temblorosos, Melissa replicó desafiante: «Señor Fowler, usted no es mejor».

Marcus la miró fijamente.

Los hombres y las mujeres a menudo diferían en su forma de afrontar las situaciones. Aunque los hombres podían parecer racionales, también podían ser propensos a la impulsividad.

Por ejemplo, aunque Marcus debería haber estado abordando el asunto de Matthew y su futura custodia, en aquel momento sólo podía pensar en estrechar a la mujer entre sus brazos, besarla apasionadamente y entregarse a acciones potencialmente más íntimas.

Le acarició los labios con ternura y murmuró con voz ronca: «Te he echado mucho de menos todos estos años».

Melissa, que tenía experiencia, comprendió la profundidad de las intenciones de Marcus. Sus palabras no sólo transmitían nostalgia, sino que también aludían al deseo primitivo entre hombres y mujeres.

Su ira estalló y la hizo apartar la mirada. «¿Es ésta la razón por la que me has convocado aquí?».

Reconociendo su auténtica ira, Marco se dio cuenta de que no podía insistir, pero no pudo resistirse a murmurarle al oído: «Lo anhelo profundamente. ¿Quieres complacerme?»

Ambos eran adultos y ya lo habían hecho en numerosas ocasiones.

Sin embargo, su deseo seguía insaciable.

Sin embargo, Melissa no podía quitarse a Violette de la cabeza. Al saber que Violette se había declarado novia de Marcus, Melissa sintió una punzada de repulsión ante sus repentinos avances.

Mirándole a los ojos, Melissa preguntó con calma: «¿No te basta con Violette? ¿A qué se debe tu repentina lujuria?».

Marcus le preguntó con una suave sonrisa: «¿Estás celosa?».

Soltó a Melissa.

Se levantó de la cama, esperando que Melissa hiciera lo mismo. A pesar de su interacción íntima, ambos permanecían completamente vestidos, habiendo mantenido su pulcra apariencia en todo momento.

Cuando Melissa se alisó las medias de seda, le temblaron las manos.

La mirada de Marcus permanecía fija.

Cuando terminó, sugirió: «Primero cenemos. He preparado una selección de tus platos favoritos».

Sin vacilar, Melissa declinó: «No tengo apetito. Discutamos asuntos importantes aquí, y luego me iré».

Saliendo de la habitación para coger su bolso, recuperó un billete que contenía medio millón de dólares.

Marcus se lo había confiado antes a Julie.

Echando un vistazo a la libreta que le habían entregado, Marcus hojeó sus páginas antes de preguntar: «¿Qué? Ni siquiera puedo gastar dinero en mi propio hijo. En ese caso, me lo llevaré a casa de los Fowler y lo criaré yo mismo».

Apretando los puños, Melissa exigió: «Marcus, ¿qué quieres de mí?».

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