La segunda oportunidad en el amor -
Capítulo 948
Capítulo 948:
Ella murmuró su nombre en voz baja, aparentemente descontenta con su pausa. La visión de sus labios rubí entreabiertos le resultaba irresistible.
Marcus no pudo evitar bajar la cabeza, deseando besarla una vez más.
De repente, una fuerte bofetada aterrizó en su atractivo rostro.
Al recobrar el sentido, Melissa sintió una mezcla de vergüenza y rabia. Se envolvió apresuradamente en la sábana y le espetó: «Marcus, imbécil».
Los ojos de Marcus no mostraban ninguna emoción.
Se tocó la mejilla y habló despacio. «No me han abofeteado desde niño, y menos una mujer. Melissa, ¿cuántas veces me has abofeteado hasta ahora?».
Melissa intentó levantarse y hablar, pero él la empujó hacia abajo.
Sus posiciones eran incómodas, pero él no mostraba ninguna vergüenza.
Incapaz de soportarlo por más tiempo, Melissa volvió la cara.
Sus mejillas se sonrojaron y su voz tembló al protestar en un tono delicado pero decidido: «Estoy aquí para hablar de negocios contigo».
Marcus extendió la mano y le entregó un recibo.
Después de echarle un vistazo, ella se quedó sorprendida.
Marcus apretó el cuerpo de ella contra el suyo y susurró: «Tomaste la píldora. ¿Cómo concebiste a Matthew?».
Melissa siguió estudiando el recibo.
Al cabo de un momento, recuperó la compostura y comprendió la pregunta de Marcus.
Con todas sus fuerzas, lo apartó y rompió el recibo en pedazos. Su voz se volvió gélida al declarar: «Todo era una treta. En realidad no tomé la píldora. Me obligué intencionadamente a concebir a su hijo, con el objetivo de apoderarme algún día de los bienes de la familia Fowler, lo que constituirá mi venganza contra usted. ¿Eso le satisface, señor Fowler?».
Melissa se levantó de la cama, con la intención de huir.
Esta noche no era realmente el momento apropiado para tales discusiones.
Sin embargo, a los pocos pasos, él la atrapó y la arrojó de nuevo sobre la cama. Era evidente que pretendía interrogarla allí mismo.
Ella no pudo evitar la sensación de que algo iba muy mal con él.
Intentó darle una patada, pero él la agarró por el pie y se lo retorció dolorosamente. La agonía casi le hace llorar.
Marcus no mostró ningún remordimiento.
Acercándose a ella, la miró con ojos llenos de lágrimas, burlándose.
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